¿Habrá sido el FMI?

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DANILO ARBILLA
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Alberto Fernández se salió de madre. El presidente argentino es considerado un político Clase A y un referente para el Frente Amplio, pero yo cada vez lo entiendo menos.

La cuestión es que Argentina reclamó en la ONU que la justicia condene a los responsables de las violaciones a los derechos humanos en Venezuela. Así nomás (y chúpate esa mandarina, como diría el exquisito Nicolás Maduro).

Fue hace unos días, en Ginebra, en la reunión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU el que Argentina, precisamente, preside por este año. Y no se quedó en eso, la delegación del vecino país apoyó los informes de la Alta Comisionada -la chilena Michelle Bachelet- que han desnudado aún más la situación que se vive en la dictadura chavista. “Que se lleve a los perpetradores a la justicia y se garantice reparación adecuada a las víctimas” advirtieron los argentinos a los venezolanos; por si no lo tienen claro.

Bien por Argentina. Un giro copernicano. ¿Qué viene ahora? ¿Por dónde saltará la liebre?

El que no esperó mucho y saltó fue Diosdado Cabello, en teoría el numero dos del régimen -suponiendo que Maduro es el uno- pero en los hechos el “mandamás” mayor en Venezuela, y uno de los principales señalados en los informes de Bachelet por crímenes de lesa humanidad.

Pues bien, Diosdado le salió al cruce a Fernández, le dijo que se metiera en sus asuntos y le refregó que los venezolanos no se acomodan “para sonreírle a los jefes”.

No es la primera vez que Cabello castiga a Fernández. Ha sido más duro incluso. Hace un tiempo dijo que el presidente argentino era “tibio”, lo que para un “revolucionario” es un insulto serio. No le gusta que le digan “tibio” pero “sí le gusta hacerse el loco cuando a Venezuela la llaman dictadura”. “De tibio pa’ frío”, insistió Cabello.

Y no fue el único que apuntó a Fernández. Mario Silva, constituyente chavista y esas cosas raras, y muy allegado a Cabello, dijo que Fernández no representa al pueblo argentino, que su actitud era mezquina y lo acuso de hacerse el “tonto” y “pendejo”.

Pero la novedad es que en la arremetida de estos días Cabello señaló a Argentina como sometida al Fondo Monetario Internacional, lo que explicaría el planteamiento hecho en la ONU. “¿El FMI presiona mucho, presidente?”, preguntó Cabello.

Que el FMI condicione sus acuerdo al respeto de los DDHH, sería una muy buena cosa. Desde hace mucho existen reclamos en ese sentido ante el BID y el Banco Mundial, pero muy poco fue lo concretado. Y menos en estas épocas en que los burócratas del BID y el BIRF, aprendices de los burócratas del PNUD, se han vuelto progresistas y están atentos a lo políticamente correcto para no arriesgar su zona de mucho confort.

El FMI, en cambio, y según dijo Cabello, habría tomado por el buen sendero. Por lo menos esta vez.

Pero no hay que confiarse mucho. Desde que me conozco para el “socialismo mágico latinoamericano” el FMI es la causa de todos los males y el que todo lo dispone con sus Cartas de Intención.

No sería de extrañar que le atribuyeran los 135 artículos de la LUC.

Y lo que les falta decir es que fue el FMI el que designó a Valenti. Nadie quiere asumir la responsabilidad de haberlo convocado y qué mejor que recurrir a las pancartas y pasarle la responsabilidad al Fondo. Y el Fondo go home.

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