El dato de empleo que conocimos el pasado martes es muy bueno. El dato más relevante es que 2021 cerró con casi 10.000 personas más trabajando que antes de la pandemia.
Se trata de una mejora muy relevante en la variable económica económica más sensible para las personas. Esto tiene su correlato más importante en la mejora del ingresos de los hogares y en la reducción de la pobreza que conoceremos a ciencia cierta a finales de marzo.
Pero no nos confundamos, seguimos teniendo problemas profundos en el mercado de trabajo, algunos estructurales y otros vinculados al ciclo económico. El empleo ya era el principal drama de los uruguayos antes de la llegada del Covid al país y de Luis Lacalle Pou a la Torre Ejecutiva. Estas buenas noticias son un buen punto de partida y una oportunidad para refrescar las tareas pendientes.
Hay distintos tipos de desempleados, no es lo mismo el desempleo cíclico vinculado a la baja de la actividad económica que el generado por el cambio en las calificaciones que el mercado demanda o el friccional. Las mejoras recientes están vinculadas a lo primero, la economía recupera dinamismo y eso se siente en el mercado laboral, pero los problemas estructurales siguen allí.
Un abordaje al fondo de los problemas del mercado laboral sin dudas requiere más inversión y reactivación económica pero también mirar a la cara otros desafíos estructurales. En concreto creo que va llegando la hora de ir al fondo en temas de formación y regulación laboral.
Lograr un mercado de trabajo más saludable; es decir más productivo, eficiente, formal y con mejores remuneraciones; es crítico para el país. No solo por la evidente razón de que de eso dependen los ingresos de la mayoría de las personas, también por las implicancias directas que la salud del mercado laboral tiene en al menos otros dos temas claves.
El empleo formal y estable es el principal factor de integración social. Claro que las transferencias a la población vulnerable u otros programas de apoyo pueden servir, más en medio de una emergencia social. Pero es el empleo formal y estable la verdadera forma de generar cohesión social, los efectos que esto tiene sobre la asistencia al sistema educativo de los hijos de los trabajadores y sobre sus posibilidades en la vida son notorios. La fragmentación social avanzó fuerte en el país en las últimas décadas, aún en plena bonanza económica, no hay nada más eficaz que podamos hacer que generar empleo de calidad.
Por otra parte también la competitividad de nuestra economía sufre los problemas del mercado laboral. Reiterados indicadores internacionales muestran problemas en la regulación del mercado laboral. La rigidez del mismo, producto de normas pensadas para una realidad que ya no existe, debe ser abordada con madurez, pragmatismo y sin fundamentalismos de ningún lado.
A finales de 2019 teníamos un mercado laboral que se venía deteriorando lenta pero inexorablemente, con caída del empleo y aumento del subempleo. Luego vino la pandemia, ahora el ciclo económico parece estarnos dando una tregua, con un buen crecimiento en 2021 y 2022. Es menester aprovechar e ir a fondo con los cambios necesarios en materia de formación y regulación laboral.