Durante años, el viaje de egresados universitarios parecía reservado a unas pocas facultades y a bolsillos generosos. Hoy, ese ritual cambió de escala, de lógica y de continente. Se llama Vuelan Recibidos y es el programa de Toque & Toque que propone cerrar la etapa universitaria con un viaje largo por Asia, financiado —en gran parte— como se hizo siempre: a fuerza de rifas.
“La gran novedad es que ahora todas las facultades pueden viajar”, resume Gustavo Welker, cofundador de la agencia y uno de los impulsores del proyecto. Medicina fue el punto de partida, allá por 2016, cuando organizaron su primer viaje con poco más de 120 estudiantes. Diez años después, ese grupo supera las 400 personas y el modelo se expandió a Derecho, Psicología, Odontología, Comunicación, Ingeniería, Diseño y más. La clave fue simple: unir estudiantes de distintas carreras en un mismo viaje para alcanzar volumen, bajar costos y hacerlo viable.
El programa tiene un eje claro: Asia. Tailandia, Camboya y Vietnam forman el núcleo del recorrido, con extensiones opcionales a India y Nepal antes, o a Filipinas e Indonesia después. El viaje dura entre uno y dos meses, según el tiempo y el presupuesto de cada participante. No es turismo exprés ni una seguidilla de excursiones: la propuesta apunta a convivir, moverse con transporte local, mezclarse con la cultura y volver con algo más que fotos.
“Es un destino que te mueve”, explica Welker. “Tiene playas, templos, naturaleza, un choque cultural fuerte y, además, es barato para vivir. Eso permite que un joven viaje sin sentir que cada comida o cada salida es un problema”. Esa accesibilidad cotidiana es parte del atractivo: en Asia, dicen, se disfruta sin estar todo el tiempo haciendo cuentas.
El otro pilar del programa es el financiamiento. Viajes de este tipo suelen rondar entre los 5.000 y 6.000 dólares, una cifra difícil para alguien de 22 o 23 años. Ahí entra la rifa, una herramienta conocida en algunas facultades, pero poco usada en otras. En Vuelan Recibidos no es obligatoria, aunque el 95% de los viajeros la utiliza para cubrir una parte o incluso la totalidad del costo. Si alguien vende más rifas de las necesarias, puede llevar ese dinero como efectivo para el viaje.
“El momento es ahora”, insiste Welker, sin vueltas. “A los 30 ya no vas a vender rifas; te van a decir que vayas a trabajar”. Por eso el programa apunta a estudiantes próximos a recibirse, cuando todavía hay tiempo, energía y una red de apoyo —familia incluida— que suele involucrarse y acompañar.
Más allá del destino, Toque & Toque pone el acento en la experiencia colectiva y en el respaldo. Los grupos viajan acompañados por coordinadores de la agencia —entre cuatro y cinco personas—, siempre con un médico incluido. Hay actividades grupales y otras opcionales, para que cada uno administre su propio viaje sin perder la contención del grupo.
Desde 2016, más de 800 jóvenes uruguayos viajaron con este formato, unos 150 por año, impulsados casi exclusivamente por el boca a boca. La pandemia frenó el crecimiento, pero el interés volvió con fuerza. El viaje de 2026 ya está cerrado, el de 2027 en marcha y hay estudiantes que empezaron a vender rifas pensando en 2028.
“No es un viaje más. Es de esos que te cambian la forma de ver el mundo”, dice Welker. Amigos para siempre, historias que se repiten en reencuentros y una comunidad que sigue viajando junta años después. Para muchos, el mejor cierre de la etapa universitaria no es una fiesta de una noche, sino un mes —o dos— del otro lado del mundo.