Una pausa antes de que sea tarde

Paren el mundo que me quiero bajar”. Esta es una de las más conocidas frases atribuidas a Mafalda, pese a que Quino ha negado que se la hiciera decir a su emblemático personaje. Pero más allá del debate sobre el origen de la frase, nos sirve para ver un poco qué está pasando hoy con el mundo sobre el que tanto reflexionó la entrañable niña junto a su globo terráqueo.

Mafalda es un personaje de los años 60, de los tiempos más calientes de la Guerra Fría del siglo XX. Hoy, si tomáramos en serio lo que dicen dos de los líderes políticos que nos gobiernan -el estadounidense Donald Trump y el ruso Vladimir Putin; el otro es el chino Xi Jinping- pareciera que estuviéramos volviendo a esa época. Y si a esto le agregáramos que un dictador latinoamericano, aliado a Rusia, dice que está listo para enfrentar al “imperio”, el escenario podría bien asemejarse al vivido hace exactamente seis décadas cuando el mundo contuvo la respiración durante la llamada “crisis de los misiles”. Entonces los misiles eran soviéticos y estaban en Cuba apuntando hacia territorio estadounidense. Hoy, si le creemos a Nicolás Maduro, los misiles son rusos y están en Venezuela, aunque su función -aseguran los chavistas- sería la de defenderse de un ataque de Estados Unidos.

Toda esta tensión en medio de un clima por demás belicoso en otras latitudes. La invasión rusa a Ucrania no da señales de terminar, y las últimas sanciones de los aliados occidentales a Rusia fueron interpretadas por el Kremlin como una declaración de guerra por parte de Estados Unidos. El alto al fuego en la Franja Gaza entre Israel y el grupo terrorista Hamás por ahora se mantiene, pero su fragilidad es más que evidente; en cualquier momento alguien puede encender una chispa que desate otro infierno. Y aquí en la región, la guerra declarada por Trump a los cárteles narcos tiene muy preocupado al régimen chavista y sus aliados, que han agitado una eventual invasión estadounidense a Venezuela. Además, en los últimos días se sumó el cruce entre Trump y el presidente colombiano, Gustavo Petro, que derivó en el fin de la asistencia de Estados Unidos a Colombia, un aliado histórico de la Casa Blanca en América Latina

El mundo no puede parar, eso está claro. Pero al menos los que realmente cortan el bacalao podrían hacer una pausa antes de que sea demasiado tarde. Mafalda lo agradecería.

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