Milei leyó mal su brújula ideológica

Por usar una brújula ideológica para moverse en el tablero internacional, Javier Milei está chocando contra sus propias negligencias y desconocimientos. Su efusivo alineamiento con Ucrania al iniciar su mandato estaba a contramano de su admiración por Donald Trump, pero el presidente argentino lo ignoraba. De haber sabido que el magnate neoyorquino al que glorificaba siempre estuvo a favor de la Rusia de Vladimir Putin contra el país invadido que gobierna Volodimir Zelenski, no hubiera alineado a Buenos Aires con Kiev.

En la votación de la ONU sobre la moción presentada por Ucrania para que se exija a Rusia retirar su ejército de los territorios invadidos, Argentina favoreció a Rusia con su abstención.

En general, la clase dirigente mundial sabe de la cercanía de Trump con Putin y de su desprecio por el gobierno ucraniano. También los líderes de Canadá y otras democracias liberales que ven diluirse a la sombra de Trump sus alianzas con Estados Unidos, saben que el jefe de la Casa Blanca admira al líder ruso, que es ultraconservador como él y cree, igual que él, en un capitalismo de millonarios cuyas fortunas los sitúan por encima de las instituciones, aunque por debajo de presidentes con poderes descomunales.

Quien prestó atención a la última década y media de la política norteamericana debió percibir la sospecha sobre un posible vínculo oscuro entre el magnate neoyorquino y el jefe del Kremlin.

En varios debates entre precandidatos en las primarias republicanas del 2015, Trump elogió a Putin como modelo de liderazgo y también elogió el sistema político que construyó el ex agente del KGB: una autocracia.

La sospecha causada por su postura pro-Putin y su elogio al sistema político ruso, hizo que republicanos y demócratas encargaran a un ex espía británico que investigue la relación de Trump con Rusia. El resultado del trabajo del ex agente del MI6 evidenció nexos por negocios y también por sucesos escabrosos; o sea descubrió que el presidente ruso tendría elementos para tener a Trump bajo control.

Pareció confirmar esa sospecha el ataque de escuadrones de hackers rusos a la campaña presidencial de Hillary Clinton y la inundación de las redes con fakes news para favorecer a Trump.

Incluso grandes figuras republicanas insinuaban sospechas sobre Trump como más cercano a Moscú que a Bruselas. El ex vicepresidente Dick Cheney, Mitt Romney, el Clan Bush y el senador por Arizona John McCain, quien en su lecho de muerte pidió a su familia que no dejen ingresar a su funeral a Trump, por entonces en su primera presidencia.

La misma impresión dio verlo junto a Putin en la Cumbre de Helsinki de 2018. Ante los periodistas que le preguntaron sobre la injerencia de Rusia en el proceso electoral que lo hizo presidente, Trump respondió algo absurdo: “no hubo injerencia rusa. Yo le pregunté a Putin si interfirió y él me dijo que no”.

Al parecer, el presidente argentino tampoco prestó atención al debate de candidatos, cuando Kamala Harris trató a Trump como lo había tratado Hillary ocho años antes: algo así como the Putin puppet (el títere de Putin).

Desde hace más de un año, los legisladores trumpistas vienen obstruyendo la ayuda norteamericana a Ucrania, lo que permitió a Rusia avanzar sobre el territorio ucraniano. Pero parece que Milei recién se enteró de la posición de su admirado líder ultraconservador norteamericano la semana pasada, cuando Trump dejó de lado las formas y saltó a la trinchera de Vladimir Putin para, desde allí, disparar a mansalva contra Zelenski, contra Ucrania y contra la Unión Europea, para afirmar que esta guerra debe terminar con Kiev afuera de la OTAN y con buena parte del territorio ucraniano incorporado al mapa ruso.

Por eso tuvo que traicionar su compromiso con Ucrania, votando en la ONU de manera funcional a Rusia tal como le exigió el jefe de la Casa Blanca. Un giro copernicano que desacomodó de manera bochornosa al presidente argentino, quien empezó a derrapar promocionando una criptomoneda que terminó siendo una estafa y, en el mismo puñado de días, designó de la peor manera como juez supremo a uno de los magistrados peor considerados en Argentina.

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