El empresario Roman Abramovich, símbolo del oligarca ruso en la lista negra

Roman Abramóvich. Foto: AFP.
El magnate petrolero ruso Roman Abramovich, en una imagen de archivo. EFE/ Anthony Anex
ANTHONY ANEX/EFE

POR LA GUERRA ENTRE RUSIA Y UCRANIA

El dueño del Chelsea entre los nuevos sancionados por el Reino Unido.

Roman Abramóvich, propietario del Chelsea, que se convirtió en uno de los hombres más ricos de Rusia después de la caída de la Unión Soviética, ve ahora como sus lazos con el Kremlin le pasan factura.

El oligarca, que la semana puso a la venta el club, actual campeón de Europa, entró en la lista de sancionados por el gobierno británico, por lo cual la venta del Chelsea está congelada, como todos sus bienes en el Reino Unido.

Estas sanciones, que el Reino Unido ya ha aplicado a más de 200 personas y entidades por sus vínculos con Vladimir Putin, comprenden además de la congelación de bienes, prohibición de realizar transacciones con particulares y empresas británicas e imposibilidad de viajar al país.

“Los oligarcas y los cleptócratas no tienen cabida en nuestra economía ni en nuestra sociedad”, afirmó la ministra de Relaciones Exteriores, Liz Truss.

“Con sus estrechos vínculos con Putin, son cómplices de su agresión” a Ucrania, agregó, al anunciar una nueva lista de siete sancionados que además de Abramovich incluye a su exsocio comercial Oleg Deripaska, al director general de Rosneft, Ígor Sechin, y al jefe de Gazprom, Alexéi Miller.

Completan la lista los directivos del banco VTB, Andréi Kostin, de la empresa de distribución de hidrocarburos Transneft, Nikolái Tókarev, y del Banco Rossiya, Dmitri Lebedev.

“En vista del importante impacto que las sanciones de hoy tendrían en el Chelsea Football Club y de las posibles repercusiones”, el primer ministro Boris Johnson aprobó “una licencia para permitir que una serie de actividades relacionadas con el fútbol continúen”.

Así, el Chelsea, que va tercero en la Premier League por detrás del Manchester City y el Liverpool, podrá seguir disputando partidos, pagar los sueldos, impuestos y facturas relacionadas con su mantenimiento, costes de viaje y traspasos de futbolistas previamente acordados. La licencia no incluye sin embargo nuevos traspasos de futbolistas, la venta de nuevas entradas ni de artículos de merchandising por el club.

De huérfano al jet-set.

 Personaje inevitable del jet-set global y propietario de una lujosa residencia de 15 habitaciones en el elegante barrio londinense de Kensington, Abramovich, de 55 años, es uno de esos hombres de negocios que se hicieron meteóricamente ricos en la década de 1990, tras la introducción de la economía de mercado en Rusia.

Primer accionista de la siderúrgica Evraz, con una fortuna estimada por Forbes en más de 13.000 millones de dólares, sus actividades en el Reino Unido eran un problema para el gobierno de Johnson, presionado para poner fin a los flujos de dinero ruso, en ocasiones de dudosa procedencia, en la City, el corazón financiero de Londres.

En los últimos años ha limitado sus apariciones en el Reino Unido, donde podía viajar sin visado gracias a su ciudadanía israelí. También recibió un pasaporte portugués, pero la justicia portuguesa ha abierto una investigación sobre las condiciones de su naturalización.

Nacido en Saratov, en el sur de Rusia, el 24 de octubre de 1966, quedó huérfano muy pronto y fue criado por su tío. El joven Roman creció en parte en el gran norte ruso y realizó estudios de Matemáticas en Moscú, antes de lanzarse al mundo de los negocios.

Destacó pronto como un empresario de gran olfato. En 1996, el gobierno cedió la mayoría de las acciones del grupo petrolero Sibneft por 100 millones de dólares, una fracción de su valor real. Las acciones terminaron en la cartera de Abramovich, que las vendió a la empresa pública Gazprom por una altísima cantidad.

Del petróleo al aluminio, su fortuna creció con gran rapidez. Financió la campaña de Boris Yeltsin y su llegada al Kremlin, donde los oligarcas tejen estrechas relaciones.

Cuando Vladimir Putin sucedio a Yeltsin en el año 2000, Abramovich optó por la prudencia y tomó distancia con la “familia” del exjefe de Estado.

Escapó así al destino de Mijail Jodorkovski, opositor en el exilio tras estar años en prisión, o de su socio Boris Berezovski, que fue encontrado muerto en su casa en 2013, en Inglaterra. Su fidelidad fue recompensada con un puesto de gobernador en la región de Chukotka, en el extremo oriente ruso.

Gran aficionado al fútbol, compró en 2003 el Chelsea, que desde su llegada experimentó una edad dorada con refuerzos de peso. Ganó desde entonces cinco ligas de Inglaterra y sus dos únicos títulos en la Liga de Campeones (2012 y 2021).

Su vida lujosa queda a menudo fuera del alcance de los medios, pese a tener un yate, el Eclipse, de 162 metros de longitud que ya no puede amarrar en el Reino Unido, como el resto de su media docena de barcos, porque serían confiscados.

Tiene siete hijos y en 2017 se separó de Daria Jukova, fundadora de una galería de arte contemporáneo en Moscú. (Con información de AFP)

Museo del Holocausto rompe con Abramovich

El memorial israelí del Holocausto Yad Vashem anunció ayer jueves su decisión de suspender su colaboración con Roman Abramovich, uno de sus principales donantes. “A la luz de los hechos, Yad Vashem decidió suspender su colaboración estratégica con Roman Abramovich”, informó en un breve comunicado Simmy Allen, portavoz de Yad Vashem, en Jerusalén. Esta institución había anunciado el 22 de febrero el lanzamiento, con Abramovich, de una “colaboración estratégica para reforzar las iniciativas de Yad Vashem en el ámbito de la investigación y el recuerdo del Holocausto”.

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