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Cómo Putin perdió interés en el presente

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Vladimir Putin. Foto: AFP

GUERRA ENTRE RUSIA Y UCRANIA

Rusia está ahora más aislada que nunca. La economía está bajo sanciones y las empresas internacionales se están retirando. Los medios de comunicación se han restringido aún más.

Gracias a la decisión deVladimir Putin de invadir Ucrania, Rusia está ahora más aislada que nunca. La economía está bajo sanciones y las empresas internacionales se están retirando. Los medios de comunicación se han restringido aún más; lo que queda escupe paranoia, nacionalismo y falsedades. El pueblo tendrá cada vez menos comunicación con otros más allá de sus fronteras. Y en todo esto, me temo, Rusia se parece cada vez más a su presidente.

He estado hablando con empresarios de alto nivel y miembros del Kremlin durante años. En 2016 publiqué un libro, Todos los hombres del Kremlin, sobre el círculo íntimo de Putin. Desde entonces he estado recopilando informes para una posible secuela. Si bien los sucesos en torno al presidente son opacos (Putin, un exoficial de la KGB, siempre ha sido reservado y conspirador), mis fuentes, que hablan conmigo bajo condición de anonimato, siempre han estado en lo correcto. Lo que he escuchado sobre el comportamiento del presidente en los últimos dos años es alarmante. Su reclusión e inaccesibilidad, su profunda creencia en que se debe restaurar el dominio ruso sobre Ucrania y su decisión de rodearse de ideólogos y aduladores han ayudado a llevar a Europa a su momento más peligroso desde la Segunda Guerra Mundial.

Putin pasó la primavera y el verano de 2020 en cuarentena en su residencia de Valdai, aproximadamente a mitad de camino entre Moscú y San Petersburgo. Allí lo acompañaba Yuri Kovalchuk. Kovalchuk, quien es el mayor accionista de Rossiya Bank y controla varios medios de comunicación aprobados por el estado, ha sido un amigo cercano y un asesor de confianza de Putin desde la década de 1990. Pero para 2020, se había establecido como el segundo hombre de facto en Rusia, el más influyente entre el séquito del presidente.

Kovalchuk tiene un doctorado en física y una vez fue empleado de un instituto dirigido por el premio Nobel Zhores Alferov. Pero no es sólo un hombre de ciencia. También es un ideólogo que se suscribe a una cosmovisión que combina el misticismo cristiano ortodoxo, las teorías de la conspiración antiestadounidense y el hedonismo. Esta parece ser también la visión del mundo de Putin. Desde el verano de 2020, Putin y Kovalchuk han sido casi inseparables, y los dos han estado haciendo planes juntos para restaurar la grandeza de Rusia.

Según personas con conocimiento de las conversaciones de Putin con sus asistentes en los últimos dos años, el presidente ha perdido completamente el interés en el presente: la economía, los problemas sociales, la pandemia de coronavirus, todo eso lo molesta. En cambio, él y Kovalchuk están obsesionados con el pasado.

En su mente, Putin se encuentra en una situación histórica única en la que finalmente puede recuperarse de los años anteriores de humillación. En la década de 1990, cuando Putin y Kovalchuk se conocieron, ambos luchaban por encontrar su equilibrio después de la caída de la Unión Soviética, al igual que el país. Occidente, creen, se aprovechó de la debilidad de Rusia para empujar a la OTAN lo más cerca posible de las fronteras del país. En opinión de Putin, la situación actual es la opuesta: es Occidente el que es débil. El único líder occidental que Putin tomó en serio fue la ex canciller de Alemania, Angela Merkel. Ahora ella se ha ido y es hora de que Rusia vengue las humillaciones de la década de 1990.

Parece que no hay nadie alrededor para decirle lo contrario.

En Todos los hombres del Kremlin describí el fenómeno del “Putin colectivo”, la forma en que su séquito siempre trataba de anticipar con entusiasmo lo que querría el presidente. Estos compinches le dicen a Putin exactamente lo que quiere oír.

Y ahora aquí estamos. Aislada y bajo sanciones, sola contra el mundo, parece que Rusia está siendo reconstruida a la imagen de su presidente. El ya muy estrecho círculo interno de Putin solo se acercará más. A medida que aumentan las bajas en Ucrania, el presidente parece mantenerse firme; dice que las sanciones a su país son una “declaración de guerra”.

Sin embargo, al mismo tiempo parece creer que el aislamiento total hará que una gran parte de los elementos menos confiables abandonen Rusia: durante las últimas dos semanas, la intelectualidad que protestaba (ejecutivos, actores, artistas, periodistas) huyó apresuradamente del país; algunos abandonaron sus posesiones solo para salir. Me temo que, desde el punto de vista de Putin y Kovalchuk, esto solo fortalecerá a Rusia.

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