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Buena vista y memoria

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Se nos fue el 2023, se nos viene el 2024. El año electoral empieza en 48 horas, aunque para algunos, arrancó el 2 de marzo del 2020. En el año que comienza habrá tres ocasiones para que los ciudadanos nos pronunciemos en las urnas, las internas de mayo, las nacionales de octubre y el balotaje de noviembre. Como suele suceder en tiempos de comicios, llegaremos a fin del 2024 saturados y exhaustos de oír hablar a los políticos. Es el precio de la democracia y bendito sea ese costo.

El panorama parece estar claro en el oficialismo y también en la oposición. Pero antes de detenerme en este punto, me gustaría reiterar una invitación que en más de una ocasión desde acá mismo formulé a los montevideanos: viajen por el interior del país.

Y no solamente a Colonia del Sacramento o al Este, ya sabemos que allí son zonas no solo privilegiadas por su paisaje, sino por los intendentes y alcaldes que gobiernan. En Rocha, Maldonado y Colonia los impuestos de los contribuyentes se ven en obras y en servicios. ¿Verdad que no hace falta agregar nada más?

Pero la invitación es para adentrarse en todo el Uruguay. Salir de Montevideo y ver a un país en obra y con obras planificadas y ejecutadas en este período de gobierno. Carreteras, puentes, escuelas, policlínicas nuevas o remodeladas forman parte del paisaje del país real. Y no solo es la obra pública la que genera mano de obra y trabajo digno para las personas, sino también los innumerables emprendimientos privados, que han mejorado, como la calidad de vida de la gente.

La agropecuaria lleva la posta, pero también cuenta y mucho el conocido y vertiginoso desarrollo de la industria forestal. Salir de Montevideo es enfrentarse al país real. Y en esas recorridas, es bueno hablar también con la gente y preguntarle cómo vivían hace tan solo cuatro o cinco años atrás y cómo viven hoy. De Florida a Cerro Largo, de Río Negro a Rivera, de Durazno a Tacuarembó, de Paysandú a Bella Unión.

Claro que no todo está resuelto, pero es mucho lo que se ha logrado y lo que se concretará en el 2024.

En ese aluvión de obra pública, dos son emblemáticas: el Puente de la Charqueada, cuyos habitantes esperaron 60 años para verlo concretado, y el Hospital del Cerro, una necesidad demandada durante más de cinco décadas por una población numerosa que, curiosamente, vota mayoritariamente a la oposición.

Hecha la invitación, es bueno repasar qué se elegirá en octubre y noviembre de 2024. Y las opciones son muy claras, continuar con el proceso de verdadera modernización del país y justicia social o desandar el camino y volver al país del “como te digo una cosa, te digo la otra”.

La partida se juega entre la Coalición Republicana, aun con Cabildo Abierto (el integrante gruñón, inconformista y poco entrenado en política) y el Frente Amplio liderado por un intendente de verbo ligero y una intendenta que cree que gobernar una ciudad es llorar ante cámaras y dilapidar los recursos de los montevideanos en parrandas y festicholas.

Ausentarse de Montevideo, para darse cuenta de que hay un país de trabajo y esfuerzo fuera de los accesos de la capital, tener buena memoria y mirar hacia el futuro es lo que pido y deseo para 2024. El resto, como hacemos siempre los orientales, lo resolvemos en las urnas.

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