EMILIO CAZALÁ
Continuando con nuestras notas sobre la Ciudad Vieja en las que hemos ofrecido algunas viñetas de su brillante pasado, muchas vividas por nosotros y otras recogidas de gente que por los años 50 y 60 fueron actores directos, en los años 20 en la actividad marítimo-comercial. En nuestra crónica de hoy nos referiremos a las actividades de las empresas marítimas y navieras, muchos de cuyos edificios donde estaban sus oficinas, aún existen y otros fueron demolidos. Hasta los años 1949/50 la edificación de la ciudad vieja no había cambiado mayormente y era casi la misma de los años 30. Fue por los años 55 que sobrevino el gran cambio y la piqueta comenzó a derribar edificios sin piedad, cuando el comercio tradicional fue trasladándose más allá de la plaza Independencia y los bancos abrieron sucursales. También apareció la proliferación de cines por los años 50 y la apertura de las galerías trajeron más cambios. Y la ciudad vieja de a poco se fue moviendo hacia el nuevo centro. Así cayó un gran edificio que estaba en la calle Piedras y Solís, la Cía. Uruguaya de Navegación y Transportes Aéreos y antes la Cía. Mihanovich (Argentina) de los vapores de la carrera. Allí estaba también el Lloyds de los Seguros, sociedades de clasificación, despachantes, corredores de cambios, etc. era un gran edificio. Ahora hay estacionamiento de autos para los empleados del Banco República. En la esquina de Zabala y Piedras estaba la Caja de Jubilaciones, contiguo al anterior, un pequeño pero hermoso edificio también demolido; en Solís 1480 y parte de Cerrito en esa esquina estaba el Edificio Houlder, una sólida construcción en cuya esquina estaba el Banco Real del Canadá, todo el día ondeando su bandera en la puerta y por Solís la entrada a oficinas de la agencia marítima Houlder Brothers que representaba varias líneas navieras inglesas como la propia Houlder Line y allí estaban también las oficinas de la Texaco y del Capitán Pablo More Perito Naval. El gerente de Houlder Brothers era Alexander S. L. Grant, un típico argentino-británico, realmente un gran señor, obviamente fallecido. Ese edificio fue demolido hace unos 30 años porque afectaba la imagen del Banco República. Otro edificio desaparecido fue el de la ANP en 25 de Agosto y Juan Carlos Gómez, realmente hermoso, donde luego funcionó la Dirección de Migraciones y allí estuvo hasta que se fue a la calle Ituzaingó, al lado de la Catedral. Desapareció la calle La Marsellaise por donde circulaban los tranvías porque al ampliar el puerto sus límites, aquella calle quedó dentro del recinto portuario. Ciudad vieja al Sur, es decir desde 25 de Mayo hacia abajo estaban los cabaret para los marineros internacionales (Bme. Mitre, Juan Carlos Gómez, Ituzaingó, Piedras, Yacaré) y no faltaban los líos y broncas cuando las copas eran demasiadas. Para los uruguayos más urbanos estaban los otros cabaret, varios sobre 25 de Mayo y Rincón, uno de ellos, si mal no recordamos – Tabaris - se ubicaba exactamente donde ahora está el edificio Presidente y Artigas, Rincón entre Misiones y Treinta y Tres.
HOTEL DEL GLOBO. Además del Gran Hotel Lanata en Sarandí y Juan Carlos Gómez para extranjeros visitantes y argentinos de gran nivel, teníamos también un hotel más corriente el del Globlo, en 25 de Agosto y Colón, bien conocido por cierto, un típico hotel para los argentinos que venían por el día para atender sus negocios y se iban a las 22 horas en el vapor de la Carrera. Hay que decir, que por aquellos años este tradicional servicio fluvial tuvo dos barcos famosos construidos en 1918 que eran el "Ciudad de Buenos Aires" y el "Ciudad de Montevideo" que alternándose llegaban cada día a las 8 horas y zarpaban a las 22. En plena temporada veraniega venían hasta 3 naves diariamente (los otros eran los "General" con paletas rotatorias a los costados) muy pintorescos con mas de mil pasajeros cada mañana. En el muelle fluvial y del mismo costado del barco salía un tren rápido (motorcar) hacia Punta del Este y esto era otro movimiento de gente adicional.
BABEL. Así que entre el muelle, 25 de Agosto y esa área portuaria estaba casi siempre colmada de gente, taxis, remises, cientos de autos que venían a buscar a sus familiares como era de estilo, los mozos de cordel, los lanchoneros y las tripulaciones de los remolcadores que eran muchos, camiones para llevar el equipaje de los argentinos, los autobuses que venían a buscar los visitantes para llevarlos a los distintos balnearios, en fin, era un mundo de gente. Los comercios, las casas de cambio, los numerosos y variados bares del puerto desbordados por marinos ingleses, americanos, griegos, nórdicos y rusos, eran una babel donde se oían idiomas internacionales y también en las reuniones, que las había en cada esquina.
