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El partido en el que Uruguay está bien parado, pero tiene luces amarillas y rojas que atender

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Ignacio Munyo. Foto: Francisco Flores.
Charla de Ignacio Munyo, economista uruguayo en Desayuno de CERES, en el Club de Golf, Montevideo ND 20220621, foto Francisco Flores - Archivo El Pais
Francisco Flores/Archivo El Pais

EVENTO DE CERES

Ceres proyecta 4,5% de alza del PIB, dificultades para bajar la inflación y resistencias sociales y sindicales.

En alusión directa al fútbol, el desayuno de Ceres marcó claramente que, según la visión de su director ejecutivo, Ignacio Munyo, Uruguay puede meter goles en materia económica a corto plazo, ahora que la campaña del referéndum de la Ley de Urgente Consideración quedó atrás.

“Perspectivas 2022-23 segundo tiempo, Uruguay puede ganar”, fue el título de ese encuentro que dejó un aire de optimismo entre más de 300 presentes -la mayoría empresarios y ejecutivos- en el Club de Golf ayer. De todas maneras, hay luces amarillas y rojas, algunas no menores.

Uno de los mensajes que dejó Munyo es que, ante un panorama internacional adverso (alta inflación mundial, suba de tasas de interés, enfriamiento económico en Estados Unidos y Europa, desaceleración en China, en gran parte por el impacto de la guerra en Ucrania y como secuela de la pandemia), Uruguay está bien parado.

“Uruguay está con una casa de ladrillo”, dijo Munyo en alusión al cuento popular de Los Tres Chanchitos. Eso se debe a la estabilidad de ciertos indicadores y al tener en cuenta la increíble alza de precios de sus principales productos de exportación: carne, arroz, soja y leche (algunos con récord histórico).

“También Uruguay está en buenas condiciones financieras para enfrentar una suba de las tasas de interés, con reservas que duplican los vencimientos y necesidades de caja de corto plazo”, afirmó el economista.

Lo cierto es que la inseguridad energética y alimentaria mundial ha hecho que Europa vuelque ahora su mirada a América Latina como gran proveedor de materias primas y de energías renovables, y Uruguay entra en esa ecuación favorable, con condiciones internas para aprovechar esta oportunidad.

En la nueva valoración de la región por parte de Europa, Munyo arriesgó que es probable se concrete el tan postergado acuerdo Unión Europea-Mercosur en 2023, año en el que España asumirá la presidencia del bloque, lo que también actuará a favor de América Latina.

“Los beneficios del acuerdo van mucho más allá del ahorro de los US$ 100 millones de aranceles que anualmente paga Uruguay a la Unión Europea. Se abre la posibilidad de venderle no solo más de lo mismo, sino productos de mejor calidad y precio. Es una gran noticia que el acuerdo haya resucitado”, observó el economista.

Esto también abriría las puertas para expandir las relaciones comerciales de Uruguay con otros países, incluyendo s Corea, Japón, Emiratos Árabes y Arabia Saudita, “como venimos insistiendo hace tiempo”, recordó Munyo.

Actividad económica

La actividad económica de Uruguay tendrá un buen desempeño este año, según Ceres.

El Producto Interno Bruto (PIB) creció 0,6% desestacionalizado en el primer trimestre y la estimación de Ceres es que va a crecer arriba del 4,5% en 2022, al igual que el año pasado, muy por encima del comportamiento de la región.

No obstante, esa realidad macro no siempre tiene correlato en la calidad de vida de las personas, según reconoce el análisis de Ceres al señalar que hay 520.000 personas en vulnerabilidad laboral y 310.000 con ingresos por debajo de la línea de pobreza (este último dato, de antes de la pandemia, “es difícil de cambiar”).

En cuanto al impulso positivo de la economía, éste viene dado por la inversión y las exportaciones, y a nivel sectorial, por la construcción y el sector agroindustrial. Además, la industria se encuentra en niveles superiores a los prepandemia y el comercio repuntó y logró consolidarse en niveles de 2019, indicó Munyo.

Otros aspectos positivos son que el déficit fiscal ha mejorado significativamente, la deuda pública ha dejado de crecer, y el riesgo país es el menor de América Latina.

En resumen, Ceres concluye que el PIB crecerá impulsado principalmente por tres motores: la recuperación del turismo, el sector agroindustrial con precios internacionales muy favorables (aunque con problemas de costos de los fertilizantes) y las obras de construcción asociadas a la tercera planta de celulosa.

