Aníbal Durán Hontou
No es del caso ponernos muy profundos en el último editorial del año, pero lo cierto es que vivimos una tragedia nacional que surge de la realidad y de estadísticas aciagas que conocemos. Nos referimos sustancialmente a la juventud, adolescentes que cada vez en mayor número van quedando con las mentes vacías, el corazón no les bulle y con el futuro inexistente ya que solo piensan en el momento que viven. La realidad es lacerante…pero como en una suerte de inercia nociva y autista, no buscamos la alternativa (o no damos en la tecla).
¿En qué nos equivocamos como sociedad? Los tan mentados valores que incluso el Presidente predica…¿hacia dónde se dirigen? Sin duda, el funcionamiento de la sociedad apunta a intentar coincidencias del conjunto social relativo a los fines y los instrumentos para lograr aquellos. Pero claro está, da la impresión que eso no sucede… Los valores se perciben a través de motivaciones y estímulos por los cuales las sociedades se movilizan. Los objetivos que nos trazamos y cómo debe ser la búsqueda de los mismos, exteriorizan nuestros valores.
Una sociedad desarrollada pone en juego y hace primar una actitud de seriedad, de responsabilidad, socialmente compartida, valores que a la postre modifican nuestra conducta. Que una sociedad sea próspera no implica que sea desarrollada y ese desarrollo no adviene repartiendo dinero, entregando dádivas por doquier sin siquiera controlar alguna supuesta contrapartida que se pide a cambio.
Si el Ministerio competente reparte subsidios sin reparar en lo que ello provoca, si además se constata que a la gente beneficiada no le interesa trabajar según trascendió en estas últimas horas, se está creando un cuello de botella que comienza a calcificarse, cultura de la limosna que no busca incentivar en el ser humano ninguna condición más que la de ser un parásito contumaz que deambulará por la vida y a mayor abundamiento nocivo, transmitirá dicha actitud a su descendencia. Descendencia que va asimilando esas inconductas que derivarán en un círculo vicioso del que parece no se quiere salir. Entonces esa exclusión que tanto se pregona hay que terminar, se da de bruces con la realidad.
Una parte importante de la población asimila incentivos negativos tanto sea para educarse, como para trabajar, como para comenzar un emprendimiento. Sin duda la oferta educativa es mala pero peor que eso es la cultura imperante en esa gente: no hay necesidad de esforzarse para estudiar, ni para trabajar, tienen la impresión que la sociedad está "comprometida" con ellos y apelan a lo que les brinda el Mides o en su defecto se van hasta algún semáforo concurrido, donde allí conseguirán algunas monedas, pasarán el tiempo, deambularán, labrándose un desencantado porvenir.
Vamos formando una suerte de sociedad paralela que vive (sobrevive) con otras motivaciones y con valores nefastos, para ellos y para el país. La pobreza de esta gente es una pobreza en los márgenes de la existencia, una lucha dura e inmisericorde, dedicada al momento presente y con lugar para solo dos cosas: la desesperanza y la esperanza.
Abogo para que demos un viraje en todo este andamiaje equivocado, muchas veces influido por prejuicios donde prima la ideología, conceptos perimidos, verdades que fueron refutadas en el mundo. Y para ello se necesita un sentimiento de humildad que parta del gobierno, es decir una postura intelectual de acertada auto-crítica. La humildad sinceramente comprendida es un forzoso punto de partida hacia etapas de superación y como tal un requisito estimulante para realizar lo hasta ahora irrealizado en el plano del quehacer. La humildad coloca al hombre en permanente alerta frente a sí mismo, lo incita a una constante introversión, lo convierte en objeto de su propia facultad de crítica. Espero que este flagelo enraizado en la sociedad comience a desbrozarse y paulatinamente, combatirlo. Hay algún atisbo de reacción con los adolescentes y no adolescentes que ni estudian ni trabajan; calculados en más de 100.000, se intentará el año próximo trabajar con el 24% de ellos, en la búsqueda de motivarlos para la vida.
Formulo votos para que esta tragedia nacional, comience a paliar y la sociedad en su conjunto tome conciencia de que no seremos nunca desarrollados con el lastre mencionado. Se necesita una revolución cultural de arriba hacia abajo, que modifique este lesivo statu quo.
Esta situación requiere imaginación, determinación, acción. Que el año que se inicia nos encuentre en este camino, sabedores que con exhortos morales solamente, no solucionamos nada…