En estas semanas hubo tres noticias sustanciales para la estrategia del Frente Amplio (FA): la decisión ampliamente apoyada en el Pit-Cnt y en parte del FA de promover un plebiscito constitucional contra la reforma de la seguridad social; las condiciones impuestas por el FA para concretar potenciales alianzas políticas y electorales con sectores no frenteamplistas; y los resultados de encuestas que confirman la polarización interna Orsi-Cosse, en un contexto de ascenso sostenido de la intendenta de Montevideo en la intención de voto para junio de 2024.
El asunto del plebiscito ha causado estupor y crítica entre los partidos oficialistas, pero también entre actores sindicales como AEBU que, con un índice de populismo en sangre algo más bajo que lo que se acostumbra en la sede de la calle Jackson, han señalado varios horrores de la iniciativa. Sin embargo, la política exige realismo: no es momento para ahogar a la izquierda en críticas. Por el contrario, hay que dejar mansamente que lleguen a las 270.000 firmas para abril, a la vez que tomar discreto acto de las firmas de Andrade, Cosse, Michelini y tantos otros zurdos notorios.
Será solo a partir de abril que deberán arreciar las críticas. Feroces, eso sí: porque, si se dejare el campo libre al norte demagogo izquierdista, esta reforma concitará sin duda el apoyo mayoritario en octubre. Y si eso ocurriere, significaría ni más ni menos que el fin del Uruguay que conocemos, tan republicano y distinto al populismo su- damericano: nos habremos transformado en una especie de provincia kirchnerista en modo frenteamplista amargo, sin el glamour porteño pero sí con los protagonismos del desfalco a las Afaps y de la inviabilidad financiera del Estado.
El asunto de las duras condiciones impuestas a los zurdos moderaditos para armar una nueva versión del Encuentro Progresista aliada al FA dificultará muchísimo abrir el juego a la seducción de un electorado urbano, de clase media y sensibilidad socialdemócrata, que es también codiciado y disputado por el Partido Independiente y por parte del Partido Colorado. Los más inteligentes, como Valenti, gritaron al cielo de Vázquez y Seregni: ¿cómo diantres hacer para ganar las elecciones si se rompen los puentes electorales y simbólicos que permitirían pasar del cuarenta y poco a cerca del cincuenta por ciento en octubre?
El asunto del ascenso de Cosse es serio. Los que se precipitaron apoyando a Orsi y conocen aquella expresión de José Batlle, están constatando que también se precipitaron en el peor sentido. Además, los comunistas están acumulando poder como nunca antes en su historia. Finalmente, una reflexión para los dirigentes de la Coalición Republicana que estiman que Cosse será una competidora menos potente que Orsi: por el contrario, será una contrincante de enorme peligro. Es que la adorna un carácter muy importante y distintivo: su esencial amoralidad política. Ni Vázquez ni Mujica, que sin embargo dejaron en esto la vara muy alta, llegan a los tacos de Cosse: es mucho más parecida a Juan Perón que cualquier frenteamplista desde 1971.
Dijo Napoleón: “cuando tu enemigo esté ejecutando un movimiento en falso, nunca lo interrumpas”. Sin desmedro de armarse hasta los dientes para 2024, favor, ahora, no interrumpir a la izquierda.