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Muere jefe del terror mundial; Trump dice que terminó "llorando como un cobarde"

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Donald Trump. Foto: Reuters.
JIM BOURG

EL FINAL DE AL BAGDADI

Comandos de EE.UU. cercan a Al Bagdadi, líder de ISIS, que detonó un cinturón explosivo.

El presidente de Donald Trump, ha anunciado la muerte del líder del Estado Islámico (ISIS, en inglés), Abubaker Al Bagdadi, en una operación militar en el noroeste de Siria. Al Bagdadi, uno de los terroristas más buscados del mundo, proclamó en 2014 el califato del ISIS que durante los siguientes tres años de apogeo se extendería por Irak y Siria, sembrando el terror con ejecuciones masivas e imponiendo su versión radical del islam.

“Era un hombre enfermo y depravado, y ya se fue”, ha dicho Trump, en un mensaje televisado a la nación. “Murió como un perro, murió como un cobarde. El mundo es hoy un lugar mucho más seguro”, ha añadido. “El animal que trató de intimidar al resto ha terminado llorando y gimoteando, aterrado de ver que las fuerzas estadounidenses se le venían encima”.

El presidente ha asegurado que no ha habido bajas estadounidenses en la operación, que comenzó hace “un par de semanas” y concluyó el sábado con Al Bagdadi acorralado dentro de un túnel, detonando el cinturón explosivo que llevaba. Sí ha habido, en cambio, un “buen número” de bajas entre los compañeros del líder del ISIS. Las fuerzas especiales estadounidenses estuvieron dos horas sobre el terreno recolectando inteligencia, y se han incautado de numerosa información sensible relacionada con el grupo terrorista, ha explicado el presidente, en una intervención abierta a preguntas que se ha prolongado por 45 minutos.

Fue un ataque aéreo nocturno, ha asegurado, en el que tres hijos de Bagdadi también murieron después de que su padre detonara su cinturón explosivo. Al cadáver, ha añadido Trump, ya se le ha realizado una prueba de ADN y coincide con el de Al Bagdadi. “Su cuerpo fue mutilado por la explosión, pero los resultados de las pruebas dieron una identificación innegable y positiva”, ha asegurado el presidente.

El asalto al complejo residencial en el que se encontraba Al Bagdadi, a menos de cinco kilómetros de la frontera con Turquía, fue ejecutado por entre 50 y 70 efectivos de la Fuerza Delta y los Rangers del Ejército de Estados Unidos. En la operación participaron seis helicópteros de combate que partieron desde Erbil, capital de la región del Kurdistán iraquí.

La caída de Al Bagdadi marca un hito en la lucha contra el ISIS. Con la operación, Trump se apunta una indiscutible victoria en política exterior, justo cuando su estrategia en Siria estaba siendo duramente criticada incluso desde dentro de las propias filas republicanas.

El presidente, inmerso en una crisis doméstica con un proceso de juicio político en marcha contra su persona, alcanza uno de los objetivos más claros de su primer mandato.

La operación contra Al Bagdadi se produce en un momento en que Estados Unidos ha mostrado titubeos en su estrategia en la región. La decisión del presidente Trump de retirar casi la totalidad del millar de tropas que tiene desplegadas en Siria, en medio de la ofensiva turca contra las fuerzas kurdas, que han sido aliadas de Estados Unidos en la lucha contra el ISIS, ha sido corregida en los últimos días. Se plantea ahora mantener una presencia mayor de lo inicialmente estimado, para proteger del ISIS campos petrolíferos sirios.

Las fechas claves del grupo del Estado Islámico en Siria e Irak
Las fechas claves del grupo del Estado Islámico en Siria e Irak

Brutal

¿Quién era Abubaker al Bagdadi? La respuesta corta es el inquietante clérigo, de 48 años, que proclamó el califato desde una poco conocida mezquita de Mosul el 29 de junio de 2014, instauró un régimen brutal sobre un amplio territorio de Irak y Siria, y alentó los ataques terroristas en el resto del mundo. La respuesta larga remite a una perversa interpretación del islam que ha emponzoñado las sociedades musulmanas y sus relaciones con Occidente, y que un joven Al Bagdadi abrazó antes incluso de adoptar ese apodo. Se convirtió en el rostro de la ideología yihadista, una hidra con múltiples cabezas que sin duda va a sobrevivirle.

La noticia de su muerte se produce medio año después de que se difundió un video en el que aparecía felicitando a los autores de los atentados de Sri Lanka, el primero desde 2014. En dos ocasiones anteriores se le ha dado por muerto erróneamente. Esta vez, sin embargo, el presidente Trump, ha hecho un anuncio oficial.

El oscuro individuo que pasará a la historia como fundador del Estado Islámico (la organización sobre la que se apoyaba su pretendido califato) nació en 1971 como Ibrahim Awwad Ibrahim al Badri, en el seno de una familia modesta y piadosa de Samarra, una ciudad situada a 130 kilómetros al norte de Bagdad. Quienes han rastreado sus orígenes afirman que ya de niño pasaba las horas muertas leyendo el Corán, lo que motivo que sus compañeros de instituto le apodaran “el creyente”.

Fuera natural o inducida, su vocación religiosa le llevó a graduarse en Estudios Islámicos en la Universidad de Bagdad en 1996. Alguno de sus biógrafos asegura que durante esa época, y alentado por un tío suyo, se unió a los Hermanos Musulmanes, un movimiento islamista suní surgido en Egipto, pero con versiones locales en otros países.

