EFE
Corea del Sur, Japón y China lograron acercar posturas ayer lunes en su primera cumbre trilateral en cuatro años, en una cita en la que no se mencionó Taiwán y en la que Pekín evitó pronunciarse sobre el inminente lanzamiento de un satélite por parte de Corea del Norte.
El creciente escenario de tensión en el estrecho de Taiwán y la propia isla de Formosa, en torno a la cual el ejército chino insiste en realizar ejercicios y distintos despliegues militares intimidatorios, no tuvo cabida en la cumbre de ayer celebrada en Seúl entre el presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, y los primeros ministros japonés y chino, Fumio Kishida y Li Qiang.
Es habitual que Tokio y Seúl insistan en la importancia de mantener el “statu quo” y la libertad de navegación en la zona, algo que ha llevado a Pekín a replicar en numerosas ocasiones que todo lo relacionado con la isla, a la que considera una provincia rebelde sobre la que ostenta soberanía, es un asunto interno.
Lo que si se sacó a relucir fue el descontento de China con lo que considera un excesivo acercamiento de sus dos vecinos a su principal antagonista, Estados Unidos, y que ha influido a la hora de retomar estos encuentros a tres bandas.
Li subrayó en una rueda de prensa posterior a la cumbre la necesidad de “promover el reinicio total de la cooperación trilateral con una actitud franca y medidas transparentes basadas en principios de no exclusividad y no discriminación”.
“Debemos resolver suspicacias y malentendidos a través de un diálogo honesto, defender las relaciones bilaterales con un espíritu de autonomía estratégica, promover un mundo multipolar y oponernos a la confrontación de bloques y al faccionalismo”, añadió el primer ministro chino.
Sin embargo, Li mantuvo silencio con respecto al tema que condicionó parcialmente la cita: los planes, dados a conocer ayer, de Corea del Norte para lanzar un nuevo satélite al espacio antes del 4 de junio.
Tanto Yoon como Kishida recordaron que las sanciones de la ONU prohíben a Pionyang usar tecnología propia de misiles balísticos, necesaria en este tipo de lanzamientos, e instaron al régimen de Kim Jong-un a dar marcha atrás.
En los últimos años China no solo se ha mostrado tibia con respecto a las insistentes pruebas armamentísticas norcoreanas, sino que incluso ha brindado un apoyo velado a estos programas al enviar delegaciones a desfiles militares en Pionyang.
La declaración conjunta publicada al término de la cumbre se limitó a recordar la importancia de “reafirmar la paz, la estabilidad y la prosperidad en la península coreana y el noreste de Asia” y la “desnuclearización de la península” coreana, sin hacer mención al programa de modernización armamentístico por el que Pionyang lleva apostando desde 2021 o a la cooperación militar con Moscú, básica para poner en órbita su primer satélite el año pasado.
Las tres partes se centraron principalmente en exhibir su voluntad de volver a convertir tanto estas cumbres como las reuniones de cancilleres tripartitas en citas anuales, tal y como sucedió entre 2008 y 2012.
La declaración compartida hizo hincapié en que estos eventos deben volver a celebrarse “de manera regular y sin interrupción” y que esta novena cumbre celebrada hoy “tiene un importante significado para revitalizar la cooperación trilateral”.