Un autor mejicano, Dr. Miguel Ruiz, me inspiró en esta literatura. En términos generales, muchas veces no reparamos en el poder que tenemos cuando nos expresamos con el uso del lenguaje. O cuando dejamos escrito algo.
En la Biblia, el Evangelio de San Juan empieza diciendo “En principio existía el Verbo y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios”. Mediante la palabra se expresa el poder creativo, se revela todo.
No son solo sonidos o símbolos escritos. Son una fuerza; constituyen el poder que tienen para expresar y comunicar, para pensar y en consecuencia, para crear los acontecimientos de la vida. La palabra debe ser la herramienta más poderosa que se tiene como ser humano, pero asimismo puede ser como un arma de doble filo: pueden crear el mejor sueño o destruir todo lo que a uno rodea. Uno de los filos es el uso erróneo de las palabras, que crea un infierno en vida. El otro es la impecabilidad de las palabras, que solo engendrará un buen vínculo, un acto hasta de amor hacia el otro.
Según como se utilicen, las palabras podrán liberarte o esclavizarte en grado sumo. En definitiva gran parte de la magia que un individuo posee, se base en el uso de las palabras.
Hace años en Alemania un hombre manipuló a un país entero de gente muy inteligente. Los llevó a una guerra mundial solo con el poder de sus palabras. Convenció a otros para que cometieran los más atroces actos de violencia. Activó el miedo de la gente y como una enorme explosión, empezaron las matanzas y el mundo estalló en guerra. En todo el planeta los seres humanos han destruido a otros seres humanos porque tenían miedo. Las palabras de Hitler, que se basaban en creencias y acuerdos generados por el miedo, serán recordadas por siempre.
Nuestra mente es como un campo fértil en el que se plantan semillas. Éstas son opiniones, ideas y conceptos. Las palabras son como semillas y la mente humana es muy fértil. El ejemplo de Hitler es palmario. Sembró semillas de miedo, que crecieron y lograron el apocalipsis. Teniendo en cuenta precisamente eso, el poder de la palabra, debemos comprender cuál es el poder que emana de nuestra boca (o lo que uno expresa escribiendo, como ahora). Si plantamos miedo o una duda en nuestra mente, creará una serie interminable de acontecimientos.
El ser humano es como una suerte de mago y por medio de las palabras, puede hechizar a alguien o liberarlo de un hechizo.
Tanta introducción viene a cuento de aquellos que tienen más responsabilidad en el uso de la palabra. Sobre todo con la gente. En un vínculo de familia o de amigos o compañeros de trabajo donde también la palabra juega su rol, la acción queda limitada a ese contexto.
En cambio cuando la palabra parte de un gobernante por ejemplo o de un político, puede causar mucha mella en quien escucha.
O acaso la señora Cristina K con el uso virtuoso de su diligente palabra, no causó estragos en Argentina? Ella sabedora de ese aspecto que la distingue, hizo uso y abuso de la palabra y sembró semillas de odio, rencor y desazón en la gente, humilde y no tanto, creando animosidad contra todas las personas que no piensen como ella. Y la claque aplaude a rabiar y los dirigentes que la acompañan se suman a semejante patraña contribuyendo a hacer lo que Argentina supo ser en su época. Pobreza extrema, viven de aportes del Estado, no piensan por sí mismos, siempre expectantes de una dádiva. Colosalmente criminal. Cierto es que el actual presidente Milei, intentando revolucionar el país y en un giro copernicano, no se caracteriza por el respeto hacia el que piensa distinto, en sus alocuciones. Así fue Chávez, otro con el don de la palabra y esclavizaba las mentes de la gente, haciéndolos rehenes de proyectos e ideas de una vida mejor que nunca llegó. Su fiel heredero Maduro, no le va en zaga, causando que 6 millones de venezolanos estén en el exilio en estos últimos tiempos.
No es cuestión de ideología… izquierda o derecha. Porque los ejemplos se pueden multiplicar.
Cuando me refería a la ideología no se escapaba Bolsonaro o Trump ahora, en el uso de la palabra y tanta verborragia. Las monstruosidades que dijo Bolsonaro le costaron la elección. Germinó la semilla maniquea de grandes sectores de la población norteña, que hasta le temían.
Por eso los políticos deben ser impecables con el uso de la palabra, utilizando la energía correctamente. Muchas veces la mentira es un hábito para comunicarse con la gente y el daño es irreversible. La palabra no se puede convertir en un enfrentamiento ni en una batalla, sino en un proceso mutuo de descubrimiento. Hablar para aprender, no para convencer.
Impecable quiere decir “sin pecado”, verbigracia una palabra honesta, sana, no exenta de vigor pero que no germine semillas de desencanto y miedo.
Tamaña responsabilidad tienen los gobernantes y muchos, no están a la altura.