No queda claro cómo dio el salto desde esa ideología conservadora hasta el extremismo violento de los yihadistas (salafistas que aceptan el uso del terror para alcanzar sus objetivos). Pero en 2010, aquel joven clérigo que se convirtió en imam de una mezquita en un barrio de Bagdad donde enseñaba a los chicos a recitar el Corán y jugaba con ellos al fútbol, se convirtió en líder de Al Qaeda en Irak, uno de los grupos que iban a formar el Estado Islámico en Irak y Siria (de donde quedarían las siglas inglesas ISIS). Para entonces, ya tenía dos mujeres y seis hijos.

Según algunas versiones, el jeque Ibrahim al Samarrai (el de Samarra), como era conocido entre sus parroquianos, ya había abrazado el yihadismo bajo el mandato de Sadam Husein y tras la invasión de Estados Unidos ayudó a fundar un grupo insurgente. Otros analistas defienden, sin embargo, que se radicalizó durante los diez meses de 2004 que pasó en Camp Bucca, un centro de detención estadounidense en el sur de Irak donde había numerosos cabecillas de Al Qaeda. “Allí absorbió la ideología yihadista y se hizo un nombre entre ellos”, recuerda Hisham al Hashemi, experto iraquí en extremismo.

Sea como fuere, en Camp Bucca estableció contactos tanto con yihadistas como con leales de Sadam, que le fueron útiles para adquirir relevancia dentro de Al Qaeda. Sus dirigentes le enviaron a Siria para ocuparse de la propaganda del grupo, lo que no le impidió acabar su tesis y doctorarse en Sharia en 2007. Esa formación, su linaje tribal (pertenece a la estirpe de los Qurayshi, que se reclaman descendientes del profeta, algo que los puristas consideran indispensable para ser califa) y las muertes de sucesivos dirigentes de Al Qaeda en Irak, le llevaron a la cúspide de esa franquicia.

Con Al Bagdadi al frente, el grupo, que ya sus predecesores habían rebautizado Estado Islámico, abandonó la fidelidad a la casa madre en 2013, en preparación de su golpe de efecto del año siguiente en Mosul. Estados Unidos le había designado “terrorista” un par de años antes y ofrecía una recompensa de US$ 10 millones de dólares (9 millones de euros) por información que permitiera su captura o su muerte y que con los años se fue incrementando hasta los 25 millones.

Eso no impidió que el líder del ISIS, con fama de ser tan bien organizado en la gestión como despiadado en el campo de batalla, desafiara al mundo desde la gran mezquita de Al Nuri autoproclamándose califa de un Estado que durante algunos meses pareció real con su sistema administrativo, su moneda e incluso sus multas de tráfico. En aquel territorio que se extendía a ambos lados de la frontera sirio-iraquí y en el que llegaron a vivir ocho millones de personas, Al Bagdadi impuso una versión extremista de la ley islámica y persiguió a todo aquel que no comulgaba con su ortodoxia, en especial a las minorías étnicas y religiosas.

Felicitan y afirman que el combate continúa

“La muerte de Al Bagdadi es un duro golpe contra Dáesh (acrónimo en árabe del EI), pero es sólo una etapa. El combate continúa junto a nuestros socios de la coalición internacional para que la organización terrorista sea derrotada definitivamente. Es nuestra prioridad” en Oriente, tuiteó el presidente de Francia, Emmanuel Macron.

A su vez, el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson Boris indicó en Twitter: “La muerte de Bagdadi es un momento importante en nuestro combate contra el terror, pero la batalla contra el mal de Dáesh aún no ha terminado”.

más

Expertos advierten que ISIS es un movimiento resistente

La brutalidad y su desafío a la legalidad internacional que mostró Abubaker al Bagdadi, ayudaron a forjar una coalición internacional que resultó instrumental para que Irak lograra recuperar su territorio y el ISIS perdiera también su feudo en Siria. No obstante, la ideología radical que alimentó ese sueño a caballo entre el puritanismo islámico y el supremacismo suní aún sobrevive en algunos rincones. De ahí que la desaparición del considerado como el hombre más buscado del mundo no signifique el final del ISIS.

“El Daesh no se va a ver afectado por la muerte de su máximo dirigente”, defiende Al Hashemi que se refiere al grupo por su acrónimo árabe. Este investigador explica que en los grupos yihadistas cuando muere el líder “se congelan los ataques terroristas hasta que se elige un nuevo líder, ese proceso suele producir divisiones en la organización y algunos miembros aprovechan para quedarse con el dinero”.

Otros expertos tienen una visión similar. Jean Pierre Filiu, profesor del prestigioso instituto Sciences Po de París, estima que la muerte de Bagdadi “representa un golpe terrible para una organización que lo había proclamado ‘Califa’ en 2014. Sin embargo, no es seguro que la pérdida, aunque sea tan simbólica, afecte fundamentalmente la dirección operativa de Dáesh (acrónimo en árabe de Estado Islámico), en manos de líderes aguerridos y experimentados. En este sentido, esta desaparición podría tener un impacto menor que el que tuvo en Al Qaida la eliminación de Osama Bin Laden”, añadió.

En Twitter, Rita Katz, directora de SITE Intelligence Group, un grupo estadounidense especializado en la vigilancia de los movimientos yihadistas, indicó que “la muerte de Al Bagdadi sería un golpe terrible para ISIS y su red. Sin embargo, la historia nos ha enseñado que el movimiento es operacionalmente resistente y capitalizará la muerte de Al Bagadi para reclutar y llamar a nuevos ataques”, advirtió. (Fuentes El País de Madrid y AFP)

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