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Mientras Estados Unidos, China y Rusia compiten por ser potencias mundiales, el poderío de la Unión Europea no da tregua: su economía se consolida y desafía al mundo, al tiempo que su unidad política la hace más fuerte.
Está de moda en Washington, Moscú y Beijing, desdeñar a Europa como un continente que envejece y está en declinación terminal. Un informe realizado por un centro de estudios políticos y económicos cercano al Kremlin describió a Europa como débil ante el poderío de Rusia, y el año pasado, la evaluación efectuada por el Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos sobre los cambios en el poder global, llamó a la Unión Europea (UE) "un gigante rengo", plagado de "altercados internos".
Ese tipo de andanada despectiva es fácil de entender. Hoy, la UE está dividida en todo tipo de temas, desde cómo encarar a Rusia hasta el futuro de la OTAN. Los bancos de Europa todavía tienen más activos tóxicos en sus balances que los de EE. UU. Debido a que Gran Bretaña, Francia y Alemania frecuentemente tienen objetivos diferentes en política exterior, la idea de que la UE es capaz de traducir su tamaño y riqueza en poder duro y propósitos comunes parece tan remota como siempre.
Sin embargo, todas esas críticas dejan de lado una clara realidad. Si bien Estados Unidos y Rusia han sido abatidos por la crisis económica y China e India continúan preocupados por problemas internos, Europa está prosperando. El continente está más unido, próspero y seguro que en cualquier otro momento de la historia. Este año, Europa superó a EE.UU. en riqueza. En 2010, se espera que la población europea llegue a 500 millones de personas y que su PIB sea casi igual al de Estados Unidos y China combinados.
viejos pronósticos. Los cálculos del derrumbe de la UE tienen una larga historia de no convertirse en realidad. En la década de los 80, se hablaba de la euroesclerosis, una enfermedad que incapacita, con bajo crecimiento económico y alto desempleo.
Desde entonces, los europeos comenzaron una maratón de reformas que permitieron la creación de nueve millones de empleos más que en EE.UU., entre 2000 y 2008, así como una tasa de desempleo más baja (8,9% en septiembre, en comparación con 9,5% en EE.UU.).
En la década de los 90, el colapso del comunismo y la desaparición de la amenaza soviética indujeron a algunos a pronosticar la caída de la OTAN y el retorno de los viejos fantasmas nacionalistas.
Hace apenas unos años, parecía que los miembros más antiguos y más jóvenes de la UE tenían diferencias irreconciliables respecto de los vínculos con Estados Unidos, Rusia e Irak.
Ahora, esa división desaparece con rapidez, gracias a los lazos económicos y de otra índole cada vez más fuertes.
realidad. Media docena de países buscan incorporarse a la UE para lograr una protección económica ante la continuación de la tormenta. La crisis en sí, con todas las consecuencias terribles que ha tenido en la economía de la Unión, de manera inesperada ha fortalecido la cohesión del continente, lo mismo que el Tratado de Lisboa que acaba de ser ratificado, y que moderniza la manera cómo la Unión Europea conduce sus asuntos.
En el exterior, la UE ahora es responsable por gran parte de la ayuda mundial al desarrollo y tiene 71.000 soldados desplegados más allá de sus fronteras, lo que es la segunda huella global después de Estados Unidos.
Debido a que obtiene más riqueza del comercio exterior que Estados Unidos, la UE recibió golpes más duros.
Sin embargo, con el comienzo de la recuperación, Francia y Alemania, los dos pesos pesados del continente, sorpresivamente le ganaron a EE. UU. en salir de la recesión, gracias el resurgimiento de las exportaciones y un gasto de consumo más estable.
De acuerdo con lo que indica el FMI, Estados Unidos tendrá una recuperación más fuerte que Europa, pero a lo largo de 2013. Después, el crecimiento de Estados Unidos se enlentecerá para situarse en la misma tasa que la eurozona -2,1%-- muy por debajo del promedio estadounidense del 3% previo a la crisis. Medido en términos per cápita, la eurozona crecería el doble de rápido que Estados Unidos. Quedan de lado las parodias estadounidenses de una Europa vieja e indolente.
Adelante. Muchas de las ventajas competitivas de Estados Unidos desaparecen. Los bancos de Wall Street y la cultura de tarjeta de crédito, que hicieron tanto para alimentar los años de auge estadounidenses, ahora renguean, y probablemente no se recuperen en breve.
