Es bueno estar al corriente de lo que pasa en el mundo; con más razón si se trata de la región. Nuestra vanidad, maltrecha pero insistente, nos dice que somos muy diferentes de Argentina. Veamos algunos sucesos de la otra orilla y prestémosles debida atención. Allá ha tomado considerable cuerpo un fenómeno social llamado los piqueteros. La cosa no comenzó ayer. Originalmente ese movimiento nació en forma espontánea y desestructurada entre gente que quedó sin trabajo al sobrevenir la brutal crisis argentina. Como forma de llamar la atención o de protesta empezaron con el corte de rutas. Tenía lugar en provincias pobres, Tucumán, Jujuy, Santiago del Estero.
Al principio había simpatía: eran vecinos cuya situación angustiosa era compartida por la gente de la comarca donde se producía el corte. Pero según W. Ceballos, quien está vinculado al tema desde el tiempo de F. de la Rúa, todo cambió cuando el fenómeno se trasladó al conurbano bonaerense en el año 2000 y el gobierno terminó negociando con los piqueteros el manejo de los planes laborales. Hay ahora una cantidad de organizaciones piqueteras: las más grandes son Polo Obrero y la Corriente Clasista Combativa (¿no le suena este nombre?). El movimiento piquetero pasó a ser una forma de presión que maneja las condiciones laborales y controla el flujo y la distribución de la ayuda estatal de emergencia (mucho dinero) en las llamadas villas de la periferia porteña. Según Patricia Bullrich (ex Ministra de Trabajo) "el gobierno encaró una típica política de cooptación". Es lo mismo que hizo Menem. Alderete y D’Elía (los dos principales jefes piqueteros) van a ser para Kirchner lo mismo que Barrionuevo fue para Menem. Lo que pasa es que el peronismo decidió hace años dejar las calles para convertirse en una especie de PRI mejicano. La burocracia sindical peronista se corrompió en el manejo de los fondos obreros y de las obras sociales (mucho dinero). Reflexiono: lo único que hay en el Uruguay como fuerza sindical está constituida por los que cobran su sueldo del presupuesto nacional (mucho dinero).
Los piqueteros le disputan ahora al P. Justicialista el monopolio de la movilización popular. El poder fáctico cobra dimensión cuando se ha licuado el poder político institucional. (¿Se acuerda del reclamo "que se vayan todos"?) Peor aún: el poder fáctico indica la desaparición del poder jurídico. La capacidad de exponer presencia física es uno de los atributos de la política, pero cuando es mera fuerza en la calle deja de ser política y pasa a ser poder a secas. El poder fáctico no tiene duración acotada (elecciones), acaba en el caos o el cuartelazo. ¿No le hace pensar lo que está pasando en Bolivia? Mil personas en la calle Corrientes provocan un efecto mayor que un millón de votos dice Ceballos. Tiene razón: falta explicar qué clase de efecto.
Cuando la política pasa a resolverse en las calles se acabó la República. Acá, en nuestro país, hay un freno que no tuvo la Argentina: el Frente Amplio. Pero es un freno que dura hasta las próximas elecciones: como los remedios, tiene fecha de vencimiento. Termina allí, cualquiera sea el resultado del escrutinio. Si el Frente pierde las elecciones, se acabó el freno. Y si el Frente gana, como no va a poder cumplir esas expectativas, también en esta hipótesis se acabó el freno.
En nuestro país hay gente que ha cortado rutas, que ha ocupado edificios públicos, que ha hecho escraches, gente que cree que la política debe resolverse en las calles, gente que mira mucha tevé argentina...