El caso Salto

La Coalición Republicana (CR) funcionó en mayo en Salto y ganó las elecciones departamentales. Se trata de un caso muy ilustrativo de lo que efectivamente puede aportar la comparecencia conjunta de blancos y colorados a las urnas, y por tanto vale la pena detenerse a analizarlo.

Salto es la cuarta circunscripción del país, solo superada por Montevideo, Canelones y Maldonado. Votaron allí en mayo algo más de 93.000 personas, lo que equivale aproximadamente a la suma aritmética de los que votaron en Lavalleja y en Río Negro, justamente dos departamentos en los que ganó en mayo el Frente Amplio (FA). En las departamentales de 2015 en Salto ganó el FA con 40.258 votos: desplazó al Partido Colorado que recibió 38.755. Los blancos votaron 5.689. Dos conclusiones: si blancos y colorados votaban juntos, no ganaba el FA; los blancos salteños, que habían apoyado con 19.659 votos a su partido en octubre de 2014, se corrieron masivamente hacia los colorados en la elección departamental.

En 2020 de nuevo ganó el FA (37.153 votos), y de nuevo la suma de blancos (32.408 votos) y colorados (18.006 votos) superó a la izquierda. Esta vez, sin embargo, el corrimiento de electorado fue en sentido inverso a 2015: muchos de los colorados que en octubre acompañaron a su partido con 22.001 votos, sumaron luego con los blancos. Así las cosas, en 2015 y en 2020 el poder departamental fue al FA, cuando era superior la suma aritmética de blancos y colorados en las urnas; y por dos veces un electorado procoalicionista, por llamarlo de algún modo, evaluó en Salto acompañar a un partido tradicional o a otro para tratar de transformarlo en el contrincante real contra la izquierda.

El escenario para una CR era evidente. En vez de dejar fortalecer a un partido tradicional en desmedro de otro, lo que había que hacer era comparecer en conjunto, de manera de que cada uno sumara sus fuerzas y en esa tarea, además, juntos vencieran al FA. Fue lo que ocurrió en mayo con resultados casi calcados a 2020: el FA recibió 37.249 votos; y la CR con 51.157 tuvo al candidato blanco con 36.664 y al colorado con 14.229 votos. La conclusión colorada solo puede ser favorable: ciertamente, el partido votó menos que en octubre de 2024, pero no hubo corrida problanca como entre 2019 y 2020. Y ganó en coalición el poder en Salto. La conclusión blanca también es positiva: sin coalición en 2025 hubiera triunfado de nuevo el FA. Y las urnas dieron amplio respaldo político para que un intendente blanco haga una gran gestión.

El caso Salto desmiente tres mitos. Uno, que la coalición desdibuja a sus partidos: al contrario, los dos conservaron sus estructuras y expresiones electorales potentes. Fue antes, en mayo de 2015 y de 2020, sin coalición, que uno de ellos, cada vez, se desdibujó electoralmente. Dos, que los blancos como hueso de bagual y colorados como sangre de toro rechazan la comparecencia común en coalición: si ocurre, son grupúsculos. Los disconformes, que pudieron votar por tanto en blanco y anulado en vez de CR, crecieron de 2020 a 2025 sólo en 817 votos. Y el FA tampoco aumentó grandemente su caudal. Tres, que no hay madurez política para una CR funcionando en el Interior: se trata, a simple vista, de una falsedad.

Salto mostró el camino. Más claro imposible.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar