EXPECTATIVA

El rey emérito Juan Carlos I, padre del actual monarca, Felipe VI, regresó ayer jueves a España tras casi dos años en Abu Dabi en medio de una gran expectación. Pese a ser un viaje de carácter “privado”, ha desatado un debate entre los partidos políticos sobre la situación del rey emérito.

Juan Carlos de Borbón, de 84 años, llegó en un vuelo privado al aeropuerto de Vigo (Galicia), donde lo esperaba su hija mayor, la infanta Elena que lo recibió con un abrazo, y un amigo de su círculo más íntimo, con quien comparte la afición por las regatas.

El rey emérito estableció su residencia en Emiratos Árabes tras salir de España el 3 de agosto 2020, en medio de investigaciones judiciales sobre sus negocios irregulares en el extranjero.

Desde entonces vive en Abu Dabi, aunque desde el principio manifestó a su hijo, el actual rey Felipe VI, su intención de visitar España en ocasiones para ver a familiares y amigos, siempre de forma privada.

Juan Carlos I abdicó a favor de su hijo en 2014.

En 2020, la Fiscalía del Tribunal Supremo le abrió tres investigaciones sobre el cobro de 65 millones de euros (unos 72 millones de dólares) por intermediar en la construcción del tren de alta velocidad Medina-La Meca en Arabia Saudí, si recibió donaciones no declaradas y si ocultó fondos en paraísos fiscales.

Una transferencia en 2008 por parte del rey de Arabia Saudita a una cuenta suiza de la cual era beneficiario Juan Carlos I despertó las sospechas, pero la fiscalía concluyó que se trató de “un regalo”.

El Ministerio Público archivó todas las diligencias el pasado marzo al haber prescrito los hechos o haber sucedido antes de 2014, cuando estaba protegido por la inviolabilidad como jefe del Estado, además de tres regularizaciones fiscales que llevó a cabo.

Si bien todas las causas contra el exmonarca fueron archivadas, las revelaciones sobre el origen poco claro de su fortuna dañaron seriamente su imagen, apreciada hasta entonces por su papel en la transición a la democracia tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975.

Tras conocerse el archivo, Juan Carlos I mostró su deseo de volver de visita a España, aunque no se había producido hasta ahora.

A su llegada al aeropuerto de Vigo, bajó del avión sin ayudarse de bastones aunque con cierta dificultad, ya que tiene problemas de movilidad y ha sido operado en varias ocasiones.

La actual visita a España será por cinco días, en la que estará la mayor parte del tiempo en la localidad gallega de Sanxenxo y solo verá a su familia en el Palacio de la Zarzuela, residencia oficial del rey, el lunes, antes de partir de nuevo hacia Emiratos Árabes.

En la que fue su residencia durante más de medio siglo se reunirá con su hijo, Felipe VI, y con la reina Sofía, a los que no ha visto desde que se marchó del país, y los demás miembros de su familia.

En Sanxenxo se alojará en el domicilio de su amigo el presidente del Real Club Náutico de Sanxenxo, Pedro Campos.

En esta localidad costera gallega acoge este fin de semana la regata de vela en la que participa el equipo que Juan Carlos solía capitanear, el “Bribón”.

A su llegada, el rey emérito saludó desde el automóvil a las personas ahí congregadas e hizo el gesto afirmativo del pulgar levantado con el resto de los dedos cerrados.

Se da la circunstancia de que fue de Galicia desde donde salió de España hace casi dos años en un avión privado y no se supo de su partida hasta que días después lo comunicó la Casa Real.

El Gobierno español expresó su “absoluto respeto” por esta visita, de la que se ha desligado al tratarse de un asunto “privado”, argumentó hoy la portavoz, Isabel Rodríguez.

“Es una cuestión que atañe a la Casa Real y por tanto el Gobierno nada tiene que decir”, afirmó asimismo la ministra de Justicia, Pilar Llop.

El regreso del rey emérito abrió también el debate en España sobre la inviolabilidad del monarca.

La inviolabilidad del rey Juan Carlos como jefe del Estado es una de las argumentaciones que usó la Fiscalía para archivar sus investigaciones.

En 2014, Juan Carlos I abdicó en favor su hijo, y justificó su exilio en Abu Dabi en la necesidad de “facilitar” el trabajo del nuevo rey. Felipe VI ha tratado en los últimos tiempos de marcar distancias con su padre y, en marzo de 2020, renunció a su herencia y le retiró su asignación anual de casi 200.000 euros. Más recientemente, a finales de abril, puso en marcha con el gobierno del presidente socialista Pedro Sánchez una operación de “transparencia” en la Casa Real, que ahora deberá auditar sus cuentas, hacer públicos sus contratos o hacer un inventario de los regalos recibidos. (AFP, EFE)

La Corona española se ha visto salpicada en los últimos años por los escándalos. A las revelaciones sobre la fortuna de Juan Carlos I se les unieron asuntos mundanos como el viaje a cazar elefantes a África con su amante Corinna Larsen, en 2012, en plena crisis económica, por el que pidió perdón y que se descubrió porque sufrió un accidente.

Además, su yerno Iñaki Urdangarín fue condenado en 2018 a casi 6 años de cárcel por los negocios ilegales que hizo al frente de la fundación que encabezaba, en un juicio en el que también se sentó en el banquillo de los acusados a la menor de sus dos hijas, la infanta Cristina, finalmente condenada a pagar una multa.

La más importante de las tres investigaciones abiertas por la fiscalía a Juan Carlos I buscaba determinar si cobró comisiones por la adjudicación a dos empresas españolas de un contrato para la construcción de un tren de alta velocidad entre La Meca y Medina, en Arabia Saudita, en 2011.