Publicidad

Noticias de censura

Marcos Israel, Presidente del Comité Central Israelita del Uruguay | Montevideo
Alejandro A. Tagliavini Argentina
SEGUIR Gerardo Sotelo Introduzca el texto aquí Un día fue un baile para menores en el que se regalaba refresco a las chicas que vistieran calzas. Otro día fue un organizador de milongas, que tras discriminar a una pareja de mujeres, debió pasar por un taller de reeducación. Después llegaron los concursos literarios que regalaban puntos a los participantes que incluyeran temas de género y más adelante la represalia contra el dueño de una casa de comidas que hizo una broma sobre mexicanos en su cartel promocional. Más recientemente tuvimos el retiro del interés turístico dispuesto por el Ministerio respecto a un congreso evangélico, pero la lista se está haciendo larga y da escalofríos. Por ahora, la cierra la decisión del Mides de condenar el afiche de la Fiesta de la Patria Gaucha por su presunto contenido racista. No hay errores; no hay excesos. Simplemente, son así; llevan el control social y la represión en el ADN. ¿Quién le dijo a las autoridades del Mides que tienen la facultad de interpretar y eventualmente condenar obras de arte? ¿En qué norma jurídica se le encomienda tal tarea? Y más que eso, ¿cómo pueden alentar semejante pretensión? Estamos ante una concepción totalitaria de la política que se extiende, como no podría ser de otra manera, al manejo de la cosa pública. Una concepción antagónica con el régimen democrático, basada en la extensión del control estatal sobre las manifestaciones de la sensibilidad popular y no en una amplia tolerancia en materia de expresión del pensamiento y la excepcionalidad de las restricciones, luego de ser debidamente legisladas y aplicadas por autoridades competentes. El ukase resulta doblemente indignante porque no solo viola la Constitución, las leyes nacionales y los tratados internacionales, sino que lo hace tomando como pretexto la lucha contra el racismo. Como si los represores no tuvieran siempre una coartada para sus zarpazos. Lo peor de todo no es la conducta autoritaria de algunos miembros del gobierno sino la impunidad con la que proceden, ante la ausencia de superiores que lo adviertan e impidan, y de una oposición que, pretendiendo ganar las próximas elecciones, renuncia a dar las batallas culturales fundamentales. Si la sociedad uruguaya va a aceptar que un conjunto de burócratas establezca de qué manera debemos interpretar las obras de arte, da lo mismo que sea en nombre del socialismo o del antirracismo. Antes se hizo en el del pachequismo, las buenas costumbres o la lucha contra las "ideologías foráneas". Da lo mismo porque, así las cosas, estamos ante el fin del Estado de Derecho. Si bien hay organismos ante los cuales recurrir estas decisiones arbitrarias, la sociedad uruguaya tiene en la Institución de Derechos Humanos un resguardo de las libertades públicas que, hasta ahora, ha funcionado bastante eficazmente. Si bien su reacción frente a la demanda de los evangélicos censurados por el Ministerio de Turismo se ha demorado más de lo prudencial, la ecuanimidad y compromiso de la mayoría de sus integrantes permite alentar esperanzas. La censura a un afiche por parte de las jerarquías de un ministerio es un hecho gravísimo, aun tratándose de la última perla de un largo collar de acciones inspiradas en una ideología totalitaria.
EDITORIAL La gran ironía de lo que acaba de suceder es que al final, los que han de estar batiendo palmas son los soberanistas del norte y del sur que infructuosamente trataron de doblegar a Rajoy. Los mismos con quienes tendrá que convivir obligadamente, el nuevo mandatario. Hoy rajaron a Rajoy. Un juego de palabras demasiado irreverente tal vez, pero que bien podría haber sido el título, si no fuera que para empezar, la diferencia horaria ya no lo permite. Lo cierto es que a este político avezado, que supo tanto perder elecciones como ganarlas y que se mantuvo en el poder durante casi 7 años en los que tuvo que enfrentar situaciones profundamente desafiantes, le llegó el turno de convertirse en el primer Presidente en la historia de la