Luego de 20 artículos sobre la vida y obra del gran filósofo y economista escocés hoy llegamos al final de la serie con un agradecimiento particular al diario y a los amables lectores por la paciencia de estos meses. Como es de rigor, culminamos con una interpretación personal sobre la relevancia de las ideas de Smith para el tiempo que nos toca vivir, con sus particulares dificultades y oportunidades.
Uno de los puntos centrales a rescatar es la visión integral del ser humano y de la sociedad, más allá de la caricatura del egoísmo que ha caído tantas veces injustamente sobre nuestro autor. Smith explicó con claridad que el ser humano es mucho más que un agente racional económico, que tiene sentimientos y suele actuar en base a ellos y que su moral no parte de ningún razonamiento abstruso. La relevancia de la acción libre de las personas, en un marco institucional que le permita desenvolverse precisamente con la mayor libertad posible en los distintos ámbitos del quehacer humano es fundamental para desarrollar una vida íntegra y con sentido, y a su vez es también lo mejor el desarrollo de la sociedad que integra. En este sentido, la persona que actúa en forma libre y responsable en base a su propio conocimiento e intereses no solo puede alcanzar su propia plenitud, sino que hará al mismo tiempo el mejor aporte a su comunidad.
Otro aspecto relevante es la visión de Smith sobre el desarrollo económico. La libertad económica, matizada por el pragmatismo y adaptada a las condiciones de cada país sin saltos revolucionarios, conduce a la prosperidad, mientras que las regulaciones que la limitan y la cercenan no permiten alcanzar el progreso. En este sentido Smith no solo combatió el mercantilismo de su tiempo, también el dirigismo del siglo XX y los populismo del nuestro, ya que aplican casi automáticamente las mismas respuestas y razonamientos en cada caso. La caída del muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética era perfectamente esperable desde la perspectiva de Adam Smith, así como el éxito del experimento norteamericano que llegó a vislumbrar. Su visión moderna sobre el rol de la mujer en la sociedad, la condena de la esclavitud y su posición favorable a la independencia de los Estados Unidos lo encuadran en una posición extraordinariamente moderna para su tiempo en temas en los que fue un adelantado.
Pero quizá su lección más permanente sea la de comprender que las instituciones y la cultura que dan forma a todo lo demás, en especial a la economía, se moldean en un proceso de evolución histórica que se desenvuelve positivamente cuando se funda en el respeto a la naturaleza de la persona, lo que efectivamente ocurre cuando ese proceso es gradual y libre. En este sentido, su comprensión, casi podríamos decir su descubrimiento de cómo funcionan los órdenes sociales espontáneos es su principal aporte y quizá la mejor forma de resumir su contribución a nuestra comprensión de fenómenos sociales. La gran batalla de nuestro tiempo sigue siendo entre el liberalismo bien entendido y sus enemigos -declarados o camuflados- que conspiran contra la libertad personal y el progreso social. Si las ideas de Adam Smith son las que inspiran a los defensores de la liberad en el siglo XXI estaremos más cerca de vivir cada vez mejor en cada rincón del planeta y, en especial, en América Latina.