Pobreza en Uruguay

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Hace dos semanas se publicó el dato de pobreza del segundo semestre de 2024. Sin dudas no fue una publicación más de este indicador económico y social. Fue el último dato disponible que corresponde completamente al período de Lacalle Pou; además de ser una publicación que actualiza e innova en la forma de cálculo. Más allá de todo lo dicho creo que hay cuatro ideas que todos deberíamos tener bien claras sobre el nuevo dato.

Primero, midiendo como siempre medimos, la pobreza era un 16% más baja al cierre del gobierno de Lacalle Pou que al cierre del gobierno de Tabaré Vázquez. Lo ideal sería comparar el dato de pobreza de febrero 2020 con el de febrero de 2025, pero estimaciones mensuales tendrían un enorme margen de error. El INE acepta y publica datos semestrales, asumiendo esto como el mejor intento; y comparando el segundo semestre de 2019 contra el de 2024, vemos que la pobreza fue de 9,1% y 7,5% respectivamente. La comparación del dato anual 2024 contra el del 2019 da una reducción no significativa, pero dicha comparación de promedios anuales omite que en 2019 los indicadores sociales venían deteriorándose y en 2024 mejorando.

Segundo, aunque es menos útil para el juego político, es muy relevante comentar las innovaciones en la forma de estimar la pobreza del INE. Según la nueva línea de pobreza, en Uruguay hay casi el doble de personas pobres de lo que creíamos. Este cambio metodológico, razonable y esperado, hace dos cosas: primero actualiza la canasta utilizada en función de los hábitos de consumo de 2017 y no los de 2006 (ya no gastamos en videoclub pero sí en datos de celular) y segundo deja de imputar el Fonasa y el no pagar alquiler como un ingreso. Esto último implica que el INE, razonablemente, deja de sobreestimar los ingresos de las personas que tienen cobertura de salud o no pagan alquiler. Estos últimos cambios, son los que inciden más en la mayor estimación de pobreza según comenta Matías Brum. Un cambio saludable que nos acerca un poco mejor a la realidad.

Tercero, merece una mención el sentido de la oportunidad del INE para innovar. No discuto ni remotamente la idoneidad técnica del INE, pero publicar (inclumpliendo su propio calendario) a horas de una elección una nueva línea de pobreza que “aumenta” la cantidad de personas definidas como pobres es bastante infeliz. El dato de pobreza 2006 (el de siempre) mostraba una reducción de la pobreza al cierre del gobierno anterior, eso quedó opacado por una nueva línea (necesaria) en medio del tiempo electoral. No tengo elementos para sospechar de mala fe, pero sin dudas las nuevas autoridades del INE no arrancaron con el mejor pie.

Cuarto, último y más importante. Más allá del juego político y los cambios metodológicos, la realidad es esencialmente la misma aunque algo más dramática. Grosso modo la pobreza está estancada hace 10 años (con una suba durante la pandemia), y su incidencia entre niños y adolescentes es vergonzosa. Abordarla requiere focalizar muchos más recursos en ellos, los verdaderos pobres postergados para lo cual hay que poner menos recursos en los lobbys gritones de clase media y media alta llámense colonos, profesionales o funcionarios públicos.

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