Lo de la Vaca Loca no está nada claro

| Se puso en duda la eficacia del nuevo sistema de control, porque no se logrará saber la extensión del mal

WASHINGTON | THE NEW YORK TIMES

La inspectora general del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, Phyllis K. Fong, declaró que la investigación que llevó a cabo de dos casos que involucran la enfermedad de la vaca loca, no indicó la existencia de delitos ni de inconducta intencional. Pero puntualizó que los casos son ilustrativos de lo que puede estar mal, a la luz de la ampliación del programa federal de investigaciones que comenzó el mes pasado.

Fong dijo en una reunión integrada de las comisiones de Reforma Estatal y de Agricultura, del Congreso, que los dos casos revelan confusión dentro del Departamento, omisión en la aplicación de los reglamentos, divergencias entre inspectores y propietarios de plantas de faena, así como otras debilidades.

Fong actúa con independencia de la secretaria de Agricultura, Ann M. Veneman y no fue designada por ésta. Asimismo redactó un informe con duras críticas a los planes del Departamento de realizar análisis a más de 220.000 vacas hasta fines de 2005 —es una mejora en relación con las 20.000 anuales que se analizaban—, que fue entregado a los medios de comunicación.

En la reunión de las comisiones legislativas, la secretaria Veneman defendió el programa de análisis, incluyendo su característica voluntaria, que es criticada en el informe. Sostuvo que su base estadística es sólida y destacó que del Departamento había recibido felicitaciones por el plan de parte de un equipo de expertos internacionales.

CONTRADICCION. Los dos casos que Fong expuso fueron los de una vaca destinada a lechería en Moses Lake (Estado de Washington), que se convirtió en el único caso de enfermedad de la vaca loca en Estados Unidos, el 23 de diciembre de 2003, y otro de una vaca faenada en Texas, en abril del corriente año, que no había sido sometida a análisis, pese a que tenía síntomas de una enfermedad cerebral.

En el primer caso, uno de los operarios que realizó la faena dijo que la vaca enferma había estado caminando cuando la mató, pero que un inspector veterinario federal había reescrito los documentos para indicar que la vaca era "downer", que estaba demasiado enferma para moverse. El punto es importante porque durante años el Departamento de Agricultura argumentó que detectaría la enfermedad, aún realizando análisis a un número relativamente reducido de haciendas. Si la vaca enferma no era "downer", entonces el razonamiento para analizar sólo a esas vacas quedaría en duda.

Si bien Dave Louthan, el operario que faenó al animal, dijo a los periodistas que sospechaba que el veterinario había sido presionado para falsificar los formularios, Fong dijo que no encontró pruebas de esa denuncia. Los investigadores indicaron que Louthan se negó a declarar bajo juramento.

Fong señaló que el veterinario, Dr. Rodney Thompson, no se ajustó a las normas del Departamento, incluyendo los requisitos de que pusiera una etiqueta identificatoria en las orejas de la vaca sospechosa y le tomara la temperatura. Agregó que el 23 de diciembre, después que los análisis de tejidos de la vaca dieron positivo, Thompson "actualizó y anotó" los formularios que había llenado el 9 de diciembre y dejó constancia que no pudo tomarle la temperatura a la vaca. Thompson no concurrió a la comisión parlamentaria ni ha hablado con los periodistas.

Hubo discrepancias entre testigos respecto de si la vaca había caminado ese día, dijo Fong. El propietario de la planta de faena se negó a calificarla de "downer" porque tiene como política no aceptar ese tipo de animal, pese a que había aceptado un trailer con once vacas, nueve de las cuales estaban muertas o no podían caminar. El propietario de la vaca dijo que ésta había caminado hasta el trailer, aunque con debilidad. El transportista dijo que había subido, pero no bajado caminando.

El informe también indicó que un inspector temporario en la planta dijo que las pruebas realizadas "no estaban tan bien organizadas como en otras plantas" donde él trabajaba.

DESAUTORIZAN. En el segundo caso, informaciones de prensa indicaron que un veterinario del Departamento de Agricultura había empezado a tomar muestras del cerebro de una vaca que trastabillaba porque pensó que tenía una enfermedad cerebral, pero fue desautorizada por un funcionario jerárquico regional.

La Inspectora General mencionó una serie de errores: la vaca fue muerta y marcada inapropiada para el consumo humano, pese a que debió haber sido enviada con vida a la Universidad Texas A&M para realizarle análisis. Antes de que el veterinario pudiera tomar una muestra del cerebro, las autoridades de la planta se negaron a guardar la carcasa.

El vicepresidente de la planta llamó a la delegación regional del Departamento de Agricultura y argumentó que la vaca había muerto por intoxicación con trigo y no de enfermedad cerebral.

El oficial regional, que era de otra rama del Departamento que el inspector, confirmó que había cancelado el análisis, pero recordó de manera diferente que el inspector sobre las coincidencias que tuvieron en cuanto a los síntomas de la vaca.

El economista jefe del Departamento de Agricultura, Dr. Keith Collins, también declaró ante la comisión y reconoció que el argumento del Departamento de que hay "riesgo cero" de enfermedad de la vaca loca en ganado aparentemente saludable es simplemente "una presunción de trabajo, que permite empezar a recoger datos y no es una estimación de la prevalencia de la enfermedad".

Sin cambios, a pesar de las críticas

El gobierno estadounidense no tiene la intención de extender su sistema de detección del mal de la vaca loca pese a las críticas sobre las lagunas del programa actual, dijo días atrás la ministra de Agricultura, Anne Veneman.

Según la agencia AFP, el programa de vigilancia busca detectar la mayor cantidad posible de animales y no hay ninguna recomendación científica de hacer pruebas a todos los animales, declaró Veneman, interrogada durante tres horas por los miembros de la comisión de Política Agrícola.

El veterinario en jefe del ministerio, Ron DeHaven, por su parte, recordó que desde la puesta en marcha de un sistema más extendido de detección, el 1º de junio pasado, se realizaron 17.000 pruebas y los dos casos sospechosos finalmente resultaron ser negativos.

Estos resultados son alentadores, añadió, dada la gran cantidad de animales analizados en menos de 6 semanas, comparados a los 20.000 en los dos años anteriores.

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