Cómprese un revólver

Antonio Mercader

Cómprese un revólver y defiéndase a tiros de los criminales porque el Estado no puede protegerlo. ¿Ese es el mensaje que el gobierno desea trasmitirle a la ciudadanía?

La pregunta es válida por lo que acaba de decir el ministro del Interior. "Yo no me animo a recomendarle a la gente que se arme, ni que no lo haga, es una cuestión de responsabilidad de cada uno", declaró Eduardo Bonomi. Fue un comentario demasiado vago y riesgoso en boca del máximo encargado de la seguridad pública. Era evidente que levantaría polvareda.

La levantó, pero lo extraño es que los enojados no fueron los opositores sino dos ex ministros del Interior del Frente Amplio: Daisy Tourné y José Díaz. O sea dos de sus antecesores en el cargo, dos correligionarios de Bonomi. Tourné sentenció que "un mensaje así de ambiguo puede llevar a pensar que se está habilitando el gatillo fácil". Díaz señaló que el discurso oficial "tiene que ser contrario al uso de armas por parte de particulares".

Un choque de opiniones que, para empezar, revela una total falta de acuerdo entre los dirigentes frentistas sobre co-mo combatir la inseguridad, el problema que más inquieta a los uruguayos según las encuestas de opinión. Si Bonomi, Tourné y Díaz discrepan nada menos que sobre el libre uso de las armas, eso significa que en la coalición de izquierda no hay un mínimo consenso sobre el tema. Es grave, porque en la pasada campaña electoral, en un recordado folleto, el Frente Amplio admitió que la seguridad era la "asignatura pendiente" de la administración Vázquez. Hoy, las palabras del ministro equivalen a una confesión de impotencia.

Sin embargo, la posición de Bonomi no debió sorprender a Tourné y Díaz. Está en línea con la que sostuvieron sus viejos compañeros tupamaros. José Mujica, por ejemplo, consultado hace dos años sobre la conveniencia de armarse ante la delincuencia, contestó sin vacilar: "Son cosas del fuero interno de cada uno". Fernández Huidobro fue drástico: "no hay más remedio por ahora que armarse".

Bonomi no llega tan lejos como Fernández Huidobro, pe-ro se alinea con Mujica: libre albedrío, que cada cual decida por sí mismo. El ciudadano, sea o no un comerciante acosado por los rapiñeros, tiene la potestad de comprarse un arma y de tirotearse con los delincuentes. Y que Dios lo ayude. Claro que esa postura plantea interrogantes sobre las que Bonomi y sus conmilitones deben reflexionar. ¿Eso es aceptable en un Estado de Derecho? ¿Acaso no supone una renuncia del Estado a cumplir con su función esencial de brindar seguridad?

Mientras Bonomi se introduce en esa senda conceptualmente peligrosa, el Frente Amplio se niega a tomar medidas aplicadas en todo el mundo, esas sí legítimas, como bajar la edad de imputabilidad de los menores a 16 años. Según las estadísticas del propio ministerio del Interior, entre 2008 y 2009 casi se duplicó la participación de menores en rapiñas, en tanto sigue aumentando la acción de adolescentes en crímenes de todo tipo. Algo hay que hacer para detenerlos.

Bajar la edad de imputabilidad es un tabú para este gobierno, pero no parece serlo la justicia por mano propia.

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