RICARDO REILLY SALAVERRI
El 10 de septiembre se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Aparicio Saravia.
El hecho histórico fue etapa culminante del alzamiento armado del Partido Nacional, contra el gobierno de José Batlle y Ordóñez (1904). Previamente, había tenido curso la revolución de 1897, conducida por el mismo Aparicio, y con criterio parcial, puede decirse que su propósito apuntaba a la coparticipación de todos los partidos en el gobierno nacional lo que había quedado relegado en esta oportunidad al círculo del Presidente Idiarte Borda (1894-1897). Tras su asesinato, tal situación se prolongó bajo el mando de su sucesor Juan Lindolfo Cuestas (1897-1898). La pureza del sufragio y la coparticipación de todos los partidos en el gobierno del país fueron razón eficiente de la revolución blanca, y se llegó a un acuerdo de paz en el que entre otras cosas se aseguraban al Partido Nacional, seis jefaturas políticas en departamentos del interior de la República, en lo que se conoció como el Pacto de la Cruz. De aquí en más de hecho pasaron a haber dos gobiernos: uno capitalino, el de Cuestas y el otro el de Aparicio Saravia, caudillo consolidado, cuya estancia "El Cordobés" paso a ser referencia ineludible en la vida del país.
En 1903 fue electo presidente José Batlle y Ordóñez (1903-1908) y el 1º de enero de 1904 se produce un nuevo alzamiento nacionalista considerando que se había violado el Pacto de la Cruz porque se había enviado un regimiento del ejército gubernamental al departamento de Rivera, lo que se entendió violaba la jurisdicción reconocida anteriormente a las jefatura blancas de gobierno departamental.
En la batalla de Masoller (1° de septiembre), recorriendo el frente de sus tropas en su zaino, con sombrero y poncho blanco, lo que facilitaba a los tiradores enemigos su identificación, Aparicio Saravia fue alcanzado por un tiro. Tras una agonía de varios días falleció, el 10 de septiembre de 1904, en el establecimiento de Luisa Pereira de Souza, en el paraje Sepulturas, adonde fue trasladado para su atención. Poco después, el ejército nacionalista, reconocía su derrota y se firmaba la Paz de Aceguá, por la que la coparticipación fue anulada.
Con la reforma constitucional de 1918, se mantendría el espíritu democrático y liberal de nuestras instituciones políticas, llegaría la regularización del sistema electoral, el sufragio universal y secreto, y se proyectaría la posibilidad de coparticipación de los partidos políticos en la administración del Estado.
La gesta saravista, antecedente de la reforma, supuso entre otras cosas: el renacimiento del Partido Nacional alejado del gobierno desde la invasión de Flores, el derrocamiento del legítimo gobierno blanco y la Triple Alianza; la lucha pagada con sangre mártir por el respeto de todos los partidos en su acción de gobierno; la descentralización del poder, con acento en el interior de la República, limitando el centralismo de Montevideo; la posterior consagración del voto universal y secreto; y -abreviando- la transparencia de los actos electorales. Aparicio Saravia peleó con la cara al viento. Apreciaba la vida humana. Un parte de 1904 reza: "Al enemigo en armas debe combatírsele sin tregua; vencido … se convierte en hermano extraviado, nacido bajo el mismo cielo". Una Orden General de Aparicio estableció a su vez, que el mal trato innecesario al enemigo sería causa de Consejo de Guerra.
La tradición, hoy olvidada, es el alma nacional.