LUCIANO ÁLVAREZ
El 8 de abril 1946, León Goldenshon, un médico siquiatra norteamericano, entró a una de las celdas del ala C de la prisión de Nuremberg.
Le esperaba un hombre de 46 años, pelo oscuro, ninguna seña particular.
No obstante su manifiesta educación, lo recibió sentado, con los dos pies dentro de una palangana de agua fría.
- "He tenido unas quemaduras a consecuencia de que los británicos, cuando me capturaron me encontraron medio desnudo y lo único que hicieron fue echarme una mantas encima y llevarme a la cárcel; no me dieron calcetines ni zapatos", fueron sus primeras palabras, a modo de explicación y queja.
-Tener los pies en agua fría me alivia el dolor, concluyó
El hombre que así se manifiesta se llama Rudolf Höss.
¿Cuál era su cargo oficial?, le pregunta el Dr. Goldenshon
-Yo fui comandante en jefe de Auschwitz, durante cuatro años.
-¿Cuántas personas fueron ejecutadas en Auschwitz durante ese tiempo?
-El número exacto es difícil determinarlo. Yo calculo que alrededor de un millón y medio de judíos.
-¿Y eso que le parece?
Rudolf Höss no contesta.
Leon Goldenshon repite la pregunta.
-Yo recibía órdenes personales de Himmler, responde impávido e indiferente, con sus pies en la palangana, mientras se frota las manos para entrar en calor.
Rudolf Höss había nacido en 1900 en Baden-Baden, de una familia católica, aunque tempranamente el joven Rudolf abandonó la fe de su familia, con la que -por otra parte- pronto rompería todo vínculo.
Estudiante mediocre, la Primera Guerra Mundial fue, como para muchos otros aventureros, una oportunidad.
Apenas cumplidos los 15 años se alistó voluntario, en el frente turco.
Cuando terminó la guerra, el ahora sargento de infantería desocupado Rudolf Höss, se mantuvo fiel al oficio de la violencia y se convirtió al nacionalsocialismo. En 1923 fue condenado a diez años de penitenciaría, con trabajos forzados, por el asesinato del dirigente comunista Walter Kadow. Pero sólo cumplió cinco.
Durante este encarcelamiento Höss se convirtió en experto conocedor de la psicología de los presos. De esta experiencia le vino la idea de maquillar las cámaras de gas como duchas para que el asesinato se produzca sin rebelión por parte de los condenados.
En 1934 descubrió un oficio para el que estaba particularmente dotado: la administración de campos de concentración.
Comenzó en Dachau y fue ascendiendo hasta ser nombrado en mayo de 1940 Comandante de Auschwitz, un nuevo campo de concentración, situado en una pequeña localidad del Sur de Polonia, a 60 kilómetros de Cracovia, en la Alta Silesia.
Cuando Höss llegó a Auschwitz, todo lo que había en el lugar eran unos barracones semiabandonados que databan de la época austrohúngara. La población de los siete pueblos cercanos al campo fue evacuada y con los treinta primeros presos comenzó la construcción de un campo modelo.
Luego hizo inscribir sobre la puerta principal la leyenda "Arbeit macht frei" ( "El trabajo libera").
Originalmente Auschwitz fue pensado como un campo de trabajos forzados, una suerte de siniestro polígono industrial. Höss trabajó eficientemente y pronto hubo decenas de subcampos destinados a albergar instalaciones industriales, que se beneficiaban del trabajo esclavo. Se edificaron grandes talleres, se desecaron zonas pantanosas y se construyeron explotaciones agrícolas modelo. Auschwitz cubría la impresionante superficie de 5.000 hectáreas.
Höss, felizmente casado, con cinco hijos, cuyas edades iban de los dos a los quince años, se instaló con toda su familia en una casa situada justo delante del campo de Auschwitz.
El laborioso comandante la arregló, hizo un jardín alrededor y la amplió hasta diez habitaciones, no lujosas, pero confortables. El modesto sueño de un administrador exitoso.
Un día Höss fue llamado por Heinrich Himmler, su superior inmediato quien le comunicó que el Führer había ordenado la solución final del problema judío.
Por lo tanto le encomendó la propuesta de ideas y planes precisos para llevar a cabo el programa de exterminio en Auschwitz.
"Este es un trabajo duro, pero hay que hacerlo", le dijo Himmler.
Höss, se justificaría.
- Que fuera necesario o no ese exterminio en masa de los judíos, a mí no me correspondía ponerlo en tela de juicio, quedaba fuera de mis atribuciones. Si el mismísimo Führer lo había ordenado, no correspondía a un nacionalsocialista de toda la vida como yo, y mucho menos a un Führer de las SS, ponerlo en duda."
Auschwitz, se convirtió en el compromiso exacto entre genocidio, trabajo y seudo investigación científica. En ese marco, en la primavera de 1943, fue destinado a Auschwitz un joven doctor de Baviera: Josef Mengele.
Obsesionado con la biología hereditaria, Mengele se apostaba, elegantemente vestido, a la llegada de los trenes y, con su fusta, seleccionaba niños para realizar todo tipo de experimentos.
En su segunda entrevista con el Dr. Goldenshon, el 9 de abril de 1946, Höss contaría con lujo de detalles su actividad en las tareas de exterminio con la misma precisión y frialdad con que lo haría el gerente de un frigorífico que debe cubrir cuotas de exportación.
A Höss le importaba la eficiencia. En Auschwitz se instaló la primera cámara de gas; y fue el primer campo en emplear el gas Zyklon B.
Hoss estaba en todos los detalles; por eso su vida se resumía en la recurrida expresión "de casa al trabajo y del trabajo a casa."
Incluso confesó su agotamiento nervioso por exceso de trabajo.
- El último año que estuve en Auschwitz trabajaba demasiado. El exterminio era sólo una pequeña parte de mis responsabilidades. Todas las noches sonaba el teléfono para convocarme a algún sitio. Mi esposa se quejaba a menudo de que pasaba muy poco tiempo con mi familia y de que sólo vivía para el trabajo.
¿Su esposa conocía los detalles de su trabajo? Le pregunta el Dr. Goldenshon.
-Sólo lo supo alrededor de 1942. Al principio le pareció cruel y terrible. Pero yo le expliqué del mismo modo que Himmler me lo había explicado a mí. Entonces quedó satisfecha y no volvimos a hablar del tema.
Dr. Goldenshon le pregunta: En su opinión ¿Ud es un sádico? Höss responde con convicción:
-No, nunca le pegué a un interno, en todo el tiempo en que fui comandante.
-¿Tiene pesadillas alguna vez?
-Nunca.
-¿Lamenta algo?
-Lamentarse es cosa de niños. Pero si hay algo que lamento es no haber pasado más tiempo con mi familia.
En abril de 1947, Rudolf Höss, el eficiente comandante en jefe de Auschwitz, fue condenado a la horca y ejecutado delante de la entrada del crematorio del antiguo campo de concentración.
La detallada entrevista fue publicada por el Dr. Leon Goldensohn, en las Conversaciones de Nuremberg, editado en español como "Las entrevistas de Nuremberg.