Entrevista
Comenzaron como un negocio de ventas de cámaras IP, luego pasaron a consultoría en software en Uruguay y tras un hecho casual, decidieron focalizarse en EE.UU. que hoy es el 90% de su facturación
Sus padres estaban en el rubro marítimo y panadero, ¿cómo decantó en la tecnología?
Yo no iba a hacer esto, en el liceo iba a seguir la orientación Humanístico. De mi familia yo era el primero en hacer una carrera y como no estaba influenciado por nadie no tenía idea qué quería hacer. Quería ser abogado, pero cuando llegó el día de elegir (bachillerato) vez de Humanístico me metí en Científico porque con los números no me iba tan mal. Y me fue bien, seguí en 6° Ingeniería pero al momento de ingresar a la facultad no tenía claro ingeniería en qué. Como a un amigo le gustaba la informática me anoté sin tener idea de qué era la carrera. Antes de empezar, me llegó un dato de que la Universidad Católica daba becas. Me anoté, hice la prueba, pero igual comencé en la pública. Hasta que me llamaron, me dieron el 80% y ahí pasé a la Católica. Nunca estuve cerca de la programación, pero descubrí un mundo nuevo de lógica, algoritmos. Y me fue bien. Mi primer trabajo, al tercer año de la facultad, fue en Tata Consultancy Services (TCS).
Ariel Ludueña, socio y CEO de Moove-IT
¿Cómo surgió emprender?
De mi madre, una gran emprendedora que puso todos los ahorros -incluso vendió un auto- en una panadería, algo de lo que no sabía y se arriesgó. Mi padre era marinero, pasaba meses en el mar y ella quería que dejara eso. Vi lo que fue ese esfuerzo, nosotros desde muy chicos ayudábamos ahí, vi las complicaciones que tuvo, muchas más duras que las que me tocaron a mí. Eso me atraía y, cuando estaba trabajando en PayTrue, decidí poner algo por cuenta propia. En 2008 llamé a Martín (Cabrera), socio de Moove-IT, a quien conocí en TCS. Me dijo de hablar porque tenía Moove-IT hace dos años pero con un negocio distinto, de colocación de cámaras IP con otros socios y estaba mutando a consultorías a empresas. Y me sumé. Ahí conocí a Conrado (Viña), el otro socio de Moove-IT. En esa época no estaba claro el rumbo y no lo estuvo durante un tiempo. Nos dimos de frente con muchas cosas; por casi dos años estuvimos por fundirnos todos los meses. En 2009, uno de los momentos más críticos, Staton, un cliente de EE.UU., nos manda un mail donde nos dice que nos depositaba un dinero a cuenta de un proyecto nuevo. Eso nos permitió seguir y a mitad de año decidimos poner foco en EE.UU. Hicimos una página web con buen diseño, en inglés y empezaron a llegar clientes de ese país.
¿Cómo llegaban?
Ese cliente nos abrió puertas y nos referenció con otros. Otro de los más importantes, y que nos dio estabilidad por muchos años, vino por nuestra web. Al estar en inglés, nos indexaba cuando alguien buscaba con palabras clave de consultoría en software. Ahora hay que pagar por figurar y posicionarse (en Google), pero en esa época fuimos de los primeros. Otro cliente importante llegó porque Conrado viajó a California para hacer contactos y lo conoció en un café, en un grupo que se llamaba Open Coffee de networking de emprendedores. Empezaba su startup y necesitaba que alguien le programara en Ruby on Rails (una tecnología de programación). Le preguntó si lo podíamos hacer y le dijo que sí pero no teníamos idea (risas). Investigamos y aprendimos. Así empezamos con esta tecnología que nos ayudó a crecer, ahora hacemos todas. Más acá, hemos invertido en patrocinar conferencias técnicas en EE.UU. (US$ 50.000 cada una) para generar marca de calidad. Le hablamos a los CTO, responsables de las áreas técnicas de empresas que toman decisiones de alto nivel. En 2018 invertimos US$ 150.000 en el cambio de marca para darle otra impronta profesional, intangibles que con el tiempo desencadenan llamadas.
Sus clientes incluyen desde startups hasta grandes corporaciones, ¿cuántos tienen y cuál es el más relevante?
Tenemos desde startups que quieren un producto desde cero y ahí somos como su área técnica, nos encargamos de diseñar y desarrollar el producto. También empresas grandes que buscan desarrollar algo o mantener lo que ya tienen. Lo que sí hicimos y era un objetivo anual, fue ampliar nuestros clientes para no depender de ninguno. Hoy nuestra base de clientes importantes es de 15 y el que más pesa representa un 18% de la facturación. Con la mayoría tenemos una relación de dos años en promedio, con algunos llega a ocho. EE.UU. es un 90% de la facturación, luego tenemos clientes en Paraguay (Bancard) que maneja casi todas las transacciones que se hacen por POS en ese país y en Bolivia al Banco Crédito de Bolivia.
"Un objetivo anual fue ampliar nuestros clientes para no depender de ninguno. Hoy nuestra base de clientes importantes es de 15 y el que más pesa representa un 18% de la facturación. Con la mayoría tenemos una relación de dos años en promedio, con algunos llega a ocho".
Ofrecen servicios, ¿han probado con productos propios?