Los déficit de los gobiernos crecen en todos lados, pero el de EE.UU. está en camino de llegar al 94% del PIB en 2010, en comparación con 79% en la UE. Según economistas, la tasa "natural" de desempleo, desde hace años estimada en alrededor del 5%, aumentará al 7% o más en el período posterior a la crisis, llegando cerca de la tasa "natural" europea de 7,5%.
La crisis también cambia la percepción de que la Unión Europea es incapaz de una acción concertada. Cuando estalló, los líderes de la UE tuvieron altercados sobre los rescates y las medidas de estímulo. Pero, en el punto más intenso del derrumbe, en febrero, a medida que los bancos y las monedas de los países más pequeños de la UE como Hungría y Letonia comenzaron a zozobrar, el Banco Central Europeo apareció en escena para ofrecer un crédito de emergencia sin precedentes. Los bancos centrales ahora tienen el 50% de las nuevas reservas en euros, contra 37% en dólares.
La Unión Europea ha comenzado a traducir su vasto poder económico en un papel global más amplio.
Durante la última década, los miembros de la Unión Europea empezaron a liderar y organizar sus propias misiones de paz en lugares como Bosnia, Congo, Georgia y Chad, en la mayoría de los casos con total independencia de Estados Unidos.
ACCIÓN. Un estudio de Rand Corporation, de 2008, indicó que las operaciones de mantenimiento de la paz lideradas por la UE logran una tasa de éxito 33% superior que los esfuerzos encabezados por Estados Unidos, teniendo en cuenta si los países a los que se destinaron las misiones terminaron en paz y con democracia. El autor del informe, James Dobbins, sostiene que ello se debe, en gran medida, a que las operaciones lideradas por Estados Unidos generalmente tienden a ser más riesgosas.
Pero, el estereotipo de que los europeos van a lo seguro, es insostenible. El mes pasado, Bruselas extendió por 12 meses su primera misión naval en las aguas cercanas a Somalia, donde una pequeña flota de naves de guerra europeas frustró un centenar de ataques de piratas, desde comienzos de año.
Los 21 estados europeos con soldados en Afganistán han sufrido un tercio de las 1.400 bajas en combate que tuvo la coalición. Europa puede y debe hacer más allí -por ejemplo, enviar más soldados y tener un papel más activo en el diseño de la estrategia de Occidente- aunque en este caso resulta importante ver la tendencia de largo plazo.
Hace apenas una década, hubiera sido inconcebible que la pacifista Alemania peleara una guerra caliente en Afganistán. En la actualidad, más de 4.000 soldados de la Bundeswehr hacen exactamente eso.
UNIDAD POLÍTICA. La UE tuvo otro gran impulso, hace dos semanas, cuando la República Checa se convirtió en el último de los 27 miembros que ratificó el Tratado de Lisboa, una casi Constitución.
El nuevo pacto ha sido desdeñado como 287 páginas de densidad burocrática europea que hace sólo cambios graduales. Es cierto, pero firme y gradualmente es como siempre evoluciona la Unión Europea.
Las innovaciones clave incluyen nuevas normas para permitir que más decisiones entre los países miembros se adopten por mayoría, en lugar de la votación por unanimidad. Eso facilitará la formación de coaliciones de los dispuestos dentro de la unión, con diferentes miembros avanzando a diferentes velocidades.
Pequeños estados obstruccionistas como la mitad griega de Chipre no podrán tener de rehén a la unión con su poder de veto.
El director del Programa de la Unión Europea, en la Universidad de Princeton, Andrew Moravcsik, dice que lo más importante es que el tratado resuelve el tira y afloje entre los llamados federalistas, que quieren que la UE se convierta en un superestado y los euroescépticos, que piensan que ya es demasiado poderosa.
"La UE ha llegado a su estado final de madurez, como el compromiso constitucional estadounidense de 1789", indica Moravcsik. Los líderes europeos, afirma el académico norteamericano, ya no serán obligados a dedicar tiempo y energía a las interminables peleas internas sobre el futuro de su unión.
Atracción. Todo ello surge cuando el mundo parece moverse en dirección a la UE, según Mark Leonard, director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores y autor de Por qué Europa dirigirá el Siglo XXI.
