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Desafuero y renuncia

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Se suspendieron los fueros del senador Gustavo Penadés. Hecho consumado, en tiempo récord y voto coincidente de los 31 senadores. Entre el hedor a mugres y el sabor a hiel que nos desborda, el buen trámite y la unanimidad entreabren una aurora de esperanzas: ¡a pesar de todo, en el Uruguay podemos defender juntos los mínimos esenciales que exige la convivencia!

Desde que, a fines de marzo, Romina Celeste Papasso incriminó al legislador haberle pagado por sexo cuando ella era menor y varón, la Fiscal Alicia Ghione comenzó a indagar esos dichos, convertidos en “notitia criminis”. Los denunciantes llegaron a doce, de los cuales ocho ya declararon y bastaron para fundar el pedido de desafuero.

Ahora el asunto está librado a la Justicia, sin la cortapisa de los fueros. El involucrado tendrá la oportunidad procesal de defenderse. La requisitoria indica hechos que, de ser ciertos, son horrorosos, dijo el Ministro Heber.

Lo son en todo individuo que se degrade a promover y consumir prostitución de menores para satisfacer perversiones de bujarrón -que así llama el diccionario al depravado que en lenguaje liceal se conoce como bufarrón. Y lo son mucho más en un ciudadano distinguido por el voto ciudadano para representar a la soberanía. Por lo cual, todos deseamos que en juicio el involucrado pruebe entre las calles Cerrito y Juan Carlos Gómez la inocencia que adujo hace dos meses desde el Palacio Legislativo.

El lunes, la Vicepresidenta de la República discrepó con la postura en mayoría del Directorio del Partido Nacional, que dispuso esperar que el Senado resolviera para, después, someterlo a la Comisión de Ética. La Dra. Beatriz Argimón dijo que “hubiera preferido” que se “tomara la decisión hoy”.

Antes de 48 horas quedó a la vista que tenía razón: el martes se aprobó en Comisión el pedido fiscal y el miércoles el Senado desaforó al requerido. El cual en esas horas renunció al Partido, que ya no podrá juzgar éticamente al autoexcluido.

¿Asunto de posicionamiento e imagen? Si sólo fuera eso, sería tan solo una decisión política, adoptada a riesgo propio por una colectividad que, aun hermanada en la construcción de la República, es ajena a quienes no somos blancos. Pero el tema es asunto constitucional.

En efecto, en la República es misión de cada partido recoger los sentimientos e inquietudes de la ciudadanía, resolverlos desde sus convicciones e inspirar las posiciones a sostener en el Parlamento.

Por tanto, la sensibilidad de los partidos debe manifestarse antes de las decisiones institucionales, inspirando y moldeando la doctrina a defender y el voto -negativo, positivo o matizado- que a su juicio requiera cada coyuntura. Los partidos no deben llegar después, para aplicar penas accesorias cuando está todo el pescado vendido o para verse privados de aplicarlas porque entre medio el involucrado se les escabulle por escueta dimisión.

Lo que planteamos no busca reclamar el funcionamiento doctrinal y orgánico de nuestros partidos, a cuál más rengo en la materia. Busca defender el papel de la opinión pública en el Estado de Derecho y en la tradición nacional.

La errada postergación del lunes no debe sentar precedente, pues. Hay que marcarla a fuego para defender los derechos institucionales de quienes “todos juntos somos más que vos”.

Al ser humano Penadés tócale, como persona, ir al encuentro de su verdad existencial. Y a todo el país, le incumbe erguirse ante la evidencia de las miserias humanas en que seguimos chapaleando.

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