Alertas

Las jugadas en contra vienen por el lado de la inflación en el marco de un “sistema de negociación salarial rígido y centralizado que no fue modificado”; el hecho de que Uruguay se mantenga encarecido en relación a sus principales socios comerciales; y el peso en el ala de la reforma de la seguridad social, que según Munyo, habría que concretar más temprano que tarde; entre otros factores.

Destacan las potenciales complicaciones tributarias mundiales que pueden afectar la estrategia de promoción de inversiones en el país (ver aparte). Y algo más, muy importante: el clima de protesta social y sindical estuvo -y se avisora- difícil. La resistencia ideológica estará muy firme contra la puesta en práctica de la agenda gubernamental, advirtió el analista.

La clasificación de riesgo y la reforma jubilatoria

Hoy en día Uruguay tiene el menor riesgo país de América Latina (por primera vez superó a Chile y Perú). Sin embargo, la calificación de deuda es BBB según S&P, un escalón arriba del límite del grado inversor; Baa2 según Moody’s, también un escalón por encima; y de BBB- según Fitch, esto es el límite del grado inversor.

¿Por qué no mejora la calificación si el riesgo país es bajo? Munyo aclaró, en primer lugar, que los cálculos que realizan las calificadoras son, a su entender, correctos. Y explicó que la calificación que se le otorga a Uruguay se debe al peso negativo de la seguridad social en el sistema financiero nacional.

Las calificadoras afirman que una reforma del sistema de pensiones contribuiría, precisamente, a reforzar el perfil crediticio del país y la sostenibilidad fiscal a largo plazo, además de corregir debilidades estructurales de las finanzas públicas.

“No va a ser fácil mejorar la calificación de deuda sin una reforma de la seguridad social, no lo decimos nosotros, lo dicen las propias calificadoras”, reafirmó Munyo.

El economista señaló que uno de los puntos sensibles de dicha reforma es el aumento de la edad jubilatoria, por ser una medida antipopular con un eventual costo político elevado; no obstante, no tiene por qué ser así.

“Todo indica que será difícil que la reforma de la seguridad social se apruebe en este periodo de gobierno; aunque no es tan obvio que sea una receta para perder la próxima elección. La aprobación de esta reforma permitiría aumentar la inversión pública, con un deterioro del déficit fiscal que sería tolerable por las calificadores de riesgo”, aseguró.

“Sin reforma de la seguridad social sería muy difícil aumentar la inversión publica sin generar mucho ruido con las calificadoras de riesgo”, advirtió.

Afectación local por la tributación a nivel global

En octubre de 2021, más de 130 países, incluido Uruguay, acordaron aplicar un Impuesto Mínimo Global (IMG) de 15% a la renta de las empresas multinacionales de ingresos de más de 750 millones de euros (790 millones de dólares) anuales de facturación, o pagar al fisco de su país de origen.

La medida se adoptó para paliar el impacto de la crisis financiera derivada la pandemia del covid-19, pero aún no entró en vigencia.

Esto significa que si un país (léase Uruguay, por ejemplo) decide no gravar las rentas generadas en su jurisdicción o hacerlo a una tasa reducida (por ejemplo en las zonas francas, con exoneraciones de IVA a determinados sectores u otros beneficios fiscales), podrán ser gravadas en el país de la casa matriz por el diferencial, hasta alcanzar el IMG.

Al respecto, Munyo señaló que esa coyuntura fiscal global complica la estrategia del gobierno uruguayo de atraer y fomentar las inversiones en el país. Es decir, el IMG podría echar por tierra los efectos de las exoneraciones tributarias que se han establecido en el país, por lo que habría que pensar y definir otros mecanismos de estímulo a la inversión, que compensen el impacto de esa medida.

“Esto podría afectar no solo a las zonas francas, sino a todo el régimen general de promoción de inversiones, así como a algunos sectores específicos con exoneraciones tributarias como el software o la biotecnología. Los cambios tributarios mundiales anunciados ponen en cuestión algunas de nuestras principales herramientas para atraer inversiones”, afirmó Munyo.

“Afortunadamente, la implementación de esta medida se viene postergando, iba a ser el año que viene, pero no será antes de 2024. Por más difícil que sea, no se debería dejar de hacer intentos por plantear resistencias en foros globales, junto a otros países que también se van a ver perjudicados, que son varios, y entre los que hay pesos pesados. Cuanto más se pueda postergar su implementación, mejor para el Uruguay”, agregó.

A su entender, sería necesario estudiar los sistemas de compensación para las empresas multinacionales afectadas, con reducción de costos de producción, como podrían ser los aportes patronales a la seguridad social o las tarifas públicas, entre otras posibles alternativas a estudiar.

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