Momento “¡Vale cuatro!”

Compartir esta noticia

Electo como candidato a la Presidencia de la República por el Partido Nacional, Álvaro Delgado dio a conocer le acompañaría la compatriota Valeria Ripoll en la fórmula como candidata para la vicepresidencia. Lo más llamativo era que Ripoll venía de una notoria experiencia sindical en la Intendencia de Montevideo. Con militancia en el Partido Comunista incluida. Hacía tiempo tras tomar contacto con integrantes del actual gobierno por su inquietud en temas sociales -motivadas en particular por un hijo con problemas de autismo- Ripoll dijo sintió se encontraba con gente que le atendía con compromiso. Y, se vinculó activamente entonces con la columna nacionalista.

Desde que ingresé a la Facultad de Derecho en la Udelar en 1965, tras recibir formación en un instituto privado administrado por los jesuitas, tomé contacto con la acción de los comunistas. Servidores de una organización extranjera y totalitaria, su principio ético es que el fin justifica los medios. Todas las posibilidades que les da la democracia para libremente -entre otras cosas- actuar en la vida política y gremial, las usan para destruir a la nacionalidad y la República. Mi generación perdió por esta caterva de agitadores tres años de estudios entre paros, ocupaciones y la intervención de la Universidad cuando un estudiante falleció mientras hacía una bomba en la Facultad de Ingeniería. Una cosa es la dirigencia de este “populismo” seudosocialista y fascista, y otra la de quienes pasan por sus cuadros creyendo encontrar en él, un lugar para mejorar la realidad nacional. He tratado largamente con sindicalistas por razones de la vida. Los hay que actúan con desprendimiento por causas que sienten legítimas. Otros muchos ganados por un leninismo sacramental y buscando posiciones en su beneficio personal, se entregan incondicionalmente al bando depredador. Las referencias que hizo en su momento Valeria Ripoll asumiendo su temprana experiencia sindical, su desilusión posterior y sus razones contemporáneas para asumir la militancia en la columna republicana, me son comprensibles. Tiene Ripoll conocimiento directo de la organización internacionalista y disolvente desde dentro. Sus jóvenes 41 años, su pasada experiencia familiar, su claridad de expresión y experiencia gremial y social, son atributos que merecen la confianza de la ciudadanía en el puesto de acción política que tiene a cargo. En el tema, con 38 años en esta columna de opinión, se sabe no digo una cosa por otra.

Hace poco se han integrado a la actividad proselitista pública en el Frente Amplio, personas con actuación “periodística” previa particularmente en el campo informativo. Es el acto de honestidad más destacable de sus trayectorias. Después de manipular información desde una adhesión partidaria inocultable que -como varias otras- todo el país conocía, simplemente se sacaron la careta. Están donde estuvieron siempre. En un conglomerado compartiendo dormitorio con los promotores de un plebiscito demagógico sobre el régimen jubilatorio -que de prosperar- destruirá a la institucionalidad política, la economía y la estabilidad nacional. La habitación en común -de “tupas” y comunistas- es comprensible bajo la nada ética de “cómo te digo una cosa te digo la otra”. Aunque de la mano del candidato presidencial Yamandú Orsi y su ostensible incapacidad para desarrollar una idea, el axioma ahora es: “como no te digo una cosa tampoco te digo la otra”.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar