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El mercado al que Uruguay llegó “casi de casualidad” en 1989, pasó un terremoto y consiguió US$ 422 millones

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La ministra (Azucena Arbeleche), el subsecretario (Alejandro Irastorza) y el director de Unidad de Deuda (Herman Lamil). Foto: Francisco Flores
Conferencia de prensa del equipo economico de gobierno, Azucena Arbeleche, Ministro de Economia y Finanzas, Montevideo ND 20211202, foto Francisco Flores - Archivo El Pais
Francisco Flores/Archivo El Pais

DEUDA EN YENES

Uruguay logró diversificar su moneda de endeudamiento e incrementar su base de inversores, al emitir una serie de bonos Samurái en yenes en el mercado japonés.

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Por primera vez, el miércoles Uruguay emitió deuda en yenes en el mercado de Japón a un plazo de 15 años (también emitió otros títulos a 3, 5, 7 y 10 años de plazo). Por esos bonos Samurái (así se denominan), el gobierno obtuvo fondos por 50.000 millones de yenes (equivalentes a US$ 422 millones).

La operación concretada casi a la medianoche del miércoles de Uruguay, fue calificada como “histórica”por el plazo al que se llegó, el monto y la tasa de interés. Además, es la primera vez en 20 años que Uruguay logra emitir un título de deuda en yenes, sin garantía del Banco Japonés para la Cooperación Internacional (JBIC, por sus siglas en inglés).

La “transacción habla de la confianza que la comunidad inversora en general tiene en Uruguay. Confianza que es hacia el manejo macroeconómico actual, hacia los resultados que estamos viendo en este momento, pero también hacia los próximos años”, dijo ayer la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche en conferencia de prensa.

Pero, para llegar a emitir un bono Samurái a 15 años plazo hay un recorrido que comenzó hace 32 años y casi que de casualidad. Cuando se ingresa por primera vez al mercado nipón, el bono a emitir no es un Samurái, si no un Shibosai. Este título solo puede ser adquirido por inversores institucionales (como banco y fondos de pensiones), pero no por particulares.

Así inició Uruguay en el año 1989. ¿Cómo surgió esa posibilidad? “Un día apareció un señor Ordóñez, que era centroamericano y representaba a Nikko Securities” una casa de bolsa japonesa, recordó el exdirector de la Unidad de Gestión de Deuda y exagente financiero de Uruguay en Estados Unidos, Carlos Sténeri.

Ordóñez le dijo al equipo económico uruguayo de la época que esa casa de bolsa, podía tramitar como broker financiamiento para Uruguay en el mercado japonés. El gobierno de la época entendió que lo mejor era empezar con uno bono Shibosai, aunque finalmente terminó en un crédito.

“Japón era la China de Asia de la década del 80”, con un crecimiento económico importante y un gran superávit de cuenta corriente, explicó Sténeri. Entonces, la comunidad internacional en los diferentes foros económicos, planteó a Japón que debía aumentar su gasto interno o prestar dinero a economías emergentes, para achicar ese superávit, agregó. Así fue que el mercado nipón pasó a ser una alternativa para países emergentes. “Empezó México y después fuimos nosotros”, señaló el exfuncionario.

Como todo mercado nuevo, y más el japonés con su lejanía y particularidades, había una necesidad de hacer un trabajo de presentación del país.

“En aquella época no había Internet, había teléfono y lo máximo de tecnología eran los faxes y después el humo del avión para el cara a cara”, ejemplificó Sténeri. Así que una delegación compuesta por el ministro de Economía y Finanzas del período, Ricardo Zerbino, el entonces presidente del Banco Central, Ricardo Pascale y los asesores Kenneth Coates (actual asesor de Cabildo Abierto) y el propio Sténeri, partieron rumbo a Tokio a reunirse con el Banco de Japón, el JBIC y otras instituciones financieras niponas.

Así, y aunque tuvieron que lidiar hasta con un terremoto, en septiembre de 1989 el gobierno uruguayo logró un préstamo del Fondo de Cooperación Económica del Japón por 7.166 millones de yenes con un período de amortización de 18 años.*

Yenes. Foto: Archivo El País
Yenes. Foto: Archivo El País

Después de eso, tocó pasar a jugar a otro mercado: el de bonos Samurái que da una base inversora más profunda. En 1994 Uruguay emitió un título Samurái a 3 años por 10.000 millones de yenes (unos US$ 300 millones aquel momento) a una tasa de interés de 5% anual. En 1997 vino la segunda emisión, también por 10.000 millones de yenes pero a 5 años de plazo y a una tasa de 2,5% anual. En 2001 fue la tercera emisión, por 30.000 millones de yenes y una tasa de 2,5%.

