Cuando viajo parado en el ómnibus, no puedo evitar ver lo que las personas que van sentadas están mirando en sus teléfonos. Suele ser WhatsApp y Tiktok. Sobre todo con este último, es muy difícil no mirarlo. La vista se me va sola, como atraída magnéticamente, mientras la persona sentada “escrolea” en una serie de videos infinita.
Nunca usé TikTok, así que lo consumo vicariamente a través de otras personas en el transporte colectivo. Parece ser particularmente una buena opción para pensar en nada, para olvidarnos un rato de nosotros y que la consciencia vaya hacia una catarata inagotable de cosas entretenidas.
Un colega brasileño de Santa Catarina, Victor Maia, dice que apps como TikTok son “tecnologías de alteración”, haciendo referencia al concepto de Ortega y Gasset de “alteración”, que significa salir de uno mismo. Mientras cuando uno se “ensimisma” puede, por ejemplo, dedicarse a pensar críticamente, cuestionar lo que nos pasa, o buscar cosas nuevas en nuestra vida, cuando estamos “alterados” salimos de nuestra interioridad para darle atención a lo otro, lo que está fuera. Para Ortega y Gasset, esta es una de las diferencias principales con los animales, ya que la vida de estos consiste en estar alterados.
Como todo, la alteración y el ensimismamiento requieren un equilibrio. A veces es necesario estar alterados, distraídos y entretenidos, pero también es muy importante, (quizá lo más importante), saber ensimismarse. Esto no significa que meramente nos aparezcan pensamientos en la cabeza, sino reflexionar y conversar con uno mismo.
Todos sabemos que Tiktok, como tantas otras apps y redes sociales, están diseñadas para ser adictivas. Es una forma de entretenimiento que consiste en dejarse llevar por el algoritmo, enchufarse a la máquina y liberarse de pensar. Lo mismo con YouTube, Netflix, Amazon Prime, o cualquier otra plataforma que te alimenta de contenido audiovisual ad infinitum, y la verdad que es bastante placentero tirarse a ver una serie apagando el cerebro.
Las tecnologías de la alteración cumplen una función importante en nuestra época. Son un excelente narcótico para apaciguar la alienación y falta de sentido en nuestra vida contemporánea.
El sociólogo alemán Hartmut Rosa tiene una forma interesante de definir nuestra situación moderna: como una de constante aceleración que resulta en una falta de resonancia en las relaciones que establecemos con la realidad.
Entiendo que en un mundo alienante la distracción cumple un rol fundamental para que hagamos lo que tenemos que hacer, como trabajos que muchas veces detestamos, que son mal pagos, pero que no nos queda otra, especialmente en países con pocas oportunidades como el nuestro; o la rutina de la pareja, la familia y los cuidados en una cultura psicologizada que subraya la necesidad de autorrealización y autenticidad.
En este sentido, al igual que la identificación obsesiva con Peñarol o Nacional, las tecnologías de la alteración son una forma fantástica para fomentar lo que Nietzsche describió como el nihilismo pasivo de la resignación y el escapismo. Al vivir en un país con una estructura social similar a las castas de Un mundo feliz de Huxley pero con la falsa consciencia de la libertad y la meritocracia, evitar pensar es muy tentador, y más aún cuando problemas socioculturales estructurales se ven como fallas individuales (psicologismo del cual sí puede responsabilizarse al neoliberalismo).
Como dijo uno de los pioneros en comercializar internet, Marc Andreessen, existe un “privilegio de la realidad” para quienes la vida real es estimulante, pero para muchos no lo es; y el contenido online puede compensar esa carencia.
Esta visión tecno-optimista, sin embargo, es tan absurda como aquel meme del perro con un sombrero tomando café en una casa que se incendia, diciendo “está todo bien”.
Como vio Marx, el capitalismo transforma todo en una commodity, y la atención es una muy importante hoy en día.
Hay que intentar dársela a lo que corresponde en la medida justa. Es necesario practicar un ordo attentionis como una especie de gimnasia para ser dueños de nuestra consciencia, nuestros pensamientos y, en última instancia, de nosotros mismos. Pero esto no excluye matar el tiempo en un viaje de bondi mirando TikTok o lo que fuere.
Sí es importante cada tanto ensimismarse y buscarle un significado propio a uno mismo y su circunstancia. (Esta columna la pensé en uno de mis viajes en el G con destino a la La Paz, mientras levantaba cada tanto la mirada de los celulares de mis conciudadanos.)