Las libias quieren conservar sus logros

Gobierno. Los rebeldes casi no le dan espacio y poder de decisión a las mujeres del país | La lucha de poder se trasladó al nuevo gobierno

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TRÍPOLI | THE NEW YORK TIMES

Aisha Gdour, psicóloga escolar, introdujo balas de contrabando en su bolso de cuero marrón. Fátima Bredan, estilista, atendió a rebeldes heridos. Hweida Shibadi, abogada de lo familiar, ayudó a la Alianza Atlántica en la localización de objetivos.

Por su parte, Amal Bashir, profesora de arte, usó un código secreto para recabar órdenes para munición: las rondas de bajo calibre eran conocidas como "prendedores" y las de mayor calibre eran "clavos". Una "botella de leche" equivalía a un rifle Kalashnikov.

En la improbable victoria de los rebeldes libios sobre Muamar Gadafi, las mujeres hicieron mucho más que enviar a sus hijos y maridos al frente. Ocultaron a combatientes y les cocinaron comidas. Cosieron banderas, reunieron dinero y se pusieron en contacto con periodistas. Movieron armas y, en unos cuantos casos, las usaron.

"Quizá yo pueda ser la nueva presidenta o la alcaldesa``, dijo Gdour, de 44 años de edad, mientras saboreaba la victoria con otros integrantes de su célula rebelde. Ellas son tres mujeres que, bajo el viejo gobierno, administraron una organización de caridad clandestina que transformaron en un conducto para armas rebeldes.

Sin embargo, en la nueva Libia que está surgiendo, las mujeres también son casi invisibles en el liderazgo. El Consejo Nacional de Transición (CNT) de Libia, con sus 45 integrantes, solo tiene una mujer. Las oficinas centrales del consejo no tienen baño de mujeres.

En el vecino Egipto, las mujeres han tenido problemas para conservar los logros derivados de su propia revolución. Y en su propia y sumamente excéntrica forma, Gadafi pudiera haber tenido una perspectiva más expansiva de la conducta apropiada de las mujeres.

De cualquier forma, las mujeres libias dicen que su esfuerzo bélico estableció hechos sobre el terreno que no pueden deshacerse con facilidad. Las mujeres de muchos y variados antecedentes están entretejiendo pequeñas células de apoyo rebelde hasta formar redes mayores, llevando a cabo sesiones de lluvia de ideas con respecto a qué pueden hacer para contribuir a la reconstrucción. Las mujeres contribuyeron a lanzar la revolución de Libia.

El 15 de febrero, parientes del sexo femenino de prisioneros asesinados en la prisión Abu Salim efectuaron una protesta en Bengasi. Prominentes abogadas se les unieron y, a los dos días, fuerzas de Gadafi atacaron a las muchedumbres con ametralladoras. Al ver la audacia de sus colegas, Shibadi, la abogada, quedó electrificada. "Sentí envidia", dijo.

Shibadi, de 40 años, contribuyó a la organización de las manifestaciones en Trípoli contra el gobierno de Gadafi. Al principio eran solo 100, incluidas 20 mujeres. Los soldados los rodearon, pero las muchedumbres siguieron creciendo.

Unas pocas revolucionarias consideraban que estaban peleando por los derechos de la mujer. Pero en retrospectiva, muchas mujeres, con educación suficiente para abrigar grandes sueños, dijeron que las detenía la dictadura y la tradición. Cuando llegó la revolución, estaban listas.

Periodo Gadafi. Las oportunidades educativas para la gente con buenas conexiones marcaron muy poca diferencia entre familias conservadoras y rurales que mantenían a las mujeres fuera de la esfera pública durante el mandato de Gadafi. Incluso en Trípoli, donde muchas mujeres trabajan, conducen automóviles y se mezclan con hombres, llevando vidas menos circunscritas que algunas homólogas árabes, la independencia femenina era frágil.

Bashir, la profesora de arte, quien deja escapar risitas mientras recuerda sus días como corredora de armas clandestina, quería forjar una carrera como artista. Sin embargo, el patrocinador de su primera exposición de dibujos, un hombre cercano al gobierno, le exigió sexo. Ella, entonces, canceló la exposición, ocultó los dibujos y concentró su vida en torno a la crianza de sus hijos.

"Olvidé todos mis sueños", dijo Bashir, de 40 años de edad. Sin embargo, encontró otra salida, la cual terminó siendo valiosa durante la revolución. Administraba una organización de caridad clandestina. A partir de 2005, Bashir y Gdour, la psicóloga, reunieron secretamente aproximadamente US$ 5.000 cada mes para familias pobres.

