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Joe Biden

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CARLOS ALBERTO MONTANER
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Felipe González, el expremier español, una persona muy respetada nacional e internacionalmente, afirmó con admiración que Joe Biden es un “socialdemócrata”. Lo dijo en el programa de entrevistas más visitado de la televisión española: “El Hormiguero”, dirigido por Pablo Motos, en Antena 3.

Es cierto, aunque con matices. En general, hoy los demócratas, los electores y los elegidos, tienden a parecerse a la socialdemocracia. Muchos son partidarios de extender el Medicare a toda la población, y no sólo beneficiar con ese seguro a los mayores de 65 años. Asimismo, creen que si la sociedad necesita profesionales no es razonable cobrarles los estudios a los universitarios. Lo ven, como en casi toda Europa, como una inversión y no como un gasto. Se trata de dos medidas discutibles, pero que nada tienen que ver con la implantación de una dictadura comunista.

Extender la cobertura del Medicare a toda la población tiene ventajas y desventajas. El país invierte prácticamente el 20% del PIB en gastos sanitarios y no se sabe con exactitud cuánto más tendrá que aportar. Con relación a los estudios universitarios sucede más o menos lo mismo. USA tiene las 100 mejores universidades del planeta y se autorregulan. Si el Estado decide qué se va a enseñar y cómo, prerrogativas del que paga la cuenta, acaso será contraproducente.

Los demócratas instruidos son, como regla general, además, keynesianos. Es decir, creen que el gasto público tiene la propiedad de modular la economía. Puede impulsar o frenar el crecimiento económico a su antojo. Algo que no es tan sencillo, dada la tendencia de la sociedad a convertir cualquier medida transitoria en una permanente “conquista social”, agravada por la manera dispendiosa en que se suele efectuar el gasto público en todas las latitudes.

Las diferencias entre los demócratas estadounidenses y la socialdemocracia europea están en los orígenes ideológicos. El Partido Demócrata de USA tiene poco que ver con la cháchara marxista. (De hecho, antecede al marxismo varias décadas). Los alemanes, en cambio, se desprendieron del pesado fardo de Karl Marx en 1959, mientras los españoles lo hicieron 20 años más tarde.

Es natural que los hispanos respalden mayoritariamente a Joe Biden. Casi todas las minorías étnicas lo hacen. También quienes tienen inclinaciones sexuales poco ortodoxas. La tolerancia y la aceptación de las personas diferentes a la media hoy militan en el Partido Demócrata. No siempre fue así.

Tanto los republicanos como los demócratas carecen de raíces ideológicas y pueden cambiar diametralmente de posición. El Partido Demócrata, que fue un vivero del KKK, encontró primero en John F. Kennedy, y luego (y sobre todo) en Lyndon B. Johnson, el más sólido apoyo al reformismo negro. Mientras el Partido Republicano, fundado por Abraham Lincoln, tenía sus antecedentes en el partido de los whigs antidemócratas, un partido que le había dado la libertad a los negros durante la Guerra Civil.

Como exiliado cubano me preocupaba que Joe Biden fuera a aceptar sin más la política de Barack Obama sobre la Isla, pero no ocurrió así. Biden ha continuado la estrategia de Trump de apretarle las clavijas a la dictadura.

¿Por qué esto ha sucedido? Por tres razones fundamentales:

Primero, porque se ha visto como un insulto que lejos de aceptar con algún gesto de reciprocidad la llegada del engagement en lugar del containment, el régimen aprovechó para declarar su victoria y solicitar 126 mil millones de dólares por los daños del “embargo”, mientras insultaba a Obama por haber pronunciado en La Habana un discurso aperturista.

Segundo, porque los servicios de inteligencia de EEUU detectaron un aumento en el respaldo a las dictaduras de Maduro en Venezuela y a Daniel Ortega en Nicaragua.

Tercero, porque se desató el “Síndrome de La Habana” sobre la agresión acústica a los diplomáticos norteamericanos y canadienses. Según estos servicios, detrás de esa agresión están los rusos de Putin. Tras el discurso de Obama en La Habana, Alejandro Castro Espín, el hijo de Raúl que dirigió por la parte cubana el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y USA, fue a Moscú el 25 y 26 de mayo a rendir un informe. Poco después ocurrió la agresión acústica.

Joe Biden no juega con la seguridad de Estados Unidos. Por eso continúa la presión sobre Cuba, Venezuela y Nicaragua. Es mucho lo que está en juego.

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