La crisis de 2002 en Uruguay, llevó a que el gobierno tuviera que instrumentar un canje de deuda en 2003, para el que ese último bono Samurái jugó un rol clave. A los inversores nipones se les estiró el plazo de pago y se les abonó un poco más de tasa por ello, rememoró Sténeri.

Después de ese “traspié, pensé que nunca más los japoneses nos iban a comprar bonos”, señaló Sténeri.

Sin embargo, en 2007 Uruguay colocó un bono Samurái a 10 años, por 30.000 millones de yenes a una tasa de 2,23%. En 2011 se volvió a emitir un Samurái a 10 años, pero esta vez por 40.000 millones de yenes y a una tasa de 1,64%. Estos dos títulos fueron con garantía del JBIC.

El miércoles Uruguay volvió al mercado nipón con bonos Samurái a 3, 5, 7 y 10 años, por 50.000 millones de yenes en total (US$ 422 millones). El bono a 3 años concentró la mayor parte del dinero (74% del total) y el de 15 años se llevó otra parte (23% del total), mientras el resto se distribuyó en los plazos intermedios. Las tasas de interés fueron de 0,52% para el plazo de tres años, 0,67% a cinco años, 0,84% a siete años, 1% a 10 años y 1,32% a 15 años. La tasa promedio ponderada por volumen fue de 0,71%, la más baja de la historia.

Participaron en total 19 inversores, mayoritariamente de Japón, incluyendo al JBIC y los bancos Daiwa y Nomura asesoraron al gobierno uruguayo en la emisión.

El director de la Unidad de Gestión de Deuda, Herman Kamil señaló que la operación de deuda cumplió con los objetivos de: “complementar el programa de financiamiento para 2021, buscando reducir el costo esperado en términos de intereses”; seguir “ampliando la base inversora” y “al diversificar tener un acceso fluido a los mercados”; por último había “especial interés en potenciar la integración financiera y los vínculos con Japón en un año que es de signifación porque se cumple el centenario del establecimiento de las relaciones diplomáticas”.

“En un mercado que es tan selectivo, donde la base inversora es tan conservadora, el hecho de lograr estos resultados nos da una pauta de la confianza que se tiene en Japón y en general en el mundo respecto al manejo de la política económica”, agregó Kamil.

Sténeri remarcó que en esta emisión, “más que el monto, es el mensaje” en momentos en que hay “una gran conmoción en el mundo”, Uruguay logra financiamiento y una imagen que “desde el restablecimiento de la democracia ha tenido unas credenciales notables. Basta mirar para el costado”.

La asamblea clave en un teatro de Tokio

Era mayo de 2003 y Carlos Steneri emprendió viaje a Japón, donde había un grupo “pequeño en monto” de acreedores de la deuda uruguaya pero “estratégicos para lograr el canje”, al que debían adherir un 90% de los tenedores para que la operación se efectivizara. Se realizó la asamblea de bonistas en Tokio y el agente en ese país le pidió a las autoridades uruguayas que alquilaran un teatro para 3.000 personas, pero solo fueron unas decenas. “Fue la última negociación, pero la más importante”, recordó Sténeri.

¿Cuándo pase el temblor? No, “confío en tecnología japonesa”

Sténeri recordó que en una de las veces que fueron a Japón previo a la emisión del bono Shibosai en 1989, hubo un terremoto. El entonces ministro de Economía y Finanzas, Ricardo Zerbino “estaba exponiendo” ante los posibles inversores nipones y “el edificio empezó a crujir y se movía”, relató Sténeri. “Empezamos a ver que los japoneses miraban con cara de susto. De repente, uno de los japoneses interrumpe a Zerbino, algo raro, y le dice: ‘mire, el edificio tiene un sistema antisísmico, pero podemos cortar la presentación y seguir luego’”, contó. “Y Ricardo le dice: ‘yo confío en la tecnología japonesa’ y continuó con la exposición”, rememoró.

En aquel momento, cuando el gobierno uruguayo colocó deuda en yenes, “Japón creyó en Uruguay. Y no le fue mal a los inversores, siempre cobraron”, afirmó Sténeri.

El exdirector de la Unidad de Gestión de Deuda explicó que “Japón tiene sus tiempos” al momento de que un país vaya a emitir deuda a su mercado. “No es Estados Unidos que uno en 10 días arma una operación de deuda. Tienen ciertos protocolos, si bien es una sociedad jerárquica, cada decisión es por consenso en el grupo. Llegaba la propuesta de Uruguay y la veían en el grupo de trabajo sin importar las jerarquías, es más participativo. Hasta que uno toma la decisión, pasa un tiempo. Es cultural”, indicó.

*Una versión previa de este artículo señalaba que Uruguay había colocado bonos en el mercado japonés en 1989, cuando en realidad lo que obtuvo fue un préstamo de un fondo del gobierno japonés. A los lectores e involucrados, las disculpas del caso.

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