La palabra creadora

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JUAN MARTÍN POSADAS
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Siendo que la actividad política es esencialmente comunicación nunca está demás volver sobre la importancia que tiene el discurso político.

Ese discurso tiene la particularidad de ser palabra que se nutre de la realidad, que interpreta y lee correctamente el panorama pero, a la vez, es palabra que genera realidad, es creadora, hace nacer determinadas situaciones en la sociedad.

La semana pasada el PIT-CNT lanzó una campaña de recomposición de la Intersocial “con el fin de generar poder popular para cambiar la correlación de fuerzas de la lucha de clases” (sic). Ese discurso, más allá de un sentido literal aritmético (juntar fuerzas para la lucha de clases) leído globalmente es revelador de la mentalidad del emisor. Se trata de un discurso doctrinal, teórico, ahistórico; es lo que la izquierda viene diciendo y repitiendo hace años (de Marx para acá). Lo único que tiene de actual es el reflejo de la irritación por la derrota electoral del Frente Amplio y la pérdida del gobierno. Se trata de una palabra que busca en la doctrina-teoría elementos para generación política, para incidir en la realidad. No son palabras que nazcan de una apreciación de los hechos sino que nacen de un aprendizaje. No hay una lectura de la realidad sino la repetición de la cartilla de la izquierda, aprendida de memoria tiempo ha y repetida literalmente.

El Partido Nacional, por el contrario, busca confeccionar su empeño político actual rescatando, dándole verbo, agregándole sentido y contexto, a elementos de la vida reciente, los que están todavía frescos en la memoria de la gente y que dicen cosas, sustentan o confirman políticas. Es un discurso que ha leído correctamente la realidad y que, a la vez, ha generado políticas desde esa lectura. Veamos.

La lectura del manejo de la pandemia no es una lectura pasada, terminada. Es un discurso político sostenido porque fue una sintonía, con el pueblo uruguayo, a quien también se la había solicitado escucha para otro mensaje, el de la cuarentena obligatoria (y la mayoría de la gente desestimó esa invitación). El discurso de la libertad responsable abre y sostiene un presente: un nuevo tiempo en Uruguay.

Hubo también otro episodio reciente, contemporáneo con la pandemia: el referéndum sobre la LUC. Allí también se oyeron dos palabras, dos invitaciones, dos propuestas políticas. Y la gente eligió una y no la otra. Esa elección conforma otro discurso político, otra palabra. Hay que desmenuzarlo, hacerlo políticamente más inteligible; hacerlo inteligible a todas las partes: a los dirigentes y partidos que ganaron, al pueblo que respondió y a la dirigencia política que lo planteó y perdió.

El Partido Nacional no puede quedarse mudo, clausurar el relato de esos dos episodios: son fuente y sustento de su gestión política y son, además, corroboraciones de un diálogo exitoso, de entendimiento y comunión, entre las políticas del gobierno y la ciudadanía.

El discurso basado en hechos consolida esos hechos y refuerza su significado. Si se apaga el discurso, esos hechos dejan de hablar, se desvanecen y dejan de haber sucedido. Está probado: en política las cosas no son como son sino como se cuentan y si se dejan de contar no existen más. El éxito en el manejo de la pandemia y el resultado favorable del referéndum sobre la LUC no se esfuman si se mantienen en el relato. Y si en él se mantienen constituyen el sustento real (no teórico) de las políticas y la gestión del gobierno.

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