BIRMANIA
“¡Han matado a mi hijo!”, gritaba desconsolado un padre mientras lleva en brazos al pequeño dentro de un coche, muestra uno de los vídeos.
La amenaza no fue en balde: las fuerzas de seguridad birmanas han cumplido con su palabra de disparar a los manifestantes “por la espalda y en la cabeza” si continuaban desafiando su autoridad. La advertencia, lanzada el viernes, se ha materializado este sábado en la jornada de represión más feroz contra los participantes en las protestas convocadas en unas 40 ciudades de Myanmar, con al menos 114 muertos -entre ellos un niño de cinco años- por los ataques de la policía y los militares, según el medio independiente Myanmar Now.
Las Fuerzas Armadas han llegado este sábado a un punto de delirio. Mientras su comandante en jefe, Min Aung Hlaing, líder del golpe de Estado del pasado 1 de febrero, aseguraba en un discurso de 30 minutos pronunciado con motivo de la efeméride castrense -el 76º aniversario de la rebelión contra la ocupación japonesa- que el Ejército “protegería a la gente de Myanmar y defendería la democracia”, anticipando la convocatoria de elecciones sin determinar fecha, se vivían escenas similares a las de una guerra por todo el país. En línea con la advertencia lanzada el viernes por los militares, soldados y policías disparaban a matar a los manifestantes de docenas de ciudades, entre ellas las principales, Yangón y Mandalay, pero también de localidades remotas, en imágenes divulgadas por medios locales y ciudadanos en las redes sociales.
“¡Han matado a mi hijo!”, gritaba desconsolado un padre mientras lleva en brazos al pequeño dentro de un coche, muestra uno de los vídeos; la fotografía de un bebé de apenas un año con el ojo ensangrentado tras ser alcanzado por una bala de goma cuando estaba en su vivienda en Yangón también aumentó la indignación. Un niño de cinco años se encuentra entre los, al menos, 40 fallecidos este sábado en Mandalay, la segunda ciudad del país. Otras 27 personas han muerto en la capital comercial, Yangón, además de docenas en varias ciudades de todo el país, de acuerdo con medios locales como Myanmar Now.
Los equipos de emergencia y rescate cuentan con que el número de víctimas mortales aumente, después de una jornada en la que decenas de miles de personas volvieron a salir a las calles para protestar contra los golpistas, pese a las amenazas de la junta militar emitidas por la cadena de televisión estatal, MRTV, el día anterior.
Con las últimas víctimas, el número de civiles muertos desde la asonada de febrero, que derrocó el Gobierno civil liderado de facto por Aung San Suu Kyi, supera los 440, según la Asociación de Asistencia a Presos Políticos de Myanmar.
Los ataques de las fuerzas de seguridad ocurrían de forma simultánea a la celebración del Día de las Fuerzas Armadas, que se ha conmemorado en Naypyidó con un desfile militar presidido por Min Aung Hlaing.
“El Ejército quiere tender la mano a toda la población y salvaguardar la democracia”, ha asegurado el general, añadiendo que las autoridades buscan restaurar la paz en el país del sureste asiático (53 millones de habitantes), perdida desde la asonada de febrero.
Un golpe de Estado que puso punto y aparte a 10 años de transición democrática e impidió la toma de posesión del nuevo Parlamento, liderado por la Liga Nacional para la Democracia de Aung San Suu Kyi, ganadora de las elecciones de noviembre, tachadas de fraudulentas por los militares, su pretexto para dar el golpe. Suu Kyi se encuentra detenida desde entonces y está acusada de varios delitos, entre ellos aceptar sobornos por valor de 500.000 euros, cargos que su entorno considera motivados políticamente.