El Colegio Inglés cumple 35 años y lo celebra apostando al futuro. En este nuevo aniversario, la institución avanza con una doble iniciativa: por un lado, la reforma edilicia de su local en Brito del Pino; y, por otro lado, el relanzamiento de su propuesta de educación inicial bajo el nombre “Little Owls”.
La directora general, Eileen Consolandich, explicó que este cambio responde a una convicción: “La base del recorrido educativo se construye en los primeros años y hay que acompañarla con una identidad clara, un entorno flexible y un equipo especializado en las infancias”.
Reforma edilicia y nueva identidad para Educación Inicial
El aniversario coincide con una renovación significativa en el local de Brito del Pino, donde funcionan los niveles de seis meses a tres años. La obra edilicia reflejó un cambio de concepción. “Cada espacio fue diseñado con la convicción de que el entorno educa”, explica la directora.
Luz natural, texturas, materiales nobles, salas sensoriales, patios y huerta conforman un ambiente seguro, estimulante y afectuoso. En ese marco surge “Little Owls”, la nueva identidad del nivel inicial, representada por la figura de un búho. “En nuestra institución, la educación inicial no es una antesala: es el comienzo intencional, riguroso y afectivo del proceso educativo”, subraya Consolandich.
“Little Owls” se apoya a su vez en una arquitectura pensada para favorecer vínculos y aprendizajes activos, donde los espacios acompañan la pedagogía. De esta forma, el colegio suma un paso más en su trayectoria, reafirmando su compromiso de innovar sin perder de vista los valores que lo distinguen desde 1990.
La propuesta integra un equipo interdisciplinario con profesionales de distintas áreas, que busca ajustar las edades y grupos a las necesidades de cada etapa. Todo en un entorno diseñado para estimular la curiosidad, la creatividad y el desarrollo socioemocional.
Desde un inicio, los niños se desarrollan en un contexto inmersivo donde el inglés adquiere un rol fundamental, favoreciendo un bilingüismo que surge de manera natural.
Vínculos y confianza
La propuesta para niños de seis meses a cinco años se apoya en tres pilares: el vínculo afectivo como base de todo aprendizaje, una estructura pedagógica profesional y una relación de cercanía con las familias, entendidas como coeducadoras. “En Educación Inicial, cuidar es también educar. El afecto, el lenguaje, el juego y la alegría de aprender están presentes desde el primer día”, resumió la directora general del Colegio Inglés.
En nuestra institución, la Educación Inicial no es una antesala: es el comienzo intencional, riguroso y afectivo del proceso educativo
El equipo interdisciplinario juega un rol fundamental en esta transformación. Para la directora general, el acompañamiento a docentes y familias —a través de talleres, reuniones y sugerencias concretas— es una herramienta fundamental para responder a las necesidades actuales. Por eso, desde la institución fomentan una comunicación fluida y constante entre familia, colegio y todos los profesionales involucrados, de modo que cada aporte sume al bienestar y aprendizaje de los niños.
“En síntesis, la presencia de estos técnicos asegura un desarrollo físico, cognitivo, comunicativo y emocional equilibrado y brinda recursos valiosos para potenciar el crecimiento de cada niño”, dijo Consolandich.
En tanto, uno de los cambios más valorados es la flexibilidad horaria, que se adapta a las dinámicas familiares actuales. “Una madre puede dejar a su hijo seis horas, pero venir en el intermedio para alimentarlo o simplemente verlo durante su descanso. Lo importante es que siempre tengan la posibilidad real de estar cerca”, explicó.
Curiosidad y creatividad
La institución busca que al finalizar la Educación Inicial, los niños sean autónomos, curiosos, creativos y con un rico vocabulario. Que sepan escuchar, hacer preguntas y preocuparse por los demás. “En suma, buscamos un niño feliz, que disfrute del aprendizaje y de la comunicación con los demás, prerrequisitos básicos para seguir aprendiendo y conviviendo en armonía”, concluyó Consolandich.
La trayectoria del colegio se ha definido por la innovación constante, aunque para Consolandich lo esencial no son los hitos puntuales sino los principios que los sostienen. Entre ellos, la convicción de que el bilingüismo trasciende el mero aprendizaje de un idioma: “Es una herramienta de transmisión cultural y una puerta hacia nuevas formas de pensamiento”, explicó.
Apenas dos años después de nuestra fundación, abrazamos la inclusión como un pilar irrenunciable, en tiempos en que este concepto aún no era habitual en Uruguay. También fuimos pioneros en incorporar aportes de la neurociencia, cuando recién comenzaba a hablarse de su importancia para el aprendizaje
La inclusión, adoptada como pilar desde los primeros años, y la incorporación temprana de la neurociencia en los procesos de aprendizaje, también definieron el rumbo. A esto se sumaron programas como Talentos en el Aula, inspirado en Joseph Renzulli; el Programa de Enriquecimiento Instrumental de Reuven Feuerstein; y Filosofía para Niños, de Matthew Lipman, todos orientados a fomentar pensamiento crítico, creatividad y competencias socioemocionales.
En paralelo, la institución consolida los niveles de Secundaria y Bachillerato y amplía la propuesta de inicial —que hoy comienza desde los seis meses—, inauguró su campo deportivo, que constituye un espacio que fortalece el sentimiento de pertenencia en la liga universitaria, acompañado además por proyectos de voluntariado y animación que enriquecen la propuesta. Y, entre las experiencias que dejan huella, destaca el viaje de 35 días al Reino Unido, que combina aprendizaje, convivencia y recuerdos imborrables.