Damos servicios de consultoría y desarrollo de software. En el camino intentamos con productos y no nos fue bien. En 2014 abrimos StartUp House, un hostel para emprendedores en San Francisco donde dábamos alojamiento y espacio de coworking. La idea era llevar emprendedores que quisieran hacer aplicaciones y nosotros le dábamos el brazo implementador, pero no funcionó sobre todo por un tema legal por los homeless. La lección de esto es que hay que enfocarse, si queremos un producto aparte debemos hacer una spin-off con otro equipo.
¿Cuánto crece la empresa?
En los últimos años crecimos 30% en promedio; para 2020 teníamos todo para que fuera un 70%, pero el coronavirus nos frenó y será un 40%. Siempre la peleamos, cubriendo costos. Recién en 2015 la empresa comenzó a tener sentido económico y financiero.
¿Cómo impactó el COVID-19?
Nos tocó menos, porque las industrias con las que trabajamos se vieron beneficiadas (salud, fintech, streaming). A los clientes que afectó les seguimos brindando servicio y les bajamos tarifas, diferimos pagos y hasta no les cobramos. Además, mantuvimos los trabajadores y aquellos que no tenían tareas ayudaron en proyectos sociales. La incertidumbre duró dos meses, en el tercero volvimos a crecer 20%, cerramos acuerdos que estaban en el aire y contratamos más personal.
"El COVID-19 nos tocó menos, porque las industrias con las que trabajamos se vieron beneficiadas (salud, fintech, streaming)".
En Uruguay y el mundo existen empresas que se dedican a desarrollo de software como servicio, ¿cuál es el diferencial de Moove-IT?
Apuntamos a la calidad. Nosotros no somos una empresa que ofrece servicios por volumen de personas, o sea, para proyectos de 100 personas. Nosotros somos 116, somos más boutique. Contratamos personal de nivel e invertimos mucho en mejorar la calidad de los juniors. Cobramos más, pero con un equipo de cinco personas hacemos productos increíbles. Si querés hacer algo específico muy controlado con alta calidad de ingenieros vas a una boutique que participe del cómo hacer.
¿Qué tipo de proyectos hacen? Déme algún ejemplo.
Primero, que cumplan con nuestro código de ética; hemos rechazado trabajos que tienen que ver con motores de spam, por ejemplo. Hoy estamos en posición de elegir industrias que nos gustan; salud, por ejemplo, que es el 40% de la facturación. También nos interesa fintech (20%) y entretenimiento, más específicamente streaming, por ejemplo para Disney y Hulu (adquirida por Disney). Somos una partecita de lo que es la plataforma Disney+, del equipo que hace el motor para que los contenidos lleguen al usuario. Otra de las empresas es One Signal, que desarrolla componentes para enviar notificaciones, ayudamos a desarrollar ese sistema. Con Ripple, empresa insignia de criptomonedas, es más corporativo, no tanto con blockchain. En medicina, estamos en el streaming de Catapult Health, que hace análisis clínicos y diagnósticos médicos en oficinas con un equipo especial y luego ofrecen consulta con un doctor vía streaming para hablar sobre los resultados.
Tiene equipo en Argentina, Colombia, Uruguay y EE.UU., ¿por qué en tantos países?
En 2016 decidimos distribuirnos en diferentes países porque creemos que el talento está distribuido, en Uruguay somos pocos y entre las empresas nos peleamos por los talentos, algo sin sentido cuando lo que hacemos se puede hacer desde cualquier lugar. No tenemos oficinas puramente comerciales sino técnicas, de desarrollo. En Uruguay hay 80 personas; 21 en Colombia donde abrimos dos oficinas, una en Zonamerica y otra fuera de la zona franca; 11 en Argentina en modalidad contratados y cuatro en EE.UU. con oficina propia (ver recuadro).
¿Cómo viene el futuro?
Con la incursión en machine learning. Para ello, en junio de este año adquirimos Marvik, empresa uruguaya de esa tecnología liderada por Paula Martínez y Rodrigo Beceiro. La estrategia es focalizarla en su expertise y que sea parte del grupo Moove-IT, así podemos brindar desarrollo con componentes de machine learning. Además, vamos a contratar 40 personas más este año en forma distribuida y controlada. Por eso, nuestro crecimiento no es tan espectacular, sino que es orgánico.
En 2017 abrieron oficina propia en Austin, Texas, ¿por qué esa ciudad y cómo ha sido la experiencia?
Elegimos esa ciudad porque muchos de nuestros clientes estaban en Dallas, a 300 kilómetros, pero Dallas no nos convencía. Austin quedaba cerca, hay mucha gente joven, tiene algo de San Francisco y un hub tecnológico que se consolidó. Además de Texas, un estado muy conservador, Austin es una ciudad distinta, hay muchas startups. Tomamos la decisión porque muchas empresas en ese país buscan gente local por una cuestión de confianza y hasta legal. Por ejemplo, por temas de seguridad en health care solo las personas de EE.UU. pueden manejar ciertos datos delicados de pacientes. Por eso, de cierta forma es una ventaja competitiva tener personal de EE.UU. Se pueden cerrar negocios desde Uruguay, pero si tenés a alguien allá es un plus. Llegamos a ser 12 en 2017, ahora somos cuatro de los cuales tres están en el área de salud. Todos tienen un perfil técnico, uno con algo de project management. Una vez que pase esta pandemia el plan es crecer con perfiles de comunicación.