El poder duro y la construcción de naciones por medios militares han quedado desacreditados y constreñidos por Irak y los crecientes déficit.
Europa se destaca en temas que van desde Irán hasta el desarme nuclear y el cambio climático, las negociaciones y el multilateralismo.
Ahora, la UE debe capitalizar esas tendencias. Debe asegurar que su principal arma para desplegar su influencia, prosperidad y valores -la expansión- siga avanzando.
Hasta el presente, los líderes del continente han estado dedicados a este proyecto, pese a la tremenda oposición popular. Como consecuencia, Croacia resolvió en fecha reciente su última disputa fronteriza con Eslovenia, con la finalidad de mantenerse en el camino a la pronta incorporación, en 2012.
Montenegro y Macedonia solicitaron su incorporación, al igual que Albania -una de las naciones más atrasadas de Europa- que recientemente propuso convertirse en el primer país del mundo de mayoría musulmana que permite el casamiento de homosexuales, sólo para demostrar que puede cumplir los estándares de la UE en materia de derechos civiles.
Hasta la candidatura de Turquía sigue avanzando, aunque de manera glacial. Si bien es cierto que comenzó a mirar hacia el este en lugar del oeste, es un país fundamentalmente reformado y occidentalizado, gracias a décadas de cambios destinados a conquistar un lugar como miembro de la UE.
futuro. En sólo 20 años, la UE evolucionó de un libre mercado no muy afianzado y completamente dependiente de la protección de Estados Unidos, a una potencia colectiva única, ambiciosa y de nuevo estilo.
En el futuro previsible, será la única fuerza que puede acercarse a igualar el poder de Estados Unidos. El modus operandi de la UE -poder compartido, machacar hasta lograr acuerdos y resolver los conflictos a través de interminables negociaciones- puede ser aburrido y hasta frustrante de mirar.
Sin embargo, en un mundo cada vez más en red e interdependiente, ese modelo se ha convertido en el estándar global. "En diez años, vamos a despertarnos y decir que es impresionante que hayan resuelto más problemas", señala Moravcsik.
Los entusiastas pueden exagerar cuando afirman que la Unión Europea pronto predominará en este siglo, aunque los escépticos están mucho más lejos de la realidad.
Una de las claves está en la política exterior
EL PAÍS DE MADRID
Hace 10 años, una Unión Europea dividida y paralizada ante el conflicto de los Balcanes tuvo que ver cómo Estados Unidos llegaba, una vez más, al Viejo Continente para acabar con una guerra europea. De aquella humillación nació la política exterior de la Unión, que con la firma del Tratado de Lisboa da un importante paso adelante.
Javier Solana, cuerpo, alma y padre de la política exterior europea durante los pasados 10 años, sólo puede celebrar dónde estaba la Unión antes y dónde está ahora. "No puede haber un simple G-2 que dirija el mundo", decía no hace mucho en la Universidad de Harvard. "La UE tiene que estar ahí. Merece estar ahí".
Ésta es la cuestión crucial, el modo de enfocar la Unión su política exterior. La realidad es que hasta ahora varias causas frenaron los avances. A ojos de EE.UU., Europa es más un conjunto de países que una Unión.
Es una situación que intenta cambiar el Tratado de Lisboa. Missiroli, director de estudios del European Policy Center -gabinete de estudios europeos en Bruselas- cree que el tratado encarrilará la política exterior de la Unión, pero necesitará tiempo.
La mayor novedad del pacto que entrará en vigor el 1° de diciembre está en la política exterior y de seguridad, que se pretende unificada y eficaz. Estará encarnada en la inglesa Catherine Ashton, una alta representante que será también vicepresidenta de la Comisión Europea. Esa doble función acabará con duplicaciones y celos ri- dículos existentes entre el Ejecutivo comunitario y los Gobiernos de la Unión.
Otra novedad sustancial de Lisboa es la de permitir las cooperaciones reforzadas en todos los ámbitos de la política exterior, incluida la defensa. Queda deslucida la ambiciosa medida por la doble exigencia de que haya un mínimo de dos tercios de los países de la Unión (nueve en la actualidad) dispuestos a emprender una determinada tarea y que deba contar con el apoyo unánime de los 27.
El tratado crea también la posibilidad de establecer una "cooperación estructurada permanente" abierta a Estados con grandes capacidades militares que hayan suscrito entre sí compromisos más fuertes.