El viernes 28 y el sábado 1° de marzo fueron dos días de fiesta para el Uruguay en su conjunto.
El viernes flameaban las banderas uruguayas en manos de simpatizantes agradecidos con un presidente que campeó aguas particularmente embravecidas con firmeza, preservando la libertad de las personas y asesorándose con los mejores.
El discurso, cercano y conocedor de los problemas de cada rincón del país y su gente, agradecido con quienes dedicaron tiempo y esfuerzo para colaborar en la difícil tarea de gobernar, traslucía un sincero interés de unidad con templanza y madurez.
El presidente Luis Lacalle Pou, acompañado de su familia, padres, hijos y hermanos, expresó su deseo explícito de éxito al gobierno que lo sucedería.
Esa es la actitud que nos hace diferentes, que hace que este país viva pacíficamente entre quienes piensan distinto, con respeto en la discrepancia y la colaboración en los temas de interés nacional.
Similar tono tuvo el novel presidente de la Cámara de Representantes instando al sano intercambio de opiniones en el recinto en aras de una legislatura basada en la armonía pero no necesariamente en la coincidencia.
El 1° de marzo, el discurso del presidente Yamandú Orsi en el Parlamento fue seguido con interés y respeto por tres expresidentes de la República de tres partidos políticos distintos, así como varios dignatarios extranjeros.
Un ejemplo de civismo el de estos tres personajes y de aquel que los mencionó con especial consideración y cortesía, recordando también a los otros dos presidentes del último período democrático.
Posteriormente, en la Plaza Independencia se vio a los dos presidentes actuando con cortesía mutua, casi con complicidad, haciendo el cambio de la banda presidencial con singular gesto de afecto mutuo.
Y así completaron la ceremonia de transmisión del mando, mostrando al mundo esa imagen real de tolerancia y respeto en la alternancia del poder entre partidos adversarios, que tanto nos enorgullece.
Algo diferente fue la presencia de los partidarios entre uno y otro día, el 28 de febrero las banderas eran celestes y blancas, al día siguiente primaban las banderas partidarias y se vivió hasta alguna notoria salida de tono respecto de lo que habíamos visto hasta el momento.
El nuevo presidente uruguayo lo es de todos los habitantes y como tal merece el respeto de votantes y de los que no lo votaron, el eventual éxito en su gestión será en beneficio de unos y otros.
Así lo ha expresado en múltiples ocasiones, cosa que no se reflejó entre los asistentes al acto, la gran mayoría con distintivos partidarios e incluso un pequeño grupo del otro lado del río aprovechó nuestro clima de respeto para representar alguna escena de comportamiento ajeno a las buenas costumbres de un visitante en un país ajeno.
Es mi deseo que el próximo gobierno tenga éxito en su gestión y mi reconocimiento al gobierno que deja un país en marcha y en el sendero de crecimiento.