Mar, río e historia

La costa de nuestro país, sobre el Río de la Plata y el océano Atlántico ha sido el escenario de muchos, algunos sostienen cientos, de naufragios. Ello se ha debido a las características de las aguas, el clima de la región, la circunstancia de que los canales de navegación se encuentren tan próximos a la costa, a los embates del Pampero o de las terribles sudestadas. Por algo, era conocida como la "costa de los carpinteros". El río y el mar cobraban un alto peaje en buques, vidas y cargas, dejando como testimonio sobre la orilla, restos de jarcias, cascos, cargas y cuerpos.

Luego de haberse producido el siniestro, y una vez puestos a salvo los pasajeros y tripulantes, inmediatamente surge la prioridad de salvar lo que se pueda del buque y su cargamento. Esa empresa debe haber sido especialmente importante durante el período colonial. La Muy Fiel y Reconquistadora Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo, era una importante base naval española y un activo puerto, donde siempre existía una demanda por todos los elementos marinos que pudieran obtenerse, para reparar y mantener los buques. Un buen ejemplo es lo acontecido con el velero "Nuestra Señora de la Luz". Este buque mercante naufragó frente al Buceo en 1752, en su viaje desde Buenos Aires a Cádiz. Apenas un cuarto de siglo había pasado desde el establecimiento de nuestra ciudad, pero sus vecinos fueron capaces de montar una muy eficiente operación de salvataje que permitió recuperar buena parte del cargamento y de los elementos del buque, de lo cual la metódica administración colonial realizó un detallado inventario.

El tiempo pasa, y lo que pudieron haber sido los restos de un buque hundido, cambian su naturaleza y se transforman en un elemento histórico. La Convención de la Unesco sobre protección del patrimonio cultural submarino incluye en este concepto a "todas las trazas de la existencia humana" que hayan estado parcial o totalmente sumergidas por más de cien años. Es en este punto cuando se hace necesario distinguir entre dos operaciones: el salvamento y la conservación y rescate de un legado histórico sumergido.

El salvamento es una actividad definida en el Código de Comercio de 1865, que consiste en el rescate de un buque que ha debido ser abandonado por su tripulación, y de su carga, debido a alguno de los peligros del mar. Es una actividad comercial que tiene una finalidad muy específica —"salvar" lo que se pueda— que genera un conjunto de derechos y deberes, en cuanto a sus resultados. En este caso, la prioridad será actuar con la máxima rapidez posible, antes de que los elementos terminen con su obra destructora.

La tarea de conservar y rescatar un patrimonio cultural sumergido sigue una lógica totalmente diferente. En este caso lo que pretende es recuperar, en forma sistemática, según criterios técnicos generalmente reconocidos y con una finalidad de estudio y de conservación. Con demasiada frecuencia, la imagen de un buque naufragado se asocia con tesoros. Sin embargo, la mayor parte de los buques naufragados se dedicaban a actividades mucho más prosaicas. Pero ello no los hace menos interesantes desde el punto de vista del historiador. Una nave hundida es una cápsula del tiempo, que contiene un universo de elementos técnicos (diseño y construcción del buque, artefactos, armas, etc.) y humanos (ropas, utensilios, cargamentos) que conformaban un ambiente determinado, capturado en un instante por el desastre que golpeó al buque y quienes se encontraban a bordo del mismo.

No parece apropiado aplicar la legislación general sobre salvamento, al caso de un hallazgo histórico. Son dos situaciones totalmente diferentes. Es necesario distinguir con total precisión ambas perspectivas, y para lograr este saludable resultado debemos comenzar por cambiar nuestra forma de pensar y de ver el mar, el río y su historia.

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