TRANSATLÁNTICOS. Cuando venían los transatlánticos italianos, "Giulio Cesare", "Augustos", "Conte Grande" y los españoles "Cabo de Buena Esperanza" y el "Cabo de Hornos" que fueron famosos en su tiempo y trajeron millares de inmigrantes españoles, podían ser visitados por los montevideanos y se aprovechaba para hacer compras en las tiendas de abordo o en la acción directa de cada marinero, y así se adquirían en pesos uruguayos o dólares perfumes, pañuelos para dama, pilots, cigarrillos, una botella de vino Chianti Ruffino, trincheras, etc. En estos barcos solían embarcar en cada salida unos 200 uruguayos para visitar Europa y familiares así que a la salida, iban al puerto y se estacionaban al costado de la nave más de 500 familiares para dar un adiós a sus seres queridos y amigos, separados por una valla para evitar que se cayeran al agua en la distracción por el entusiasmo de la despedida. Por aquellos años se dio el fenómeno, no sé por qué, que los empleados bancarios eran los principales viajeros a Europa. En los transatlánticos franceses se podía almorzar durante la escala de los sábados tratándose de personas de destaque social, político o económico. En estos transatlánticos previamente se pedía mesa a la agencia Navifrance en 25 de Mayo y Solís, se pagaba por adelantado 10 pesos y se podía disfrutar una comida a la francesa, en el lujoso salón comedor, aunque 10 pesos era una buena suma. Como toda área portuaria, se respiraba en ese ámbito una atmósfera diferente, cosmopolita, extraña para el uruguayo pero atractiva, llamativa. Creo que la mayoría de los trabajadores eran españoles y casi todos ellos usaban la típica faja española que creo usaban los vascos. Era otro mundo. Toda esa zona incluyendo la calle 25 de Agosto estaba animada e invadida por un intenso movimiento de gente y vehículos a lo que se sumaba el atractivo del Mercado del Puerto, donde el polo magnético eran los sandwiches de Roldós los mejores del Uruguay. Por aquellos años, ir a Buenos Aires era toda una patriada y a menudo representaba un regalo de bodas o las vacaciones. Los más ricos iban a Rio. Eran infaltables las despedidas a los familiares del vapor de la Carrera a las 22 horas. Una hora antes la cita era a bordo para tomarse una copa de champaña con el amigo o familiar que se alejaban por 10 o 15 días y era como irse a Europa.
PARA PORTEÑOS. Pero volviendo al vapor de la Carrera y a los argentinos hay que decir que por su presencia había mucho comercio especialmente con sedas y productos de nylon, particularmente medias para dama, que no había en Buenos Aires y todos, todos los días gran parte de los 400/500 porteños, apenas desembarcaban del barco iban a los comercios de la calle Colón donde compraban hasta hartarse de todo lo importado y por la noche embarcaban de regreso aunque algunos pernoctaban en hotel.
LO IMPORTADO. No recordamos las causas por las que Argentina por muchos años sufrió restricciones a las importaciones y ello incluyó autos y los repuestos de los Ford, Chevrolet, Chrysler modelos 1940 al 1960 que obligadamente venían a comprarlos en Montevideo. Durante años la plaza de Montevideo suministró a Buenos Aires miles de repuestos automotores, películas y placas radiográficas. Más aún, recordamos perfectamente las miles y miles de maquinas de coser japonesas que por el año 1957 importaba Uruguay que luego se iban para la Argentina. La lata de té inglesa era un "mas" y si se quería reconocer a algún amigo o familiar porteño se le llevaba una lata de té. Por los años sesenta escribimos una nota dando el total de las máquinas de coser importadas que superaba la cantidad de mujeres que había en el Uruguay. Los barcos que traían esas mercaderías de Japón eran los barcos que se llamaban "Straat Makassar", "Straat Malacca", "Straat Hong Kong" "Straat Nagoya, "Strat Mozambique", "Boissevain", "Ruys", "Tegelberg", estos tres eran además hermosos buques de pasajeros. Pertenecían a la linea Royal InterOcean Lines que representaba la agencia marítima Dodero S.A. Volviendo a las máquinas de coser, aún recordamos que en aquellos años la posesión de una de esas máquinas con recibo de compra, abría el camino para una jubilación como costurera porque creemos que hasta hubo una ley para esa causal jubilatoria. Ahora recordamos las castañas asadas del almacén de Londres en 25 de Mayo y Treinta y Tres. Seguiremos.