El rey de la Araucanía

Luciano Alvarez

Acomienzos del siglo XVII el modesto hidalgo Alonso Quijano alucinó a fuerza de leer libros de caballería. No fue el único. Es claro que, pese a la canónica bondad de esta práctica, muchos seres humanos han alucinado a consecuencia de sus lecturas; pocos con la inocencia del hidalgo manchego.

"Desde nuestra más extrema juventud -dice Oréllie Antoine Tounens- nuestros ojos se habían fijado sin poder desprenderse, sobre esa parte de América del Sur que lleva el nombre de Araucanía y Patagonia. Para nosotros la geografía comenzaba y se detenía en esos vastos territorios cubiertos de bosques lujuriosos".

Esta obsesión le llevó a la erudición, luego a su ínsula Barataria, más tarde a la cárcel y el manicomio, para volver al punto de partida.

Oréllie Antoine Tounens nació en Francia, en la región de Périgueux, el 12 de mayo de 1825. Era el menor de los hijos de una familia de agricultores de buena posición. A los 22 años se recibió de abogado y en 1851 abrió su propio estudio. Pero la profesión le quitaba tiempo para leer a Bougainville, D` Orbigny o La Pérouse.

Entonces, vende su estudio, su familia le presta 25.000 francos y en el verano boreal de 1858 se embarca en Southampton hacia Chile con el nombre de Oréllie Antoine de Tounens (le ha agregado el nobiliario "de" a su apellido). Es un hombre de treinta y tres años, elegante, alto, con un rostro enérgico subrayado por gruesos bigotes y una abundante cabellera negra.

El 28 de agosto de 1858 desembarca en Valparaíso. Su única referencia en América es la masonería. Miembro de la logia "Los amigos perseverantes", del Périgueux, sabe que esta afiliación le dará algún amparo; aprende el castellano y establece algunas relaciones.

Dos años más tarde se hace confeccionar una rara vestimenta -mejor diríamos un disfraz-y se ciñe un gran sable curvo. Está listo para emprender su misión y parte hacia el sur, al encuentro de los mapuches.

El sur patagónico y sus tribus no habían sido integrados más que formalmente a los estados chileno y argentino.

Algunos años atrás, en 1851, varios jefes mapuches habían apoyado al general José María de la Cruz, durante una guerra civil. Cuando éste se rindió los caciques junto a grupos desmovilizados del ejército se dedicaron al pillaje y al robo de ganado, hasta que en 1856 se vieron obligados a replegarse a sus territorios de la Araucanía.

Tal era la situación cuando Tounens se reunió con los caciques Quilapán y Namuncurá. Esto les dijo, según su propia versión:

"Uds. están divididos en tribus independientes rodeados de estados centralizados… ¡Haced a mí el rey de la Araucanía y yo reuniré todas las fuerzas de la nación araucana! … Como rey de Araucanía yo hago el juramento de mantener sus fronteras sobre el río Bio-Bio y de expulsar los colonos chilenos de esta `Tierra`. ¡Gritad conmigo: `Viva el Rey!`"

Lo cierto es que los convenció y el 17 de noviembre de 1860 se decretó el estado monárquico constitucional para los territorios de la Araucanía y a "Oréllie-Antoine I, por la gracia de Dios y la voluntad de los indios del extremo sur del continente americano, Rey de la Araucanía y la Patagonia".

El mismo día dirigió una conceptuosa nota al presidente de la República de Chile mediante la cual le comunicaba la creación del nuevo estado y su asunción al trono.

Inmediatamente se proclama una sabia constitución de 66 artículos, que dividía el reino por tribus coordinadas por un gobierno central.

Luego incluyó en el nuevo estado a la actual Patagonia argentina, estableciendo como límites del reino de la Araucanía, el río Biobío por el norte, el Océano Pacífico por el oeste, el Océano Atlántico por el este desde el río Negro hasta el estrecho de Magallanes.

El paso siguiente era colocar aquel nuevo estado en el concierto de las naciones civilizadas. Piensa en crear una línea de vapores entre Burdeos y la Araucanía por el estrecho de Magallanes y se dirige a Napoleón III para obtener el reconocimiento del nuevo estado, su protección y la creación de una colonia francesa, que sería calzada en su vasto reino. Le pide "en su calidad de abogado y sobre todo hijo de esa tierra" de apoyar una suscripción nacional destinada a los gastos y primeras necesidades de "La nueva Francia".

La sorpresiva aparición de un modesto abogado de provincia que se hace rey y ofrece una alianza y ventajas a sus connacionales, es un tema ideal para vender diarios. La prensa francesa había encontrado un nuevo héroe.

Así trascurrió un año y un mes hasta que el 5 de enero de 1862 el gobierno chileno decidió hacerse cargo del "problema Tounens" y lo hizo expeditivamente.

Luego de ser traicionado por uno de sus intérpretes, fue capturado por las fuerzas chilenas, y puesto en prisión a la espera de un juicio.

El Vizconde Henri de Cazotte, representante diplomático francés en Chile, pidió su libertad alegando que el inculpado estaba loco. El gobierno accedió y lo metió en el manicomio de Santiago; en octubre fue repatriado.

Tounens no se rindió fácilmente. Durante siete años trató de convencer a la opinión pública y lograr apoyos oficiales y privados para volver a Chile.

No obtuvo otra cosa que repuestas sarcásticas. Lo mismo le sucedió en Inglaterra.

En septiembre de 1864, desde Londres, escribe a su hermano pidiéndole cien francos para pagar las deudas de su alojamiento, so pena de ir a prisión. En agosto de 1871 está de vuelta en París y a falta de algo mejor, el rey se hace periodista.

Se le podía ver en los café-concert, siempre solo y taciturno vestido de un capote negro con cuello de piel y un gran sombrero. Todo un rey en el exilio.

No se sabe bien como, pero un buen día, Jacob Michael un banquero inglés, le concedió un empréstito para refundar su "reino" en Araucanía y Patagonia. Pero éste y otros intentos no pasaron de la ciudad argentina de Bahía Blanca.

El 26 de enero de 1877 vuelve por última vez a Francia, donde Oréllie Antoine I acepta por fin su destino de rey en el exilio. En Francia instaló su "Corte": ordenó acuñar monedas alusivas a sus dominios y concedió títulos nobiliarios, además de condecoraciones de la "Real Orden de la Estrella del Sur".

Llegó a nombrar a Eduard Michael, hijo de su mecenas Jacob, como "Barón" de Belgrano. El flamante "Barón" le agradeció el gesto sacándolo en parte de la bancarrota en la que se encontraba nuevamente.

En 1878 Tounens publicó su libro "Araucanía" y murió el 17 de septiembre de ese mismo año, a los 52 años.

Antes había pasado sus "derechos reales" a su millonario primo Gustav Achiles Laviarde, Príncipe del País de los Aucas, quien se hizo llamar Achiles I. Luego hubo otros sucesores, hasta hoy, cuando un francés llamado Philippe Boiry sigue reclamando sus derechos y haciendo gestiones como Rey de la Patagonia.

Una página de Internet, "Enlace Mapuche Internacional" (https://www.mapuche-nation.org/) continúa reivindicando el reino de la Araucanía y a su dinastía francesa.

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