El factor externo define los precios para dilema del consumidor local

| El aumento de los alimentos refleja la entonación de los commodities en el mercado exterior, sumado la devaluación

CONSULTORA SERAGRO

La gente se sorprende por el aumento de algunos productos; ¿cómo van a subir, si son de producción nacional?, se preguntan. La carne es uno de ellos, tal vez el más notorio, porque es uno de los que más subió.

Como referíamos días pasados, no puede pedirse a nadie que venda más barato en el mercado interno de lo que puede vender afuera. ¿Por qué el frigorífico tal, que no exporta, y sólo vende en la plaza local, tiene que subir la carne, se asombra el consumidor desorientado. Pero ese frigorífico compite con los exportadores en el mercado de haciendas, y si el exportador tiene mejores negocios puede pagar más, y llevarse los ganados. Si el abastecedor quiere comprar, tiene que pagar el precio de su competidor, o se queda sin faenar. Lo que ha sucedido corrientemente, es que el abastecedor fija el precio de punta, porque puede trasladar su mayor costo hacia delante —hacia el carnicero, que a su vez lo traslada al consumidor—, y por lo tanto acompaña más rápidamente un mercado de haciendas en suba. Esto generalmente ha ocurrido cuando falta ganado y el precio sube por la escasez. En esos casos, el exportador, que está topeado por los precios de sus negocios en el exterior —al que no puede trasladar los aumentos de costos en que incurra—, queda rezagado o forzado a trabajar en la raya, sin márgenes. Las armas que le quedan son el volcar al consumo interno a bajo precio los cortes excedentarios de la exportación —como suelen ser los asados—, para tranquilizar el mercado, orientando al consumidor hacia esos cortes, y desestimulando al abastecedor en la compra de haciendas.

Las distintas características del mercado local y del exterior, ha orientado a las plantas a combinar negocios en ambos, destinando parte de su producción a uno y parte a otro, en proporciones variables, según cada cual. Los frigoríficos que hace unos años eran netamente exportadores, los de mayor porte e instalaciones más modernas, han debido ingresar a competir en el abasto, para ponerse a resguardo (relativamente) de los vaivenes de los mercados externos.

La coyuntura actual, con mercados externos activos y en suba, está determinando un aumento del precio de la carne al público, lo que acarrea una retracción en los volúmenes de compra. Por lo tanto, la mayor parte de la producción se está volcando al exterior, y son esos mercados los que hoy orientan los precios.

El consumidor uruguayo, carnívoro por definición, frente al aumento de los cortes más requeridos, intenta otras salidas: primero apunta a los cortes del delantero con hueso más baratos: como la falda, o el puchero, o la aguja; o a la "picada, que ofrece mayores variantes en la cocina.

CANASTA. Pero no sólo se trata de la carne vacuna. Un buen número de productos integrantes de la canasta básica alimentaria han subido fuertemente de precio en el último año. En algunos casos, se debe exclusivamente al aumento del dólar a partir del mes de junio. En otros, se agrega la suba en el mercado exterior de ese producto, o de la materia prima de la cual proviene.

Como el país es productor, de muchos de esos rubros, se beneficia de las subas; en realidad, el encarecimiento que sufre el consumidor, resulta la contracara negativa de un proceso o de una situación muy favorable para la producción y para la economía nacional.

Por ejemplo: el consumidor se alarma frente a la góndola del supermercado, cuando ve el aceite a $ 40 el litro (ahora se ofrece en envases de 900 grs.; ¿será para engrupir a los incautos?), o la harina a $ 22 (y el pan, y las pastas, también encarecidas). Pega un salto cuando en el tarrito de medio kilo de miel lee: $ 90 (4 veces más que el dulce de leche). La miel triplicó sus valores en dólares en el exterior —por diversos motivos, como la exclusión de Argentina de EEUU, acusada de dumping; de China por problemas de residuos de antibióticos; de Australia, por la sequía, etc.—; en nuestra plaza, el productor cobraba el año pasado unos $ 27 por kilo a granel (en envases de 300 litros), y ahora cobra $ 63.

El trigo lo tenemos que comprar en Argentina, por segundo año consecutivo, debido al fracaso de ambas cosechas en nuestro país; y lo pagamos a un precio elevado: U$S 145 la tonelada.

LAS OTRAS CARNES. Directamente, no se puede comer cordero: pegó tal salto que quedó fuera del alcance del consumidor local (además de la carne, también incide el aumento del precio de la lana, que valoriza al animal entero).

También subieron el pollo y el cerdo, pero van a subir más. No sólo porque acompañan —como carnes sustitutas—, el aumento de la carne vacuna, sino porque los insumos básicos de su alimentación también subieron: el maíz y la harina de soja, aumentaron entre un 20 y 40 % en dólares, a lo que hay que agregar el efecto de la devaluación para llegar a definir el precio al público.

El maíz subió de U$S 105 a 125 de un año a otro, y los productores lo venden en cuentagotas, al riguroso contado, por la desconfianza que provocaron los graves incumplimientos de algunas conocidas avícolas en el pasado reciente.

La caída en el consumo de pollo —que hoy se vende al público en torno a los $ 38 el kilo—, es de tal magnitud, que podríamos haber retrocedido, en poco más de un año, al nivel de hace una década, perdiendo de un plumazo, todo el crecimiento trabajosamente acumulado a corto tranco de pollo a lo largo de ese período. Si exceptuamos el contrabando, de dimensión indefinida, el consumo hoy está en el orden de los 10 kgs. por persona por año.

LAS ACHURAS. Y en última instancia, siempre quedan las achuras. Las menudencias —tal el nombre correcto, que refiere a todo lo comestible que se extrae de la carcasa en la faena—, ofrecen una serie de ventajas, no sólo en cuanto al aporte alimenticio (energía, proteínas, vitaminas y minerales), sino también en cuanto al precio. Como en general no se pueden exportar, desde que volvió la aftosa, su precio es relativamente reducido, ya que corresponde a la demanda exclusiva del mercado interno. Según el relevamiento de INAC de las ventas de menudencias a las carnicerías, el aumento registrado en los volúmenes en el último año, desde junio en adelante (los datos sólo llegan a febrero de este año), son bien representativos de esa realidad, como surge del cuadro adjunto.

Carne: kilo a U$S 1,33

Ya se produjo una nueva suba de la carne en planchada. La media res de novillo se está bajando al carnicero a $ 36 al contado ($ 35,30 es el promedio de la semana pasada, según INAC), marcando un ligero aumento en pesos respecto a las semanas anteriores. La de vaca promedia $ 33. El aumento es mucho mayor en los cortes, en las "cajas"; del orden de los $ 11 el kg., en los desosados. El lomo subió como un 50 %, y la colita de cuadril, un 30%, por poner un par de ejemplos.

Estos aumentos en pesos equivalen a valores mucho mayores en dólares, dada la caída del tipo de cambio de los últimos días. La media res de novillo, que estaba estabilizada algo por debajo de los U$S 1,20 el kilo, ya supera los U$S 1,33, con las nuevas cotizaciones. Este dato interesa a los productores y a los frigoríficos, que transan los ganados en dólares; no al carnicero ni al consumidor, que cobran y pagan en pesos uruguayos. Tampoco se sabe cómo va a evolucionar el tipo de cambio, como para hacer números sobre esta base.

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