En las elecciones pasadas el Partido Colorado apostó a que esta vez sí saldría de su letargo y lograría aumentar su caudal electoral. Lo aumentó, pese a que creyó que el crecimiento sería aún mayor, y eso mereció celebrarse.
El partido encontró en ese momento un candidato con energía y arrastre, que llegaba a los jóvenes y se presentaba como un necesario recambio generacional.
Pero si bien le dio empuje al partido, no le dio paz. Creció pero pese a ello, el Partido Colorado no puede disimular su discrepancias internas. Parece absurdo que tenga estas fisuras, dado que no es una correntada enorme. Lo lógico sería que teniendo un arrastre electoral acotado, se muestre más unido.
Mirado desde afuera, las pujas internas parecerían ser por asuntos menores, vinculados a determinar donde están los liderazgos. En otras palabras, si bien Andrés Ojeda ganó las internas pasadas en buena ley, su liderazgo no terminó de conformar a todos y los cuestionamientos no ceden.
El problema es que para el votante común, el Partido Colorado juega un rol imprescindible en el damero político, tal como lo demostró cuando estuvo en el gobierno de la Coalición.
Aparecen dos grupos y dos figuras en pugna: Ojeda al frente de Unir para Crecer y Bordaberry con Vamos Uruguay. Podría mencionarse un tercer grupo cuyo objetivo es que el partido no siga en la Coalición.
¿Cuáles son las diferencias profundas que separan a estas dos figuras y sus sectores? Pocas, porque más bien se diferencian en modalidades y estilos. Sin embargo, las fricciones son fuertes.
Ojeda impuso su liderazgo al ganar las internas. Bordaberry se salteó las internas y entró al ruedo recién en las elecciones
nacionales. El resultado es que un sector tiene fuerte presencia en la convención partidaria y en su Comité Ejecutivo Nacional (el CEN) y el otro hace valer su número en la bancada. Así, el CEN toma decisiones que los seguidores de Bordaberry dicen no haber sido informados y Bordaberry, tiende a “cortarse solo” según sus críticos.
Si se mira el proceso vivido por el partido desde las elecciones de 2019 (en las que Bordaberry no participó) hasta el presente hay un hecho evidente. Con Bordaberry solo, no crece. Con Ojeda solo tampoco. En definitiva, se necesitan. Y si despejaran la maleza, descubrirían que se complementan. Todo aquello que Bordaberry no puede ofrecer, lo tiene Ojeda y Bordaberry muestra ventajas que Ojeda no tiene.
Si rivalizan de la manera que lo están haciendo, restan. Si empiezan a trabajar en como complementarse uno con el otro, seguramente sumarán.
Ojeda trae un lenguaje distinto, levemente disruptivo, que busca atraer seguidores nuevos, de generaciones que usan otros códigos. Es una apuesta indispensable para crecer. Bordaberry ofrece el peso de su experiencia como senador, que por cierto es destacada y sumó, a través de quienes apoyaron a Gabriel Gurméndez en la interna, lo que podría llamarse el “jorgismo”. No son visiones que se anulan unas a otras. Al contrario.
Lo que no tiene sentido es que un partido que en apoyo popular dejó de ser lo que fue durante buena parte de la historia, aliente las rencillas internas cuando es lo que menos necesita.
A estas dos corrientes se agrega otra, menos orgánica y sin líder aparente pero con un mensaje decidido y rígido, que es el de rechazar de plano la idea de continuar con la Coalición. Su lema parece sintetizarse en un “no a la fusión”.
Para que el Partido Colorado por si solo, sea una alternativa al Frente Amplio y a los otros partidos, debería contar con cerca del 50 por ciento de votos. Hoy está lejos de ello, lo cual no quiere decir que esto siempre sea así.
Rechazar la coalición es no solo alentar la hegemonía del Frente, sino reducirse como partido. La Coalición no intenta desperfilar a los grupos que la integran sino desde el perfil de cada uno aportar al conjunto. Es verdad que hoy predomina el Partido Nacional, pero pese a su mayor presencia, tampoco llegará lejos sin la Coalición.
Los colorados tendrían que hacer un balance positivo de lo que fue la experiencia del pasado gobierno y en todo caso, aportar nuevas formas de funcionamiento a partir del aprendizaje realizado. Pero nunca tomar distancia de lo que fue bueno.
Ese celo intransigente por defender al partido en contra de la Coalición apelará a un núcleo duro de dirigentes y militantes, pero no al votante colorado común, que quiere votar a su partido sabiendo que a la misma vez estará sumando por algo con fuerte potencial político. Quiere senadores y diputados colorados siempre que estos se jueguen a ese acuerdo mayor que es la Coalición. A esos votantes deben escuchar los que cuestionan la “fusión” (que por cierto, no es tal) porque solo por ahí eventualmente crecerá su partido.
Este período recién empieza y las internas de los dos grandes socios de la Coalición arrancaron complicadas. Está haciendo falta más sentido común y un buen quehacer político. Necesitan reaccionar pues si no, los votantes no se lo perdonarán.