“No la toques ya más”

QUE ASÍ ES LA ROSA”. Poema de Juan Ramón Jiménez. Este 18 de Julio se cumplieron 193 años de nuestra 1ª carta magna. Estas fechas nos interpelan. Obvio que algún día podrá sufrir (y ha sufrido) cambios. Pero en todo caso cuidemos no andar “toqueteándola” demasiado ante meros empujes de mesianismo.

Cabildo Abierto inspirado en la sana intención de resolver el problema del endeudamiento de los uruguayos ha encontrado petróleo electoral ante la posibilidad de levantar firmas para un plebiscito. Quieren consagrar el concepto de “deuda justa” incorporándolo al art. 52 que prohíbe la usura y la prisión por deudas. El mismo mandata al legislador a regular el tema y advierte que serán siempre normas de orden público.

Cabildo tiene el mérito de ser “mano” ante la siesta de los justos del resto del espectro político. Vio que tenía mercado electoral potencial y puede impulsar una recolección de firmas que dejara algún sedimento de votos. Lo noble es advertir la necesidad. Lo maquiavélico es aprovecharlo como botín electoral “dirimiendo” con rango constitucional, contratos firmados entre privados, socavando el principio de certeza jurídica.

Por tanto, la intentona plebiscitaria sobre el endeudamiento nos hace reflexionar sobre el 18 de Julio.

Las Constituciones son como el ajedrez. Son el juego y el tablero. No los puedes cambiar así nomás. Si quieres, modificas los peones (decretos) o volteas un alfil o una torre (derogando leyes) y capaz que hasta haces una jugada más fuerte derribando “reinas” (como en la LUC).

Pero el juego y el tablero respétalo.

La constitución de 1830 con mirada injustamente crítica, demoró décadas en modificar temas importantes. Una norma que duró muchísimo en el tiempo. No podían votar los analfabetos (si esto perdurara hoy con criterios de analfabetismo funcional, no votaría el 38% de los aspirantes a profesores según informe de la ANEP).

Las cartas magnas son creaciones del hombre. Ergo, imperfectas. Constituyen la cúspide del ordenamiento jurídico. El constituyente debe crear normas que perduren. Su perfección no está dada por el texto. Emana a partir de lo que simboliza. Es el mínimo común denominador jurídico de todos los uruguayos.

¡No la toques... es como la rosa! parafraseando a Jiménez. Y si lo haces que sea para incorporar cambios que nos impulsen como sociedad avanzada. No para consolidar una idea vaga y discutible de “Deuda Justa”.

¿Justa para qué o para quién? ¿Todo el crédito incobrable emerge de una injusticia? Pero además si hoy aceptamos incursionar constitucionalmente en conceptos de democracia sustantiva como la “deuda justa”, ¿qué otras locuras se les podrían ocurrir mañana a nuestros simpáticos adversarios del FA? ¿No estaremos abriendo una ventana peligrosa para aventuras voluntaristas? Imagínate a Fernando Pereira jugando a ser constituyente. Quiero recorrer el camino positivo de pensar que Cabildo juega rudo invitando a los demás partidos a una solución legislativa. Si es así aplaudiré. Si van por el camino constitucional seremos más duros y menos románticos. “No me toques la rosa y menos la toques si ves que tu partido cae en las encuestas o la macanean en el ministerio de Vivienda”.

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