En virtud de concretar el tercer rescate de Grecia, el gobierno heleno se comprometió a tomar algunas medidas. Una de ellas fue el aumento del IVA, que empezó a funcionar el lunes pasado.
Esta situación trajo algunas confusiones en los clientes y comerciantes de ese país hacia algunos productos a los que se exigió una aplicación de IVA diferente. Por ejemplo, con la carne: si se trata de de cerdo o de pollo (13% de IVA), pero si es de ternera (producto importado, 23%). Y, paradoja contable, si incorpora pimienta o tomates, que como productos frescos están gravados al 13%, el IVA se dispara al 23%.
En el atropellado arranque del nuevo IVA (con tres tipos: 6%, 13% y 23%), apenas sin tiempo para ajustar programas de contabilidad e informáticos, comerciantes y consumidores experimentan más dudas que certezas, y no sólo por el impacto real de la subida en sus respectivas economías (que muchos pequeños negocios se confiesan dispuestos a sufragar parcialmente de su bolsillo, para no perder clientes).
Porque, por ejemplo, ¿cómo tributar la mezcla de cerdo y ternera en un kilo de carne picada? ¿Cómo se refleja eso en el tique de compra? "Es un lío enorme, la gente compra mucha carne picada porque es asequible y no sabemos qué tipo (de IVA) ponerle, porque habitualmente es mezcla, y en distinta proporción. De momento, estos días la ofrecemos al precio más bajo, perdiendo nosotros… Es una especie de oferta hasta que nos enteremos de cómo debe ser", explicaba este martes confundido Thanasis Kiolas en un puesto del mercado central de Atenas. Según las normas, una proporción de mezcla de un 60-40% debería tributar al tipo de impuesto a la carne preponderante; pero nada se especifica en las instrucciones sobre una mezcla al 50% de ambos productos.
Sinfín de productos.
Aunque la subida del IVA al 23%, con un incremento en torno al 9% en el precio final, no sólo afecta a la alimentación —también a servicios tan dispares como los fúnebres, academias, alojamiento, restauración, medios de transporte o productos higiénicos o para discapacitados—, el hecho de haber tenido que retasar al alza alrededor de 40.000 productos alimenticios ha provocado una confusión mayúscula en los pequeños comercios del ramo.
"Yo vendo aquí unos 500 productos, la mayoría se han ido al 23% y unos pocos, muy pocos, siguen al 13%... ya hemos adaptado la caja registradora, nos costó 75 euros cambiar el programa, que refleja el total diario facturado por los dos tipos. Pero mi empleado se vuelve loco, no sabe aún a qué tipo cobrar cada cosa", añade Mina, dueña de una tienda de frutos secos.
Un puñadito de sal en unas almendras marca también la diferencia entre un tipo del 13% y el 23%. "Pero no me quejo", continúa, "si vendiera aceite sería igual de caótico", añade, en referencia a la exención del de oliva de la lista del 23%. Lo mismo sucede con los distintos tipos de pan, pasta o derivados del pollo.
La primera intención del Gobierno fue aplicar la subida inmediatamente, apenas 48 después de su aprobación en el Parlamento, pero el Ministerio de Finanzas decidió prorrogar un par de días más —todo el fin de semana— la entrada en vigor para dar tiempo a los establecimientos a actualizarse.
Con buen criterio, a juzgar por rezagados como Mijalis, un taxista autónomo que este martes no había cambiado aún el contador y seguía cobrando la carrera al 13%, en lugar del nuevo 23%, como todos los medios de transporte, del metro al barco o el avión. "Con 13.000 taxis que hay en Atenas no creo que me vaya a tocar un inspector, y menos estos días… Tengo que llevar el auto al taller porque el taxímetro tiene una colocación muy extraña en la guantera, el cambio me va a salir por 100 euros como mínimo".
El Parlamento griego iniciaba ayer el debate del proyecto de ley que recoge el segundo paquete de reformas acordado con los acreedores, como paso previo al inicio de las negociaciones para un tercer rescate.

Una medida que afecta la tributación en todos los rubros