Cínicos, ciegos y cómplices

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DIEGO FISCHER
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Ver para creer. La afirmación se la atribuye al apóstol Tomás que cuando le anunciaron la Resurrección de Cristo sostuvo que, si no veía en las manos de Jesús las heridas y metía su dedo en el lugar de los clavos, no creería.

Pasaron ocho días hasta que Tomás se encontró con Cristo resucitado y tocó sus llagas.

La semana pasada, nos enteramos que siete legisladores del Frente Amplio (seis diputados y una senadora) que forman parte de la denominada “bancada progresista” del Parlamento del Mercosur firmaron una declaración denunciando la persecución mediática y judicial contra la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. “Ver para creer”.

En la declaración llaman “a las y los integrantes de todas las fuerzas políticas de nuestros países a pronunciarse contra esta maniobra. Estas acciones erosionan gravemente las democracias de nuestros países “Ver para creer”.

Es sabido que el lunes último, los fiscales federales Diego Luciani y Sergio Mola pidieron 12 años de prisión para Cristina Kirchner y su inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.

Los legisladores de marras junto a sus pares de Argentina, Brasil y Paraguay, sostienen que “la derecha ha insistido en utilizar fiscales y jueces como parte de una operativa de lawfare para desgastar a los gobiernos populares y sus referentes en América Latina”. Los representantes que estamparon su firma son: Daniel Caggiani, Nicolás Viera, Bettiana Díaz, Ubaldo Aita, Amanda Della Ventura, Lucía Etcheverry y Nelson Larzábal. “Ver para creer”.

Lo que sucedió en Argentina el lunes último fue un hecho histórico y un soplo de aire esperanzador para un país que padece hace ya demasiado tiempo el latrocinio sideral de Cristina Fernández de Kirchner y sus cómplices.

Creo que mucho mejor que lo que pueda decir uno lo escribió, ayer viernes, en La Nación el periodista Joaquín Morales Solá: (...) “Una vicepresidenta que usa las oficinas del Senado para hablar en público como imputada en una causa por corrupción. Un Presidente, profesor de la facultad de Derecho, que hace declaraciones públicas sobre los alegatos de dos fiscales. Un Gobierno que, en lugar de bregar por la tranquilidad de la sociedad, agita los fanatismos y convoca a llenar calles y plazas contra la supuesta persecución a la vicepresidenta. Pocas veces se ha visto en la historia reciente tanto desparpajo para violar el principio de la división de poderes o para comprometer a la dirigencia y a las instituciones en el destino de una sola persona encartada. (...) La insurgencia kirchnerista contra la Justicia no es, en rigor, por el alegato final de Luciani, que fue claro, apolítico y profesional, sino para amedrentar a los jueces que deberán decidir sobre su condición de culpable o inocente y para atemorizar a la sociedad en general...”

Los legisladores que firmaron la declaración en el Parlamento del Mercosur, deberían saber que los fiscales argentinos están intentando desarmar la trama de corrupción más grande que se haya conocido jamás en el vecino país. Han hundido sus dedos en las peores llagas de la Argentina. No creer es ser cínico, ciego y cómplice de los corruptos.

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