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El relevo y la Constitución

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Leonardo guzmán
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El Presidente Tabaré Vázquez relevó al Gral. Guido Manini Ríos en clima de destitución.

El Gral. Manini había criticado los procedimientos del Poder Judicial en los juicios a militares actuantes en la dictadura.

Dijo algunas verdades que compartimos. Habló sobre posturas que hoy se reflejan no sólo en la Justicia sino en la calle, donde también se ha diseminado la ideología del “Derecho Penal del enemigo”. Se olvida y se ignora que la República se construyó por reconciliaciones selladas por amnistías que hicieron tradición, como bien enseñaba Pivel Devoto al final de la dictadura.

Pero esa clase de divergencias con ciertos criterios dominantes debemos ventilarlas todos, menos quienes ejerzan mando con la representación y la fuerza institucional del Poder Ejecutivo, que tiene vedado cuestionar al Poder Judicial constitucionalmente independiente y tiene prohibido encararse con los Magistrados, que pugnan y sentencian braceando entre fárragos de doctrinas mutantes, pero no pueden defenderse ni individual ni colectivamente.

Por todo eso, más allá del aprecio que tiene muy bien ganado, afirmamos que el General Manini Ríos se extralimitó.

Y apoyándose en esa transgresión, el Presidente lo cesó. No nos engañemos. Lo del Poder Judicial fue la frutilla sobre la torta. Hacía más de un año que los desencuentros Manini-Gobierno abarcaban todo el horizonte temporal: fincaban en las responsabilidades del pasado, las carencias del presente y las penurias jubilatorias del futuro. Se llegó al deplorable extremo de que el jefe mayor de los soldados pasara 30 días bajo arresto a rigor. Todo se mal manejaba así, hasta que, abrupto, el Mando Superior de las Fuerzas Armadas destituyó al Comandante en Jefe del Ejército.

El Primer Mandatario ejerció una competencia que es suya sola. Más allá de la distancia que nos separa de su modo de gestionar al Estado y disolver las bases de la convivencia, al oír y leer que el motivo de su acto fue la separación de poderes, sentimos por un rato que se nos unificaba la cúspide gobernante con el llano opositor, en un ademán común de acatamiento a la Constitución.

Pero si de acatar la Constitución se trata, nos asaltan preguntas: el Mandatario destituyente del martes ¿no intervino hace dos viernes en la campaña electoral, al hablarle a su barra brava en el Antel Arena, violando la prohibición del art. 77 numeral 5 de la Constitución?

¿No incurrió en violación de la Constitución al no observar al Directorio-Cosse de Antel por salirse de sus competencias orgánicas y edificar un Arena con costo anunciado U$S 45: y costo confesado U$S 80: pero costo real U$S 91: según el Tribunal de Cuentas?

¿Y acaso a la independencia del Poder Judicial no la atropelló el trío Mujica-Vázquez-Astori al desconocer, por años, el imperio de la cosa juzgada, obligando a Jueces, Actuarios y funcionarios a peregrinar por lo que el Estado les adeudaba y terminar transando, como si las sentencias no valieran un corno?

La lista sería interminable, pero no hace falta completarla para darnos cuenta de cuánto ganaríamos si todos pactáramos en serio inspirarnos y guiarnos por los valores y mandamientos de nuestra Carta Magna.

De veras Presidente, ¡qué bella vida tendríamos si usáramos a la Constitución como reconstituyente!

Empezando por usted y los suyos.

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