recuperada democracia española, obligado a dejar su sitial. La aguda crisis económica de la burbuja inmobiliaria del 2008 alcanzó también a España y el descontento social superviniente, le permitió en 2011 desalojar a los socialistas del Palacio de la Moncloa. Luego, su manejo exitoso de la situación permitió que España superara aquellos difíciles tiempos en los que la actividad económica se desplomó y el desempleo trepó al 27%. Pero ya se sabe que la memoria de los pueblos es corta y cualquiera que pasee por la vibrante España actual se percata de que la gente no se detiene a pensar en lo mal que estuvo su país y cómo se recuperó. Unión Europea mediante, es verdad, pero con buena diferencia respecto de otras naciones de la comunidad, por como se utilizó esa ventaja bajo la sabia conducción del ahora renunciado Presidente. Una buena demostración de que en política nada es para siempre, es el hecho que en Las Cortes, ocho días atrás fuese votado el presupuesto del Estado. De ahí, que los analistas coincidieran en que el mandato de Rajoy, al que le quedaban dos años, estaba asegurado. Pero el "black swan" (cisne negro) hizo su vuelo fatídico y todo cambió. La sentencia del caso Gürtel, condenando a 29 empresarios y expolíticos del Partido Popular a 351 años de prisión y a un resarcimiento económico de parte del PP, de unos 250.000 euros. El "lava jato" español, la caja negra del PP, las maniobras del tesorero Bárcenas y otras figuras, las "contribuciones" a pedido u ofrecidas por los empresarios y recibidas en pos de financiar al PP, —más allá de que algunos millones deben haberse perdido por el camino— fue lo que esperaban agazapados sus enemigos políticos. En cuanto olió sangre, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, se tiró en picada a la yugular del siempre impertérrito gallego. Y de nada sirvió que Rajoy le recordara que el pasado del gobierno socialista no le permitía actuar como adalid de la moralidad. Ni tampoco el acusarlo de que su único interés era llegar a la presidencia sin pasar por el trance de las urnas. En efecto, la magra perfomance del PSOE en los comicios pasados le permitió hacerse de solo 84 bancas. Composición que le hará muy difícil gobernar y lo obligará a transar con quienes lo acompañaron en esta lid. Como el Partido Nacionalista Vasco, al que ya le prometió que habrá de respetar los recursos prometidos por la anterior Administración, que suponen 540 millones de euros en infraestructura e inversiones. Algo a lo que se oponen los izquierdistas de Podemos, a quienes también les deberá favores. Al igual que a los independentistas catalanes a pesar de que en su momento, el PSOE apoyó a Rajoy en su postura y lucha contra los separatistas. Los cuales no se han dado por vencidos y continúan con sus disparatadas y dañinas pretensiones. La legislatura española prevé el mecanismo de la censura, (primera vez en tener andamiento semejante moción) a fin de exigirle al gobernante que rinda cuentas. De no conformar su respuesta, puede ser destituido por el Parlamento y se cede el cargo al impulsor de la moción. En este caso, Pedro Sánchez, el líder del partido socialista, quien en su momento se mandó la jugada de renunciar a su escaño para sustraerse a la investidura de Rajoy, para después volver y ejecutar su plan. La partida de Rajoy es un sacudón para la actual Europa, al dejar la escena un sólido protagonista pro UE y los mercados dieron cuenta de ese ánimo. Pero con todo, la inquietud no debería tener la intensidad que provoca desde hace un tiempo ya la inestable Italia, que ha puesto en duda su compromiso con la moneda comunitaria. Pero aparentemente, la mayoría de los partidos españoles está a favor de respetar las reglas de la Unión Europea, así que las otras naciones del bloque y los inversores, no se piensa que teman un giro radical, tras el cambio de gobierno. La gran ironía de lo que acaba de suceder es que al final, los que han de estar batiendo palmas son los soberanistas del norte y del sur, que infructuosamente trataron de doblegar a Rajoy. Los mismos con quienes tendrá que convivir obligadamente, el nuevo mandatario.

Publicidad