Al otro lado de la ciudad, la doctora Rabia Gajun, a quien no conocían pero terminarían conociendo durante la revolución, también estaba recaudando dinero en secreto, a fin de construir una clínica gratuita.

Cuando sus parientes varones salieron de Trípoli para pelear, las organizaciones de caridad de estas mujeres adquirieron una nueva misión. Gajun se llevó fármacos y una impresora para los rebeldes. Un vecino de Gdour que era combatiente le dijo que los rebeldes afuera de la ciudad necesitaban municiones. Así que ella le compró balas a un conocido en las fuerzas de Gadafi y las entregó.

A medida que Trípoli se armaba discretamente para una posible insurrección, Bashir recibió órdenes de armas de grupo tras grupo. El agente encubierto de Gdour las entregaba en su vehículo militar.

Al mismo tiempo, Shibadi, la abogada que pensó alguna vez que era demasiado emotiva para ser juez y cuya familia le prohibió estudiar inglés en el extranjero, estuvo ayudando a precisar objetivos para ataques aéreos. Ella reunió armas e información sobre ubicaciones de tropas de amigos y familiares en las fuerzas de seguridad y transmitió la información a una amiga cuyo primo, quien era combatiente, la transmitió a su vez a líderes rebeldes que, le informaron, la transmitieron a la OTAN.

En dos ocasiones, una amiga que vive en un edificio alto cerca del aeropuerto detectó soldados transportando armamento pesado. Dos veces, Shibadi informó de esto, y pronto cayeron bombas de la OTAN. No podía tener la certeza de que se debió a ella, pero la posibilidad era emocionante.

Más adelante, Fawzia al-Dali, de 51 años, había permitido que sus sobrinos fabricaran armas en su casa, la que fue registrada por las autoridades.

"¿Por qué me arriesgué?", dijo. "Por Dios, por una probada de libertad", contestó.

Gadafi siempre se dijo feminista

Trípoli | El líder Muamar Gadafi hacía alarde durante su mandato de ser, supuestamente, un "defensor de las mujeres". En su Libro Verde, meditaciones que insistía fueran estudiadas por los libios, dedicó páginas a la santidad de amamantar y la domesticidad femenina.

Se presentaba a sí mismo como un bastión en contra del extremismo religioso e impuso una ley que les exigía a los varones buscar el permiso de una primera esposa antes de casarse con una segunda.

Sin embargo, muchas mujeres libias consideraban que su activismo era superficial. Las mujeres, como la mayoría de los ciudadanos, prácticamente no tenían voz en el gobierno. Las que él promovió, como sus guardaespaldas del sexo femenino, eran vistas como sus amantes, objetos sexuales, o ambas cosas.

Las cifras

45 Es el número de personas que integran el Consejo Nacional de Transición, órgano político de la rebelión. En él hay una sola mujer.

Crece la división dentro de la rebelión

Trípoli | Cuando la guerra parece casi vencida, entre los rebeldes opositores, unidos durante siete meses para derrotar al gobierno de Muamar Gadafi, emergen cada vez más diferencias, acusaciones e incluso enfrentamientos.

Hasta ahora, se han producido incidentes aislados, como por ejemplo algunas escaramuzas que se produjeron en las filas de los rebeldes en la frontera con Túnez.

Pero lo cierto es que para los opositores el enemigo más insidioso ya no es tanto Gadafi ni sus fuerzas en Bani Walid, Sirte y Sebha, sino el hecho de que el Consejo Nacional de Transición (CNT) se divida en facciones para luchar por el poder.

La última semana estuvo en la mira uno de los jefes del CNT instituido por la oposición, Mahmud Jibril.

De hecho, el jeque Ali Sallabi, uno de los líderes islámicos libios, acusó al número dos del CNT de "intentar dar a los suyos los medios necesarios para sentar las bases de un Estado totalitario". Sus palabras reactivaron las tensiones entre la parte laica y la religiosa.

En tanto, durante su primera conferencia de prensa en Trípoli, Jibril había invitado a las fuerzas opositoras a "estar unidos y evitar divisiones en juegos políticos".

Esas declaraciones se produjeron poco después de que un jefe militar de Bengasi, Ismail al Salabi, había invitado al gobierno a que dimitiera en tanto y en cuanto estaba compuesto por "exponentes del viejo régimen".

A esas diferencias se agregan las tribales, pues, según varias fuentes, el retraso en el ataque a Bani Walid se debió a la voluntad de evitar incidentes con la poderosa tribu de los Warfalla. ANSA

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