La cumbre de Alaska representa un posible punto de inflexión en el complejo tablero político. Una oportunidad. Su fracaso en lograr un alto al fuego, o una hoja de ruta hacia la paz, implica riesgos más allá de las fronteras de Ucrania
Para Donald Trump un revés allí podría convertirse en una carga electoral indeseable, por lo cual ya abrió el paraguas e hizo decir a su vocera que fue Putin quien pidió la reunión. Si la cumbre no tiene éxito, el encuentro podría considerarse una señal de su incapacidad para cambiar la dinámica heredada de Obama y Biden, por lo que busca desligarse del conflicto afirmando que no habría ocurrido nada así, bajo su mandato.
Para evitar resultados negativos viene tomando distancia de en ese asunto, presentándose como una voz pragmática frente a un sistema diplomático caduco y obsoleto. Sin embargo, le preocuparía no lograr ningún acuerdo y será especialmente duro con Zelensky y Rutte (OTAN) si obstaculizan sus objetivos, ya que un fiasco en la cumbre aumentaría las divisiones sobre el papel de EE. UU. como líder global, dañando su prestigio y credibilidad internacional.
En síntesis, a Trump por razones de prestigio personal le gustaría lograr algún éxito en Ucrania pero por otra parte, ya le ha soltado prácticamente la mano.
Para Putin, la inacción en Alaska supone también riesgos, pero menores. A nivel interno, la prolongación del conflicto sin avances diplomáticos puede erosionar el sentido de propósito nacional y aumentar algún descontento sordo de los más afectados por la guerra, pero en general, el frente interno parece cohesionado detrás de su figura y su ejército.
Las sanciones internacionales no han hecho mucha mella en el sentir del pueblo ruso, acostumbrado a sufrir privaciones y aceptar mentiras y medias verdades sesgadas. La narrativa oficial ha sido aceptada y sigue presentando la operación militar en Ucrania como un esfuerzo defensivo y existencial, “nos estaban cercando los corruptos nazis (Zelensky y su gobierno) y han querido convertir a Ucrania en nuestro enemigo”. A la OTAN la presenta como el gran cuco.
La postura negociadora de Putin es la siguiente:
Conservar todo lo conquistado hasta ahora,aceptando pequeñas modificaciones. Que Zelensky se retire, o lo saquen pronto del gobierno. Que Ucrania no forme nunca parte de la OTAN. Que se levanten las sanciones y se devuelvan los fondos embargados. Finalmente, que Ucrania quede desmilitarizada. (Quizás se le permitiría eventualmente formar parte de la UE, pensando que ya habrá oposición de los granjeros franceses para impedirlo). En su conjunto, son condiciones difíciles de aceptar.
En la esfera internacional la inacción en Alaska trasciende a ambos Presidentes, repercutiendo en el equilibrio del poder global. Los vecinos que no pertenecen a la OTAN deben estar muy preocupados, además está siempre latente el factor humano mezclado con el error de cálculo y el peligro del desborde de la guerra.
En este contexto, la presión mundial por una solución se multiplica, no solo en términos de seguridad, sino también en el plano económico y humanitario.
Una prolongación indefinida de la guerra incrementa las tensiones en el seno de los aliados occidentales, especialmente entre quienes desean una estrategia de salida y los que exigen mayor firmeza frente a Moscú (hasta que muera el último ucraniano), ya que no están dispuestos a enviar soldados a pelear ni a suministrar suficiente armamento.
Para Rusia como estado, la inacción perpetúa su parcial aislamiento internacional, le impide el acceso a ciertos mercados y la hace cada vez más dependiente de China. Un tema a tener en cuenta. Las sanciones afectan a sectores estratégicos, limitan la innovación y potencian la fuga de cerebros y la no acumulación de capital.
Para la ninguneada Unión Europea, el mayor peligro es la profundización de las fracturas internas. La falta de una solución en Ucrania exacerba las diferencias entre los estados miembro respecto de la política hacia Rusia, especialmente en el plano energético y en la definición del apoyo militar y financiero a Kiev. La inacción en Alaska sería percibida también, como un fracaso diplomático europeo que erosiona su narrativa de actor global capaz de promover la paz y la estabilidad en su entorno inmediato. Finalmente GB, Francia y Alemania, han ofrecido tropas para una vez establecido un alto al fuego, interponerse entre los dos ex beligerantes. Veremos si Rusia acepta este ofrecimiento clave.
Los países que comparten frontera con los rusos o los considerados por Rusia dentro de su esfera de influencia -como los estados bálticos, Polonia, Moldavia, Georgia, Rumania, Bulgaria, Eslovaquia, Hungría, Serbia y Kazajistán- enfrentan riesgos específicos derivados de la falta de acción. Para todos, la ausencia de avances diplomáticos implica un aumento de la inseguridad y la militarización, con el consiguiente desvío de recursos hacia la defensa y el fortalecimiento de alianzas militares.
No queda mucho espacio para escribir sobre Ucrania más que decir que están perdiendo. Rusia es más grande y a la larga, los aplastará si no se llega a un acuerdo.
Para China, la inacción en Alaska trae consigo oportunidades y riesgos. Por un lado, Pekín puede beneficiarse de la distracción y el desgaste de Occidente, ampliando su margen de maniobra en Asia y presentándose como un actor de mediación alternativo.
Concluyendo, la cumbre de Alaska no es solo una cita diplomática más: es un termómetro de la voluntad real para encauzar uno de los conflictos más peligrosos de nuestra era. La incapacidad de lograr avances significativos no solo prolonga la tragedia, sino que proyecta incertidumbre y riesgos sobre todo el sistema internacional. Trump y Putin ven en el estancamiento, tanto amenazas personales como oportunidades, pero para el mundo el costo de no encausar la negociación será lamentable en muchos sentidos.
Finalmente, de no llegar a nada, Trump y Putin podrían darle otro eje adicional a la reunión, por ejemplo, un comunicado sobre la renovación de acuerdos, de limitación de ciertos misiles y/o sobre la viabilidad de la explotación del Ártico y nuevas vías navegables.