Desde el corazón de Austria

| Llegada de Viena cuando era niña, alimentó su pasión por la cocina con viejas recetas. Ahora tiene su propio Café Vienés.

Bárbara von Walterskirchen, es la chef y propietaria del Café Vienés, un lugar exquisito, cuyo menú ofrece típicos platos de origen centroeuropeo. La estufa a leña encendida en uno de los salones, el piano y la calidez del ambiente le otorgan al café el carácter de bistró. Es así como llaman en Europa al restaurante que por acogedor invita a quedarse de sobremesa, convirtiéndose en la segunda casa del cliente.

Bárbara nació en Viena, en plena Guerra Mundial, hija de una familia aristócrata. Durante el avance de las tropas rusas, sus padres tuvieron que dejar esas tierras evitando males mayores. La abuela de Bárbara, una mujer de decisiones firmes, adquirió doce vagones de tren, colocó en ellos sus pertenencias, muebles, cuadros, vestimenta, y dejó su querida Austria. El padre de Bárbara viajó algunos años por varios países americanos, hasta llegar a radicarse a Brasil. Pero de allí se fue debido a las altas temperaturas, a las que no estaba acostumbrado.

Fue en Uruguay donde se sintió muy bien recibido. Era un prestigioso cirujano que enseguida de llegar operó con éxito de la vesícula a una señora que se encontraba muy grave. Por aquellas épocas una intervención de esa naturaleza era algo muy delicado. El suceso médico hizo que mucha gente le pidiera para que se quedara en nuestras tierras. La madre extrañó el refinamiento europeo, pero "amaba mucho a mi padre, y decidió quedarse."

Bárbara entró como pupila en el Sagrado Corazón, de donde salía los fines de semana para visitar a sus padres. Todavía hoy recuerda con cierta tristeza ese período "lo que no te mata te fortalece" -dice.

De adulta estudió informática, antes de que surgieran los PC, y desempeñó tareas en la Universidad como técnica. Durante la dictadura su equipo de trabajo se dispersó. Intentó trabajar por su cuenta pero no pudo hacerlo. En aquellas épocas, un PC costaba unos 20 mil dólares. Al mismo tiempo, razones familiares la impulsaron a dejar el trabajo y dedicarse a lo que había sido su pasión toda la vida: la cocina. Durante algunos años hizo catering para embajadas (tarea que aún mantiene) y confeccionó postres para el Club de Golf. En un momento de su vida decidió cambiar el dinero que pensaba invertir en un viaje a Europa por su propio restaurante. Tuvo dos cafeterías hasta que le llegó el turno al actual bistró. Recicló y decoró la casa de 26 de marzo, y preparó una carta que traslada a quien la prueba a lo más exquisito de la cocina europea con sus mejores platos.

Paso a paso en el café

La campestre "Ratatouille", preparada con berenjena, tomate, zucchini, morrón y cebolla, es uno de los platos que abre la amplia y variada carta de la que apenas ofrecemos una muestra. Es posible elegir un paté de hígado de ave con cognac y oporto, llamado "Geflugelleberparfait" o un Souffle "von Auberginen mit Roquefort", con berenjenas y queso roquefort.

La pasta está bien representada con los "Ravioli mit Basilikim und Nuss Fulle", que son ravioles de albahaca y nueces, con salsa de tomate. Otro de los favoritos es "Gulyas mit Semmelknodel" que consiste en carne en cubos con salsa de cebolla y paprika, Knodel de pan al vapor. Entre los postres se destaca el Mousse helado de chocolate blanco con salsa de frambuesa o la crema de arándanos en capas de strudel con salsa de Silvovitz.

-

martha aguiar

maguiar@elpais.com.uy

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar