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¿Por qué no se callan?

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HEBERT GATTO
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Días pasados la legisladora del Partido Comunista Micaela Melgar calificó al Partido Independiente de alcahuete del fascismo.

La caracterización motivó la reacción de sus integrantes y de blancos y colorados de la coalición de gobierno quienes la consideraron falsa e inoportuna. El Diputado del P.I., Iván Posada intentó que el tema fuera declarado asunto político (para su expreso tratamiento en Cámara), lo que no consiguió por la injustificada negativa de Cabildo Abierto.

El asunto se sitúa en las fronteras de la libertad de expresión. ¿Es válido -en este caso bajo fueros parlamentarios- acusar a un partido de antecedentes notoriamente democráticos de “alcahuete del fascismo”? Por más que no se trató de una elucubración teórica de la legisladora, lo que la alejaría tanto del Derecho Penal como de sus posibilidades personales, aún así, sus comentarios no configuraron un delito. Ello no impide que ellos constituyan un pesado agravio proscripto por los usos y Reglamentos parlamentarios.

Por su lado el Partido Comunista no los rechazó por lo que cabe entender que los hizo suyos. Es entonces que surge el gran interrogante, el que está detrás de la obvia falsedad de estas declaraciones: ¿tiene el P.C.U. legitimidad, antecedentes y desempeño histórico como para formularlas?

Alcanza con examinar brevemente su ideología y su trayectoria partidaria, tanto nacional como internacional, para concluir que, rozando la esquizofrenia, está acusando al Partido Independiente de sus propias faltas:

1) El P.C.U. fue creado como sección internacional de un partido extranjero (luego de una organización, el COMINTERN), a los que acompañó en todas y cada una de sus decisiones.

2) En ese carácter adhirió desde 1921 al presente a una revolución internacional que la historia ha comprobado represiva y asesina, incluyendo la ejecución de sus propios líderes: Trotski, Kamenev, Zinóviev, Bujarín, Rykov, Rakosvki, Yagoda, Tujachevski… así como millones de ciudadanos, intelectuales, artistas y científicos, tanto en sus cárceles como en el Gulag.

3) Fue estalinista hasta 1956, cuando la URSS exhibió algunos crímenes de su líder. Luego, bajo la dictadura del proletariado, acompañó a todos sus gerontes, que con afeites la reimpusieron.

4) Como practicante del marxismo-leninismo (al que sigue sirviendo) jamás se identificó con la democracia liberal, sí lo hizo con su antítesis: el partido único.

5) En 1939 aplaudió el pacto de la URSS con Alemania y la conquista de los países independientes colindantes. Lituania, Letonia, Estonia, parcialmente Finlandia y Polonia

6) Luego de 1945, durante la guerra fría, adhirió a las invasiones de Hungría en 1956, Checoslovaquia en 1968, Polonia en los ochenta y a Afganistán en los finales del régimen soviético. También celebró, durante más de cuarenta años, la feroz dictadura de la URSS sobre sus satélites en Europa del Este.

7) En el Uruguay se manifestó expresamente a favor de la dictadura militar iniciada en febrero de 1973.

8) Sigue apoyando a las pocas dictaduras leninistas actualmente en el mundo, como es el caso de Cuba y no la descarta para Uruguay. ¿A ojos de la historia, quién fue y es el alcahuete?

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