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¿Cómo hacer un presupuesto para el hogar y evitar desvíos?

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Foto: Pixabay

Finanzas de Bolsillo

El presupuesto es una herramienta que colabora con los objetivos financieros de cada persona. Puede ser un viaje, un gusto o el retiro. En este Finanzas de Bolsillo, veremos su armado paso a paso.

Pensar en viajar, comprar una casa, una mudanza, adquirir nuevos bienes, ahorrar o darnos un gusto, siempre nos lleva, o debería llevarnos, a preguntarnos con cuanto disponemos para ello. Para alcanzar un equilibrio que nos permita cubrir nuestras necesidades y alcanzar nuestros deseos, en esta edición de Finanzas de Bolsillo, nos acercaremos a un principio fundamental del bienestar financiero: el presupuesto para el hogar.

Muchas personas consideran que un presupuesto es solo para el ámbito empresarial, para aquellos que estudiaron economía o para quienes tienen mucho dinero. Pero, según los expertos, esta herramienta es para cada individuo, independientemente de los ingresos que tenga, ya que no tiene ningún costo y trae consigo muchos beneficios.

Según la especialista en finanzas y presidenta de CFA Society Uruguay, Bárbara Mainzer, hacer un presupuesto es como hacer deporte, uno puede nacer con alguna habilidad especial, pero se llega a ser bueno a través de la práctica.

“Si nadie te enseñó ¿cómo lo vas a hacer bien? ¿Cómo se aprende? Haciendo. Siempre va a ser mejor tratar de armar algo, que no armarlo. Hay que tratar de ser conservador de más al principio. Es algo que se aprende”, afirmó Mainzer a El País.

Paso a paso

En primer lugar, según explicaron en el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), “el presupuesto es la cantidad de dinero con que se cuenta en determinado periodo, para hacer frente a los gastos generados”.

Con respecto al periodo recomendable para organizar el presupuesto, según Anibal Parodi, socio fundador de Nobilis, lo más aconsejable es determinar un periodo de un año. Esto es debido a “lo que los economistas llaman la estacionalidad. Hay gente que tiene más ingresos en una parte del año y menos en otra, o que tienen más gastos en un momento del año”.

De esta forma, uno evita posibles distorsiones que dan la estacionalidad de los gastos y los ingresos.

Una vez determinado el periodo, se aconseja separar los ingresos y los egresos (gastos) por escrito. Según Mainzer, cuando uno deja por escrito su presupuesto, tiene un 70% más de probabilidades de cumplirlo.

Mientras que en ingresos ponemos todos aquellos que podamos percibir como sueldos, rentas, viáticos e incluso “extras inesperados”, en egresos se aconseja que los separemos por necesidades y deseos.

Por un lado, las necesidades como la comida, luz, agua, educación, transporte, salud y alguna vestimenta básica. Mientras que en deseos pueden entrar aquellos gastos como el de comer afuera, algún entretenimiento pago u otro par de zapatos que no necesitamos, por ejemplo.

“Eso es armar un presupuesto, es ordenarme, es mirar lo que tengo y cuánto gasto. Es bueno anotar todos los gastos, para luego ver donde estuvo el desvío, para ver donde tengo que ajustar. Después hay pequeñas decisiones que al final del día te hacen una diferencia muy grande. De mañana me levanto 10 minutos antes y desayuno un sandwich en casa o salgo corriendo y tomo un café en la esquina con un sandwich caliente. Si te fijás, una vez no es nada, pero si lo hacés todos los días, en muchas pequeñas cosas, es un cambio importante”, explicó Mainzer.

A su vez, Parodi afirmó que “eso da un número y uno puede tener la suerte de que le sobra algo y ahí puede entrar a considerar otras cosas que no son menos importantes, pero que a veces pueden hacerse y otras no. Estas son el ocio y el ahorro. Son dos capítulos muy especiales”

Con respecto al ocio, ambos aconsejan incorporarlos al presupuesto, destinando una proyección de lo que se espera gastar en él.

Según el ejecutivo financiero, cuando uno está estresado o se encuentra en una situación emocional de cansancio, angustia, el esparcimiento es absolutamente indicado. “Definitivamente, a largo plazo contribuye a la salud”, afirmó.

En esta línea, Mainzer afirmó que “es muy importante pausar y tener ocio. Pero el ocio puede ser leer un libro, salir a correr o verme con amigos. No significa salir a comer y gastar mucha plata. La pausa, el desconectar, es muy importante”.

