La literatura oficial insiste en señalar que Montevideo es la ciudad de todos pese a que cada vez está más ajena y lejana de sus habitantes.
No es de todos cuando debe pagarse para estacionar en grandes áreas de la ciudad; cuando su estado de higiene es deplorable y los carros de hurgadores siguen circulando en la ciudad a cualquier hora y por cualquier lugar; cuando ahora se pretende cobrar por utilizar bolsas de plástico; cuando los árboles del ornato público rompen veredas que después se obliga a reparar a los propietarios de los predios frentistas; cuando el estado de las calles deja mucho que desear; etc. etc.
Cada montevideano podrá agregar un ejemplo más a la lista, para comprobar que esa no es "su casa" y la ciudad no es propia sino que está abandonada.