El ahorro

“Una cosa trascendental es contemplar el ahorro. El ahorro no es lo que sobra, siempre hay algo más que quiero. El ahorro es algo que debo apartar”, afirmó Mainzer.

Y es que el ahorro debe figurar en nuestro presupuesto. Según la experta en finanzas, se debe tener en cuenta tanto como la cuenta de la luz. Del mismo modo que priorizamos algunos gastos, el ahorro debe ser tenido en cuenta como prioridad.

El ahorro, en primer lugar, es para tener un “colchón”, un fondo de reserva ante cualquier imprevisto como una enfermedad, pérdida de trabajo o accidente. En segundo lugar, sirve para mis objetivos financieros, entre ellos, el retiro, un viaje, para la educación de mis hijos o para algún gustito.
Si no te predisponés y planificás ahorrar, es muy difícil porque uno siempre tiene necesidades. Ahorrar implica postergar consumos o gastos hoy, para consumir o gastar en el futuro”, afirmó Parodi.

Ingresos inestables

La pandemia de COVID-19 reveló una gran cantidad de trabajadores en la informalidad e inestabilidad en sus ingresos.

Mainzer afirmó que ”las personas que están en la informalidad o que tienen un ingreso menos estable, menos predecible, son quienes más tienen que tener un fondo de reserva. Cuando tenga un ingreso extra, lo tiene que guardar. No digo que sea fácil, pero sí que todos los días pueda apartar un poco. Aquellos a los que a priori les parece más difícil, son los que más precisan organizarse y generar un ahorro. Son los que más dependen del presupuesto”.

“Reconociendo lo difícil que es ahorrar, es clave organizarse y tener un respaldo”, concluyó.

La pregunta

¿El crédito entra en el presupuesto?

“La fiesta de hoy en algún momento se paga”

“Algún día la fiesta hay que pagarla, es una frase que resume muy bien está situación. Hay veces que no es una fiesta, que es un imprevisto negativo, como una enfermedad, preciso sacar dinero de donde no tengo. Uno tiene que saber relacionarse bien con el crédito, porque si no se relaciona bien, el crédito se termina. Si no le pagás a quién te dio la tarjeta de crédito, no la vas a tener más y no vas a tener ninguna otra, quedándote sin esa herramienta”, afirmó Aníbal Parodi, socio de Nobilis.

Agregó también que “el crédito es lo opuesto al ahorro. Desde el punto de vista emocional, el crédito es inverso al ahorro, porque el primero me produce el estrés de tener que pagar algo que ya consumí, mientras que el segundo, al sacar un gasto hoy, compro tranquilidad”.

Por otra parte, la presidenta de CFA Society Uruguay, Bárbara Mainzer explicó que es conveniente mantener un saludable equilibrio entre ambas formas de comprar.

“Acostumbrarse a pagar todo el tiempo a crédito, a pagar intereses, no es muy saludable. Lo importante no es pagar a crédito o al contado, sino saber si tengo la plata y qué compro a crédito. Si compro mi casa, es muy probable que me apoye en el crédito. Si voy a pagar el par de zapatos número 16, la verdad que es preferible que sea al contado. Cuando llegás a ver que una persona compra comida a crédito, paga cuentas o un crédito anterior, está en dificultades. Hay que evitar la calesita”.

Educación financiera para chicos y grandes

“La educación financiera “es muy importante, tomamos decisiones financieras todos los días de nuestras vidas y nadie nos prepara para eso. La educación financiera tiene que ver con armar un presupuesto, ahorrar, invertir, no endeudarse de más. Aprender a tomar decisiones”, sostuvo Mainzer.

A su vez, Parodi opinó que “cuando uno habla de educación financiera piensa que no es para uno, que es para los ricos. Cuando en realidad es un tema que hay que implementar en los sistemas educativos. La hiperconectividad, hace que los chicos tengan una información que antes no se tenía. De la misma forma que se introdujo el Plan Ceibal, con su acceso a la información, usando esa misma herramienta, que los niños tengan acceso a la educación financiera”.

Agregó también que “no es un monstruo, no es una cosa que no se entiende, que es para los ricos. La persona, aún la más humilde, cuando va al supermercado y decide cuánto gasta, es una decisión financiera. Lo podés hacer de una forma intuitiva, que es lo que hace la mayoría de la gente, o de una forma más pensada, con un presupuesto. Tomamos decisiones financieras todos los días. Las personas creen que las finanzas son de Wall Street o el déficit fiscal. Esa es una parte menor de las finanzas”.

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